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El mundo|Viernes, 11 de abril de 2008
SILVIO BERLUSCONI AVENTAJA A WALTER VELTRONI PARA LAS ELECCIONES DEL 13 Y 14 DE ABRIL

Pese a todo, Il Cavaliere galopa triunfante

Durante años, el líder de la derecha italiana ha sido considerado un político grotesco. Pero sabe vender como nadie que los problemas los puede solucionar un dirigente duro, capaz de tomar decisiones impopulares.

Por Peter Popham *
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Debido a la reforma electoral aprobada por Berlusconi es difícil obtener la mayoría en el Senado; si gana, él lo padecerá.

Han vuelto los buenos tiempos: Silvio Berlusconi está por ganar otra elección italiana. La era de Romano Prodi está llegando a su fin. La última vez que se publicaron las encuestas, la coalición Pueblo de la Libertad, del magnate de los medios, le llevaba de 5 a 10 por ciento de ventaja a su principal oponente, el Partido Democrático, conducido por Walter Veltroni. Sin embargo, algo podría salir seriamente mal. En una semana el bufón de la corte más gracioso de Europa podría estar nuevamente en su lugar, gorro, campanillas y zapatillas, dispuesto a mantenernos en vilo durante otros cinco años.

Durante su último período en el poder, de 2001 a 2006, Berlusconi asombró al Parlamento Europeo al comparar a un alemán socialista miembro del Parlamento con un capo de un campo de concentración nazi, en un momento en que Italia estaba rotando para presidente de la Unión Europea y Berlusconi supuestamente debía mostrar su mejor conducta. En una entrevista con The Spectator, afirmó que Mussolini era mucho mejor dictador que Saddam Hussein; todo lo que hizo, dijo, fue enviar a varios opositores políticos “de vacaciones”. Desafiado, primero negó haber dicho esto, luego afirmó que había bebido demasiado champagne con sus invitados británicos. Uno de los entrevistadores, Boris Johnson, le contó a este autor que todo lo que habían bebido era “cantidades de té helado”.

Berlusconi ha estado fuera de las candilejas durante los dos años de Prodi en el poder, distanciándose de sus ex aliados, presa de rumores sobre el estado de su salud y su apetito por la política. Protagonizó una erupción volcánica en miniatura en el jardín de su villa en Sardinia en un intento de llamar la atención y se distanció de su mujer, por lo que tuvo que disculparse.

Durante años, Berlusconi ha sido considerado un político ridículo, pero a pesar de su miserable record de logros en el poder ha durado más que Tony Blair, que Jacques Chirac, que José María Aznar y que Gerhard Schröder. Si gana este fin de semana verá el fin de George Bush y quizás el de Gordon Brown y de Angela Merkel. Esta será conocida en Italia como la Era de Berlusconi y en Europa será conocido como el Gran Anciano. Hasta puede ser que logre su mayor ambición y sea presidente de Italia.

Berlusconi ha demostrado repetidamente que es capaz de persuadir a millones de italianos de que la verdadera solución a sus dificultades está en el reino de la fantasía. Y es una receta que aparentemente prefieren elegir. Los problemas de Italia requieren de líderes duros, capaces de tomar decisiones impopulares y venderlas al electorado, en la convicción de que las decisiones habrán comenzado a pagar sus dividendos para cuando estén listos para la reelección.

Este es el enfoque que Romano Prodi trató de adoptar sobre temas cruciales como la deuda pública de Italia –que es la tercera mayor en el mundo– y la empresa Alitalia, que está al borde de quebrar. Pero no pudo persuadir a suficientes votantes de que estaba listo para el desafío. Prodi trató de implementar lo que Freud llamó el Principio de Realidad. Berlusconi va con el Principio del Placer, y como en 1994 y 2001, parece que va a lograrlo. No es que esté ofreciendo soluciones distintas que sus opositores: es que está en una longitud de onda totalmente distinta.

Esta vez, Berlusconi ni siquiera pretende que la edad dorada está a la vuelta de la esquina. Tratarlo sería inútil: este año el crecimiento de Italia será el peor de la Eurozona, a 0,03 por ciento, dijeron los expertos. Los problemas de Italia empeoran cada año; la creciente desigualdad en el poder adquisitivo entre los ricos y los pobres y el norte y el sur, por ejemplo; casi el 20 por ciento de las familias italianas subsisten con menos de 1200 euros por mes.

Otros problemas incluyen: infraestructura anticuada, un sistema educativo débil, una fuerza laboral subcalificada, una población envejeciendo rápidamente, un sistema político fragmentado, un estado burocrático ineficiente, crimen organizado (la mayor industria de Italia), un sistema legal inadecuado, una enorme deuda pública y baja productividad. Y una cosa más: gracias a la reforma electoral aprobada por Berlusconi, es enormemente difícil obtener la mayoría en el Senado, aun para un partido o una coalición con una mayoría sana. Esa “reforma” descripta por su inventor como un “montón de basura” fue el regalo de despedida de Berlusconi a Prodi. Pero ahora puede volver ese boomerang y golpearlo en el rostro, privándolo de una mayoría en el Senado y haciendo que gobernar sea casi imposible.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyham
béhère.

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