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El mundo|Miércoles, 23 de abril de 2008
Para EE.UU. y México el libre comercio es la solución

Receta del Norte contra la inmigración

Por Yolanda Monge *

Desde Washington

La cumbre de líderes de Norteamérica concluyó ayer con la defensa, por parte del presidente de Estados Unidos, George Bush, y el de México, Felipe Calderón, del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta, siglas en inglés) como la mejor arma contra la inmigración ilegal. El acuerdo, dijo Calderón, “ha contribuido a la generación de empleos, algo que en el caso de Estados Unidos sirve para reducir la presión migratoria de muchos mexicanos”. “Nuestro comercio se ha triplicado y nuestras economías han crecido”, respondió Bush en un intento de atajar las críticas al Nafta que en los últimos meses han hecho los precandidatos demócratas a la presidencia estadounidense. Calderón insistió en la necesidad de mantener ese acuerdo y dijo que sin los empleos generados con el tratado firmado en 1994 muchos más mexicanos habrían emigrado a Estados Unidos. “Lo enfatizo porque se cuestiona mucho ahora el Nafta y la verdad es que ha generado cientos de miles de empleos en México y en Estados Unidos”, concluyó.

Respecto del tema de la inmigración, Calderón pidió que el Congreso norteamericano trabaje por “una solución integral” que saque de la clandestinidad a los 12 millones de inmigrantes mexicanos que se calcula que viven en Estados Unidos. A pesar de esta mención por parte del presidente mexicano, Bush evitó referirse al tema, especialmente difícil en tiempos de campaña electoral. México calcula que cada año salen del país hacia el vecino del Norte más de 500.000 mexicanos.

En el segundo y último día de la cumbre, Bush, Calderón y el primer ministro de Canadá, Stephen Harper, desayunaron en el Dooky’s Chase, un popular restaurante fundado en 1941 en un barrio humilde de Nueva Orleans. Bajo estrictas medidas de seguridad en una ciudad que casi cuatro años después todavía sufre los estragos provocados por el huracán Katrina, los tres mandatarios sostuvieron reuniones bilaterales por separado para analizar asuntos de “interés global y regional”. Pero el tema estrella fue la migración. “Sé que hay un proceso electoral en curso en EE.UU. y muchas decisiones, incluyendo ésta, que competen a los ciudadanos estadounidenses, pero es muy importante para mi gobierno que redoblemos esfuerzos para dar una solución al problema migratorio”, dijo Calderón, en clara referencia al proyecto de ley de reforma migratoria que quedó paralizado en medio de pugnas bipartidistas y que ya quedará casi con total seguridad como tarea pendiente para el próximo presidente.

Quizá porque ya queda fuera de su alcance, Bush circunvaló el tema y prefirió hablar de la necesidad de enfrentar de manera conjunta la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado. En ese sentido, ambos mandatarios consideraron que la “Iniciativa Mérida” –una propuesta, más conocida como Plan México que Bush envió al Congreso en 2007 y que reclama fondos por valor de 1400 millones de dólares para la cooperación y el entrenamiento de policías para aumentar la capacidad de México en el combate al crimen organizado– es “muy útil”.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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