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El mundo|Miércoles, 11 de junio de 2008
Entre gallos y medianoche la UE cambió parte de la norma laboral

Golpe al trabajador europeo

El acuerdo entre los miembros del bloque mantiene el tope de las 48 horas semanales pero abre la posibilidad de que se extiendan hasta 65. Para los sindicatos y la izquierda, cuestiona el derecho de protección de los trabajadores.

Por Eduardo Febbro
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Un trabajador limpia la estatua de Nelson en el Trfalgar Square de Londes. sus horas laborales van en aumento.

Desde París

Los sindicatos y la izquierda europea juzgaron con severidad el acuerdo concluido en la madrugada de ayer entre los 27 Estados miembros de la Unión Europea por medio del cual se modifica parte de la legislación sobre la extensión semanal de las horas de trabajo. El acuerdo mantiene los límites máximos vigentes, que son de 48 horas semanales, pero abre la posibilidad de que, si el empleado lo acepta y previo acuerdo con la empresa o en base a una convención colectiva adaptada, la semana laboral pueda extenderse hasta 60 o 65 horas. La confederación europea de sindicatos, CES, el Partido Socialista Obrero español y el PS francés pusieron en tela de juicio la aprobación de una modificación que, para ellos, pone en tela de juicio los derechos de protección al trabajador adquiridos en el marco europeo.

El texto final será discutido en el Parlamento Europeo a partir del mes de septiembre. “El acuerdo sobre la extensión semanal de las horas semanales de trabajo es insatisfactorio e inaceptable”, dijo John Monks, secretario general de la confederación europea de sindicatos, una instancia sindical que cuenta con 60 millones de miembros en 36 países de Europa. Elena Valenciano, secretaria para las relaciones internacionales en el PSOE, señaló que ese texto representaba “la Europa que no queremos” porque era “retrógrado” y perjudica “los derechos de los trabajadores”. En Francia, el Partido Socialista apuntó sus flechas hacia el Ejecutivo. Para el PS francés, “el gobierno de Nicolas Sarkozy cedió al forcing de Gran Bretaña y con ello abandonó a España, Bélgica, Grecia, Hungría y Chipre”. Este grupo de países citados por el PS –en el que también estaba Francia– habían formado una suerte de bloque contra la tendencia más liberal –liderada por Gran Bretaña– que pugnaba por una modificación de la semana laboral. Desde 1993, el Reino Unido goza de una prerrogativa que le permite derogar la directiva europea del mismo año, que fijó en 48 la cantidad máxima de horas de trabajo semanales.

El problema se planteó luego en los hospitales y la policía, dos gremios que tienen horas de trabajo que, por diversas razones, exceden los contextos legales. La Corte de Justicia Europea interpeló a los 27 Estados miembros para que fijaran un marco legal a fin de evitar la desorganización de los servicios policiales y hospitalarios. El acuerdo elaborado por los 27 fue posible gracias al cambio de actitud de Francia. Uno de los ejes del discurso de campaña de Nicolas Sarkozy fue “trabajar más para ganar más”. París modificó así su postura histórica y, con ello, privó a los países como España, Bélgica y Grecia de un aliado con el cual podían formar la llamada “minoría de bloqueo” que permitía frenar el avance de un texto.

El gobierno de Nicolas Sarkozy está hoy inmerso en una ambiciosa modificación del código del trabajo en la cual entra la supresión de la semana laboral de 35 horas adoptada durante la última legislatura socialista –1997-2002–. El Ejecutivo abrió la posibilidad de que la extensión de la semana laboral sea negociada en la misma empresa, por encima de los acuerdos existentes entre los gremios y el gobierno. Si el Parlamento Europeo aprueba el acuerdo de ayer, entonces habrá un argumento más para cambiar las reglas del juego en beneficio de la visión más liberal, más móvil, de las relaciones y los derechos laborales.

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