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El mundo|Viernes, 13 de junio de 2008
ESPAÑA APLICA MULTAS, DETENCIONES Y CONDENAS JUDICIALES EXPRESS

Rutas despejadas y lockout en pie

Mientras el gobierno de Rodríguez Zapatero advierte que no habrá tolerancia con los transportistas, el paro provoca desabastecimiento y escasez de carburante. Incluso algunos productores tuvieron que tirar mercadería que no pudieron vender en estos días.

Por Oscar Guisoni
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Un grupo de transportistas increpa al conductor de un camión, ayer en Pamplona.

Desde Madrid

De nada sirvieron ayer los esfuerzos del gobierno socialista para lograr que el sector minoritario de los transportistas en paro levantara la medida de fuerza que lleva a cabo desde el lunes y que se ha transformado en el peor conflicto social que ha tenido que enfrentar José Luis Rodríguez Zapatero desde su llegada al poder en 2004. Las ciudades continúan desabastecidas, la falta de carburante es dramática y los productores de frutas, verduras y leche se han visto incluso obligados a tirar la mercadería que no pudieron vender durante estos días. Pero las rutas están despejadas gracias a la acción contundente de la policía. El conflicto le ha costado al país 500 millones de euros al día. Muchos sectores industriales se han visto obligados a paralizar por completo su actividad por la falta de insumos. Especialmente preocupante es la situación en la estratégica industria del automóvil, que ayer se vio obligada a enviar a casa a miles de trabajadores.

La jornada comenzó con un Rodríguez Zapatero más duro que lo habitual, en su comparecencia en la rueda de prensa que dio junto al mandatario mexicano Felipe Calderón, de visita oficial en el país. “Tolerancia cero con los piquetes –afirmó el primer ministro–, porque quemando camiones no se arreglan las cosas.” Para aplicar la mano dura, el gobierno contó con la inestimable experiencia del ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, un histórico del PSOE que presenció los peores momentos de conflictividad social durante el gobierno de Felipe González, a comienzos de los ’90. Ayer por la tarde, el ministro con más cintura política de todo el gabinete afirmó que ya “se puede salir a la carretera, no hay riesgos”, y elogió la labor de las fuerzas de seguridad del Estado que escoltaron durante estos días a 9500 vehículos, detuvieron a más de setenta piqueteros y no tuvieron empacho en cargar contra los manifestantes cuando la situación amenazaba con írseles de las manos.

La labor de Rubalcaba se vio de forma inmediata en las rutas y en las entradas y salidas de los mercados mayoristas que ayer no presentaron los embotellamientos de los días anteriores, aunque el resto de las empresas de transporte que no se habían plegado a la medida tuvieron mucha cautela a la hora de reemprender su trabajo por temor a ser agredidos por los manifestantes que continuaron con la medida. El Ministerio del Interior sugirió incluso a los que querían trabajar que pidieran escolta policial y aseguró que a partir de hoy ya se comenzará a notar en las góndolas de los supermercados y en las estaciones de servicio la vuelta a la normalidad.

Mientras tanto, el Ministerio de Fomento intentó hasta última hora de la tarde disuadir a las tres asociaciones díscolas –Fenadismer, Confederans y Antic– para que abandonen el paro, pero fue inútil. Reunidos en asamblea luego del fracaso de las negociaciones, los huelguistas decidieron continuar con el lockout, ya que afirman estar trabajando “el 40 por ciento por debajo de sus costos”, por lo que les es más rentable continuar protestando que volver a trabajar. Eso sí, ante la abundancia de multas, detenciones y condenas judiciales express que han sufrido sus miembros, piden a los que se sumen a la medida que lo hagan pacíficamente, evitando los episodios de violencia que caracterizaron las jornadas del martes y el miércoles. A pesar de que el gobierno puso sobre la mesa 52 medidas para ayudar al sector, la negativa de la administración a concederles la fijación de una tarifa mínima, lo que contradice normativas expresas de libre comercio de la Unión Europea, fue el punto que llevó a los rebeldes a afirmar que hoy continuarán con las manifestaciones. “Si no quieren trabajar, que no lo hagan”, les respondió Pérez Rubalcaba, pero que dejen a los demás transitar por las rutas.

A pesar de la mala noticia que representa para el gobierno el hecho de que las protestas continúen, es evidente que el paro ha perdido fuerza y, poco a poco, se ha ido desinflando. La opinión pública, que al inicio de la protesta simpatizaba con los piqueteros porque entendía sus razones, comenzó a darles la espalda cuando el desabastecimiento se hizo presente en los comercios y los precios de los alimentos frescos comenzaron a dispararse. Ayer, algunos alimentos frescos habían aumentado entre el 100 y el 200 por ciento con respecto al pasado lunes. Por su parte, el opositor Partido Popular, a pesar de que criticó con dureza la falta de reacción rápida del gobierno socialista, se negó a darles apoyo político a los transportistas, con lo que contribuyó a aislarlos aún más del resto de la sociedad.

Aunque los ánimos de los huelguistas están caldeados, será difícil que hoy vuelvan a intentar bloquear el paso de camiones en la salida de los mercados mayoristas, por temor a que continúen las duras medidas de castigo implementadas por el gobierno, que en algunos casos se tradujeron en copiosas multas, en pérdida del carnet de conducir y hasta en condenas judiciales leves que la Justicia dictaminó en tiempo record durante las últimas horas. Zapatero tenía motivos ayer para mostrarse cauto, pero satisfecho por la labor de su gobierno a la hora de desactivar la protesta. “Se ha planificado, ha preparado y ha actuado ante la huelga”, dijo, afirmando que en menos de 48 horas el gobierno logró restaurar la normalidad. Hoy se verá si su percepción es correcta o si los transportistas tienen todavía fuerza para seguir manteniendo al país en vilo como lo han hecho durante los últimos días.

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