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El mundo|Domingo, 10 de agosto de 2008
EVO BUSCA ROMPER EL EMPATE CATASTROFICO

Polarización y conflicto

Por Diego González

Desde La Paz

Bolivia hoy vuelve a las urnas en un marco complejo de radicalidades e incertidumbre. Se trata de un referéndum revocatorio para el Ejecutivo y ocho de las nueve prefecturas (gobernaciones) que, al menos en su origen, aspira a quebrar el famoso “empate catastrófico” que inmoviliza a los actores tanto de uno como de otro lado y tiene en vilo al país desde los inicios del proceso. Según las encuestas, hay coincidencia en que tanto Evo Morales como su vice, Alvaro García Linera, saldrían fortalecidos con un porcentaje que rondaría el 60 por ciento. Pero lo propio haría Rubén Costas, el prefecto de Santa Cruz, el principal bastión opositor regional que junto a Beni, Pando y Tarija se ha dado a conocer como “Media Luna”. Con esta polarización, sumada a sucesivos conflictos de diferente índole y a la falta de reglas claras sobre qué es ganar y qué es perder, vuelve al escenario que se abrirá a partir de mañana una gran incógnita.

El germen del proceso que hoy vive sus horas más complicadas se remonta primero al año 2000 y la guerra del agua en Cochabamba, para luego alcanzar su cima con la guerra del gas y el posterior derrocamiento de Gonzalo Sánchez de Lozada. En ese 2003, los movimientos sociales reaccionaron ante la intención gubernamental de vender gas vía Chile a los Estados Unidos. Así, con una suma de argumentos sensibles a la idiosincrasia boliviana, se aglutinaron fuerzas en contra del Goni (Gonzalo Sánchez de Lozada), quien respondió a sangre y fuego dejando un tendal de más de 68 muertos.

Un ciclo concluía y otro comenzaba al calor de aquella agenda de octubre de 2003 que resumía las aspiraciones del campo popular. Morales, quien hasta ese entonces era sólo un dirigente nacional más, supo leer correctamente esa coyuntura y así fue como se alzó con una contundente victoria en 2005. Nacionalización de los hidrocarburos, convocatoria a una asamblea constituyente que refunde al Estado y la reforma agraria fueron el corazón de la propuesta del MAS en aquellas elecciones.

Desde su asunción en enero de 2006, esa fue la orientación que el gobierno masista asumió. Aprovechando el envión del 53,7 de votos obtenidos, el 1 de mayo de ese mismo año Morales decretó la nacionalización, ocupó militarmente los campos y forzó exitosamente a las empresas petroleras a renegociar los contratos.

El siguiente paso sería la convocatoria a la Asamblea Constituyente. En dichas elecciones el gobierno se alzó nuevamente con una victoria rotunda, pero no suficiente: con la mayoría absoluta lograda no alcanzó para imponer un nuevo modelo de Estado para el que hacían falta dos tercios. En ese debate, con marchas, cortes, muertes y batallas callejeras, se desangró Bolivia por casi un año y medio hasta llegar a lo que hoy se conoce como Nueva Constitución Política del Estado (NCPE) en donde se sentaron las bases para la reforma agraria que el gobierno proclama pero en la que aún no logró avanzar definitivamente.

Y esa, en el fondo, es la discusión que aún persiste. El referéndum revocatorio de mañana pretende dar nuevos bríos a los actores para que se redefina el mapa y se reconfiguren las fuerzas. Así es como probablemente desde la Media Luna salgan reforzados sus polos más radicales (Beni y Santa Cruz) bajo la consigna de la autonomía y en el Occidente (particularmente en la zona rural) se vuelva a confirmar la hegemonía evista. Es por eso que, haciendo uso del envión que estiman conseguirán hoy, el siguiente paso que planean en el Palacio Quemado es la convocatoria a un nuevo referéndum para el año que viene –la vieja Constitución prohíbe la realización de más de una consulta popular al año– que ratifique la NCPE.

Pero el escenario no es nada sencillo. Por un lado, resulta complejo que el referéndum de hoy logre delimitar claramente la nueva correlación de fuerzas. Sucede que las reglas no son nada claras (el Congreso dictaminó que para revocar a los prefectos el NO debe alcanzar la cantidad de votos conseguidos por ellos en 2005 más uno, mientras que el Consejo Nacional Electoral resolvió que para todos los casos se debe alcanzar el 50 más uno) y varios de los actores aún no resolvieron si aceptan o no la realización de la consulta.

Ante un escenario tan complejo, como retomando aquella agenda de octubre de 2003, Morales se encargó de dejar en claro que lo que estará hoy en discusión en Bolivia es el “proyecto nacionalizador” del gobierno masista versus los “privatizadores antipatrias”. En definitiva sucede que, como interpreta el ex constituyente por La Paz, Alfredo “Chato” Pereda, “a largo plazo, el proceso es irreversible. A mediano, tiene sus obstáculos. En la coyuntura, sobreviene la incertidumbre”.

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