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El mundo|Viernes, 29 de agosto de 2008
MEDVEDEV LOGRO UNA DECLARACION AMBIGUA DE BEIJING Y CUATRO EX REPUBLICAS SOVIETICAS

Tibio respaldo de China para Rusia

Por Rodrigo Fernández *
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Medvedev (izq.) se da la mano con su par de Tajikistán, Emomali Rakhmon, en Dushmabé.

Desde Moscú

Los países miembros de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) apoyaron “el activo papel de Rusia para lograr la paz” en Osetia del Sur, al tiempo que ratificaron “su apego a los principios del respeto a las tradiciones culturales e históricas de cada país y a sus esfuerzos por conservar la unidad del Estado y su integridad territorial”. Esta declaración ambigua se explica por el hecho de que la mayoría de los países de la OCS (integrada, además de Rusia, por China, Kazajstán, Kirguistán, Tajikistán y Uzbekistán) son, de una parte, aliados del Kremlin, y de otra tienen problemas, potenciales o reales, de separatismo. Mientras tanto, en medio de su confrontación con Occidente por haber reconocido a las repúblicas separatistas de Abjasia y Osetia del Sur, Moscú probó ayer con éxito un misil intercontinental especialmente diseñado para no ser detectado por los sistemas de defensa antimisiles.

El presidente ruso, Dmitri Medvedev, explicó ante sus aliados en Dushmabé, la capital tayika, donde se celebró ayer la cumbre de la OCS, las actuaciones de Moscú en el conflicto con Georgia y agradeció el respaldo que obtuvo. “Durante nuestras conversaciones llegamos a la conclusión de que es imprescindible respetar el orden mundial y que el país que de-sata una agresión debe responder por sus consecuencias”, manifestó Medvedev al referirse al ataque lanzado hace veinte días por Georgia contra Osetia del Sur. En su declaración, la OCS expresó “su profunda preocupación por las tensiones surgidas recientemente en el asunto surosetio” y llamó a las partes “a resolver los problemas existentes mediante el diálogo pacífico y a empeñar esfuerzos para la reconciliación y la reanudación de las conversaciones”, al tiempo que criticó la agresión de Tiflis contra los Tsjinval y señaló que “la apuesta exclusivamente por la fuerza no tiene futuro y entorpece el arreglo de los conflictos locales”.

El presidente de Kazajstán, Nursultán Nazarbáyev, criticó a Occidente por “haber ignorado el ataque de las fuerzas armadas de Georgia contra Tsjinval”. “Pienso que todas las acciones que emprendió Rusia después (del ataque) estuvieron dirigidas a defender a los habitantes de esa sufrida ciudad. En respuesta, Rusia podía o ignorar (las acciones del gobierno georgiano) o detener el derramamiento de sangre”, declaró Nazarbáyev.

Por su parte, el presidente ruso Medvedev dio a entender en Du-shambé que la flota rusa del Mar Negro no piensa cumplir las nuevas normas aprobadas por el gobierno ucraniano y que obligan a los buques, aviones y personal a notificar sus movimientos con 72 horas de antelación. “Todo acuerdo internacional es prioritario frente a los decretos de las autoridades locales”, dijo refiriéndose a los acuerdos firmados entre Kiev y Moscú que regulan la sede de la flota rusa en Sebastopol (Crimea), sede tradicional de la flota rusa, pero ahora con soberanía ucraniana.

Mientras continuaban las críticas occidentales al Kremlin, Rusia lanzó un misil balístico intercontinental desde el cosmódromo de Plesetsk. El Tópol-RS12M, diseñado para burlar los sistemas antimisiles, dio en el blanco previsto en el polígono de Kura, en la península de Kamchatka, a 6000 kilómetros de distancia. El lanzamiento del Tópol es un desafío a los planes estadounidenses de emplazar un radar en la República Checa y diez misiles interceptores en Polonia como elementos de su sistema global de defensa antimisiles. El Kremlin ha criticado duramente esos planes, ya que no cree que, como explica Washington, el objetivo de esas instalaciones sea evitar un ataque de países como Irán o Corea del Norte y sí considera que son una amenaza real para la seguridad nacional de Rusia. Moscú se jacta de que los nuevos Tópol, dotados de una cabeza nuclear de 550 kilotoneladas y radio de acción máximo de 10.000 kilómetros, pueden penetrar cualquier escudo nuclear.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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