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El mundo|Miércoles, 24 de septiembre de 2008
Los candidatos se entrenan con sparrings como boxeadores antes de un combate

Obama y McCain antes del gran debate

El debate en Mississippi versará sobre política exterior, uno de los temas que el republicano mejor maneja. La campaña de Obama se preocupa porque el demócrata no se acostumbra al formato de respuestas rápidas y suele meter la pata.

Por Leonard Doyle *
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Obama, de campaña en Green Bay, Wisconsin, cumple con el ritual de besar a un bebé.

Desde Washington

Después de semanas de tirarse tierra entre sí en la campaña presidencial, Barack Obama y John McCain se están preparando para lo que puede resultar un momento fundamental de la elección, un único combate en la forma de un debate televisado visto por un enorme público nacional. Con la carrera hacia la Casa Blanca cabeza a cabeza y los mercados financieros agitados, se supone que el interés en el debate, que tendrá lugar en Oxford Mississippi, no tendrá precedentes.

Lo que está en juego es mucho, especialmente para el senador Obama cuya irritabilidad y su hablar sin parar lo convierten en un blanco fácil para su rival. John McCain tiene la reputación muy merecida de golpear a sus oponentes mientras sale zapateando de situaciones difíciles. Al ex piloto de combate le gusta la pelea mano a mano y de toma y daca.

Una de las tácticas favoritas de McCain en los debates es simplemente sentarse ante las cámaras con una sonrisa y las manos cruzadas mientras sus rivales dicen su parte. El peligro que ven los asesores de Obama es que su candidato, a veces falto de humor, caiga en ese estilo demasiado serio y familiar de abogado y profesor de derecho.

Esta semana el senador Obama estará recluido en un “campo de debate” especial en Tampa, Florida, donde uno de sus pocos asesores canosos, un abogado de Washington, Greg Craig, estará ensayando con él. Otro practicante opositor es Ron Klain que fue parte del equipo que ayudó a John Kerry y a Al Gore a prepararse para los debates durante sus fracasados intentos presidenciales.

La campaña de McCain no está diciendo a quién usará como opositor en las prácticas pero su asesor es Brett O’Donnell, un campeón en entrenar para debates de la teleevangelista Universidad Liberty de Jerry Farwell. La campaña repudió un informe anterior que estaba usando al importante republicano negro, Michael Steel, para actuar de Obama en los debates de práctica. El primer debate tendrá lugar en Ole Miss, como le dicen a la Universidad de Mississippi de Oxford, y se ceñirá a la política exterior reconocida ampliamente como uno de los fuertes de McCain.

A Obama le disgusta la informalidad de los intercambios televisivos y considera que las ocurrencias cizañosas y los spots de 30 segundos de gente exponiendo sus ideas son una distracción de la importante tarea de curar a Estados Unidos de sus múltiples problemas. Muchos votantes sólo sintonizan con la elección en esta tardía etapa, y la historia de los debates presidenciales demuestra que la simpatía es a menudo más importante que la experiencia o posición que adoptan los candidatos en cada tema.

McCain tiene el instinto de un peleador callejero con navajas y es capaz de atrapar a su adversario y clavarle un cuchillo retórico entre las costillas. Así es como castró a Mitt Romney en un debate de las primarias republicanas este año. “Bueno gobernador –dijo con voz condescendiente– estoy asombrado de que no haya descubierto lo que es el submarino”, volcando el debate hacia su propia experiencia a manos de sus carceleros norvietnamitas cuando era prisionero de guerra. El desprecio de McCain por un adversario que él cree que no ha pagado su derecho de piso apenas se disimula y se espera que lo azuce y lo provoque para dejar expuestas sus debilidades.

La campaña de Obama está muy precavida por el próximo encuentro. “A pesar de que tuvimos la oportunidad de hacer esto muchas veces durante las primarias, estos debates no son para nada su fuerte”, dijo Robert Gibbs, un importante estratega. “A Obama le gusta hablar sobre un problema, dar algunos ejemplos dirigidos a algunas soluciones y a menudo eso no entra en el tiempo que le da el moderador.” Eso es exactamente lo que espera la campaña de McCain.

Algunos de los peores momentos en la campaña de Obama sucedieron durante los debates y los foros, donde su ansiedad lo traicionó. Durante los duros meses de la campaña presidencial apenas mejoró de uno de sus peores momentos durante un debate con otros demócratas cuando se les preguntó cómo tratarían con terroristas. “Haremos lo que podamos para destruirlos”, respondió Hillary Clinton. Cuando le llegó el turno, el senador Obama se fue por las ramas hablando de comprometer a la comunidad internacional y tuvo que pedir que le dieran una segunda oportunidad.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Páginai12

Traducción: Celita Doyhambéhère.

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