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El mundo|Miércoles, 24 de septiembre de 2008
El premier conectó con las bases laboristas

Brown atacó a los conservadores

Por Walter Oppenheimer *

Desde Manchester

Si los milagros existen en política, quizás ayer se vivió uno en Manchester. El baqueteado premier británico, Gordon Brown, conquistó a las bases de su partido con un discurso emotivo en el que combinó humildad personal y arrogancia política. Se presentó como el político mejor capacitado para llevar el rumbo de Reino Unido en estos tiempos de tormentas financieras. “No es momento para novatos”, espetó con desprecio. Sus palabras estaban dirigidas al líder de la oposición y favorito en las próximas elecciones, David Cameron. Pero parecían destinadas en realidad a David Miliband, el hombre del que se sospecha que prepara un golpe de mano para arrebatarle a Brown el poder.

No ha sido un buen congreso para Miliband. Su estrategia de estar presente en todas partes –ocho debates paralelos al congreso, numerosas entrevistas en prensa y televisión–, de proclamar su fidelidad a Brown, pero al mismo tiempo desafiarlo entre líneas, ha cristalizado en una imagen de conspirador en la sombra que no se atreve a desafiar abiertamente al primer ministro. O que sabe que no es el momento, pero es incapaz de disimular su impaciencia. Brown, en cambio, consiguió ayer el punto justo de pasión y sinceridad aparente. Su discurso, de casi una hora, tuvo también momentos de baja intensidad y no faltaron demagógicos cantos a la patria y al servicio público de salud –los británicos parecen creer que la Seguridad Social sólo existe en su país–, pero conectó como nunca con el patio de butacas.

El primer ministro, que se ha agarrado como a clavo ardiente a la crisis económica, puso sobre la mesa una detallada agenda de objetivos para reformar el actual marco regulador mundial: transparencia en las transacciones, cuantificación de los riesgos de las inversiones, responsabilidad de los consejos de administración sobre el nivel de riesgo de las inversiones de sus empresas, acabar con el cortoplacismo del sistema de premios a los ejecutivos para eliminar cualquier conflicto de intereses en sus decisiones, creación de normas y estándares de carácter global. Tras la buena receptividad entre sus filas, Brown tendrá paz al menos hasta las próximas elecciones parciales que, no por azar, coincidirán con las elecciones presidenciales en Estados Unidos.

* De El País de Madrid. Especial para PáginaI12.

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