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El mundo|Jueves, 2 de octubre de 2008
Tras robarse un cargamento de armas, la marina de Estados Unidos le apunta

Los piratas somalíes están cercados

La Unión Europea aprobó el envío de una flota y el gobierno somalí autorizó a Rusia a enviar todos los buques militares que necesite para terminar con los secuestros y los saqueos en ultramar.

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A lo lejos se ve el pequeño buque ucraniano que fue secuestrado por piratas somalíes.

La costa de Somalia, en el Cuerno de Africa, parece el tablero de la batalla naval. En el centro, un enorme buque de carga ucraniano, lleno de tanques de guerra y armas rusas, está varado a sólo unos cientos de metros del continente. Alrededor, cinco buques de la V Flota de la Marina norteamericana le apuntan toda su artillería. A unos kilómetros de allí, Neustrashimi, una fragata rusa que zarpó la semana pasada, se apura para sumarse a la escena. Apenas perceptible entre todos los gigantes de acero, decenas de piratas somalíes descargan agua y comida de las tres pequeñas embarcaciones de chapa despintada y con motor fuera de borda, amarradas al buque ucraniano. Hace una semana irrumpieron con ametralladoras automáticas y lanzagranadas y lo secuestraron. Desde entonces resisten atrincherados, con veinte tripulantes ucranianos y rusos y un arsenal valuado en 30 millones de dólares como rehenes.

“No nos interesan las armas, sólo queremos dinero”, explicó ayer el vocero de los piratas, Ali Sugule, en diálogo telefónico con el diario New York Times. Tranquilo, el somalí explicó que las negociaciones llevan su tiempo. No le preocupa demasiado tener la flota más importante de la Marina estadounidense encima. “Sólo se puede morir una vez”, aseguró. Según contó, están negociando tanto con las fuerzas norteamericanas como con los dueños del buque ucraniano, a los que demandan un rescate de 20 millones de dólares.

La cifra es inusualmente alta para lo que suelen pedir los piratas somalíes; sin embargo, nunca fueron tan poderosos. Después de más diez años de operar con total impunidad por los tres mil kilómetros de costa somalí, la nueva generación de Barbarrojas se convirtieron en una amenaza para la paz internacional que enciende alarmas en todo el mundo. Ayer la Unión Europea aprobó el envío de una flota y el gobierno somalí autorizó a Rusia a enviar todos los buques militares que necesite para terminar con los secuestros y los saqueos en ultramar.

Sugule y sus compañeros parecen ajenos a la reacción de las mayores potencias del mundo. Desde el puente del MS Faina, bajo la mira de cientos de marinos norteamericanos, el vocero pirata confesó que todo empezó por casualidad. “Era un barco grande. Así que lo abordamos. No sabíamos qué llevaba”, dijo. Normalmente sus víctimas predilectas son yates de multimillonarios europeos, que no dudan en desembolsar uno que otro millón de dólares cuando ven las ametralladoras AK47, o buques petroleros. Las transnacionales petroleras que operan en Africa son hace tiempo especialistas en regatear y negociar rescates.

Sin embargo, este último año las cosas parecen estar complicándoseles a estos grupos de ex pescadores, que se cansaron de ver sus ganancias reducidas por la pesca ilegal de barcos extranjeros y decidieron hacer justicia por mano propia. “Simplemente estamos patrullando nuestras aguas. Piensen en nosotros como una guardia costera”, sugirió Sugule. Pero estos justicieros que se cansaron del caos y el desgobierno que reina en Somalia desde 1991 pasaron de atacar esporádicamente a los grandes buques mercantes de las transnacionales a ocupar, saquear y secuestrar, incluso durante semanas enteras, a tres o cuatro barcos y yates por semana.

Hace seis meses, por primera vez, la situación se les fue de las manos. Secuestraron un yate francés. Nada del otro mundo. Pidieron rescate y esperaron. Eventualmente los dueños de la nave pagaron, pero el gobierno del implacable Nicolas Sarkozy se negó a dejarlo allí. Cuando los piratas volvían a tierra para disfrutar de su botín, un grupo de helicópteros franceses apareció de la nada y los bombardeó hasta que unos pocos sobrevivientes se rindieron.

Eso fue por un yate. Ahora este nuevo equipo de piratas tiene en su poder un arsenal militar, que incluye 33 tanques de guerra rusos, lanzacohetes y un número no identificado de municiones. La situación no tiene precedentes. Estados Unidos redirigió parte de su flota del Golfo Pérsico y tiene planeado seguir enviando barcos a la zona. La ley no le permite hacer otra cosa que bloquear al buque ucraniano hasta que los piratas icen la bandera blanca y entreguen todo por las buenas. El MS Faina no está fondeado, por lo que está ahorrando combustible. Por su tamaño, los especialistas especulan con que tiene reservas para un mes o un mes y medio. La Marina estadounidense está analizando si seguir el ejemplo francés u optar por una estrategia de desgaste. La primera violaría todas las leyes internacionales. El buque ucraniano, aunque cargado con armamento, no supone una amenaza directa contra ningún tercero. Los tanques están en las bodegas y los lanzacohetes no están completos como para ser operables. La segunda opción, aunque más diplomática, podría costarle a Estados Unidos más de 600 mil dólares, sólo por mantener sus buques de guerra parados un mes y medio, a la espera de la rendición de cincuenta piratas somalíes.

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