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El mundo|Sábado, 8 de noviembre de 2008
Internas de los que perdieron

La crisis republicana

Por David Alandete *
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Desde Washington

El Partido Republicano ha perdido, por primera vez desde 1992, el control de la Casa Blanca y de las dos cámaras del Congreso en un mismo período. Desde 2006 no cuenta con mayoría en la Cámara de Representantes y el Senado. Ahora, tras la victoria de Barack Obama en las elecciones presidenciales, deberá abandonar también el Ejecutivo. Mientras abren un período de reflexión, los conservadores, carentes de liderazgo, se preparan para una difícil travesía del desierto político.

En Estados Unidos no existe la figura de líder de la oposición. Mientras dura la campaña presidencial, el candidato toma simbólicamente las riendas de su partido. Desde el miércoles, tras su derrota, John McCain abandonó ese rol y se retiró a descansar con su familia en su rancho de Sedona. Su futuro inmediato está en el Senado, donde le quedan todavía dos años de mandato como representante por Arizona.

Cuando, el miércoles, la candidata a la vicepresidencia Sarah Palin regresó a su estado de Alaska, una multitud la recibió al grito de “2012”, en referencia al año en que se volverán a celebrar elecciones presidenciales. En esta campaña, las bases conservadoras compararon a Palin con el ex presidente Ronald Reagan, por el hecho de ser gobernadora, por su telegenia y por su conservadurismo en asuntos sociales.

En su discurso de despedida, en Phoenix, McCain dijo que Palin sería “una nueva voz” a escuchar dentro del partido. De ella depende ahora si quiere proyectar esta voz con una candidatura a la presidencia en las primarias de 2011. Por ahora, en una entrevista concedida al canal de noticias CNN, ni confirmó ni desmintió que estos planes le pasen por la cabeza. “2012 me parece tan lejano que no puedo imaginarme lo que estaré haciendo entonces”, dijo. Palin se enfrenta, además, a la reelección como gobernadora de Alaska en 2010.

A Palin no le resultaría fácil liderar su partido en 2012. La gobernadora es popular entre las bases religiosas evangélicas, una bolsa de 80 millones de votantes, pero el ala moderada del partido la considera poco capacitada. El ex secretario de Estado Colin Powell citó, entre las razones para apoyar a Barack Obama, la elección de Palin por parte de McCain. El miércoles, en una entrevista, dijo que “veo dónde nos equivocamos: no adherimos a las esperanzas, los sueños y las ambiciones del pueblo americano”.

Powell fue el primero en entonar el mea culpa en esta era post-Bush. El actual presidente dejó a su partido la mayor derrota en el voto popular desde 1964, el año en que Lyndon Johnson venció a Barry Goldwater. Las pérdidas en el Senado y la Cámara de Representantes también fueron antológicas.

Una de las más significativas es la de Elizabeth Dole, una veterana del partido que sirvió en las administraciones de Reagan y Bush padre. Tras seis años como senadora, perdió su banca por Carolina del Norte, que en el pasado fue tradicionalmente republicana y que ayer, según las cadenas de televisión y después de un minucioso recuento de dos días, fue a parar a los demócratas.

Los conservadores perdieron también bancas en Virginia, New Hampshire, Colorado, Nuevo México y Oregon. Además, se les desvanecieron 19 congresistas de la Cámara de Representantes. Ayer, el número dos del grupo conservador en esta cámara, Roy Blunt, de Missouri, anunció que abandonará su puesto a fin de año para dejar paso a un nuevo liderazgo.

Con movimientos como éste, comienzan también las luchas internas por el poder. El líder republicano en la Cámara, John Boehner, de Ohio, anunció que no tiene intención de renunciar, pero la última palabra la tienen sus compañeros, que se reunirán a mediados de mes para elegir una nueva jefatura. El representante Eric Cantor, de Virginia, ya anunció que quiere su puesto.

Sin embargo, es probable que durante los meses que quedan de travesía del desierto, la cabeza más visible del partido sea el moderado Mitch McConnell, senador por Kentucky desde hace cinco períodos y líder de la minoría republicana en el Senado. El martes por la noche, McConnell le tendió una mano a Obama. “Tenemos la oportunidad de conseguir grandes logros conjuntos para la ciudadanía americana”, dijo.

Sin embargo, tras la derrota, el núcleo duro del partido no quiere temple ni moderación. El también senador Jim DeMint, de Carolina del Sur y uno de los políticos más conservadores de la cámara, dijo que a la hora de buscar un nuevo liderazgo, el grupo que él representa no admitirá medias tintas. Tras saber de la victoria demócrata, dijo: “Nuestro partido debe comenzar hoy mismo a admitir sus errores, luchar por sus convicciones y animar a otros conservadores a buscar nuevos puestos”. La batalla por el poder ha comenzado.

* De El País de Madrid. Especial para PáginaI12.

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