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El mundo|Sábado, 22 de noviembre de 2008
Insultos y abucheos en la última cumbre del actual presidente de Estados Unidos

Alan García recibió a su “gran amigo” Bush

Al grito de “Bush genocida, fuera del Perú”, una multitud reunida en la emblemática plaza Dos de Mayo repudió la presencia del líder norteamericano, que había viajado a la cumbre de la APEC en su despedida internacional.

Por Carlos Noriega
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Manifestantes repudian en la plaza Dos de Mayo la presencia del presidente norteamericano en Lima.

Desde Lima

Mientras en las calles de Lima se escuchaban los gritos de “Bush genocida, fuera del Perú”, el presidente norteamericano, George W. Bush, llegaba a Lima minutos antes de las tres de la tarde (seis de la tarde hora argentina) en el Air Force One. Bush fue recibido por el ministro de Defensa, Antero Flores Aráoz. Entre los funcionarios que lo acompañan se encuentra la secretaria de Estado, Condoleezza Rice. Bush llegó a Lima para asistir a la XVI Cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC, por sus siglas en inglés), que se inicia hoy y culmina mañana domingo. Esta será la última cumbre presidencial que tendrá a Bush entre sus asistentes. El saliente presidente norteamericano aprovechará su estadía en Lima para mantener reuniones bilaterales con los presidentes de Rusia, Dimitri Medvedev; de China, Ju Hintao; y de Corea del Sur, Lee Myung-back; y con el primer ministro de Japón, Taro Aso. También se reunirá en privado con su anfitrión, el presidente Alan García, quien no ha ahorrado elogios para Bush, a quien ha llamado “un gran amigo”. Bush también ha expresado su simpatía por el presidente peruano. “Es un gran aliado y amigo de Estados Unidos; Perú es un socio estratégico”, declaró antes de partir de Washington. Durante la administración Bush, el Perú y Colombia se han convertido en los principales aliados de Washington en la región.

Del aeropuerto, Bush se trasladó en una limusina blindada, resguardada por doce camionetas de seguridad también blindadas, hasta el Hotel Marriott, que ha sido tomado por estos días por la delegación norteamericana. El Marriott, que fue donde se hospedó Cristina Kirchner en mayo pasado durante su asistencia a la Cumbre de América latina y la Unión Europea, queda en el apacible distrito de Miraflores, al borde de un acantilado mirando al océano Pacífico. Toda la zona ha quedado prácticamente militarizada, como buena parte de la ciudad durante estos días, y las calles han sido cortadas para impedir el tránsito vehicular por los alrededores del hotel. En el mar monta vigilancia un portaaviones norteamericano que lleva a bordo aviones caza F-16. La delegación norteamericana incluye 600 agentes de seguridad.

En la calle, el sentimiento era muy distinto al intercambio de elogios entre los presidentes de Perú y Estados Unidos. La protesta contra Bush, que el gobierno atacó calificándola como un atentado contra la imagen internacional del país, comenzó ayer desde antes del mediodía en la plaza Dos de Mayo, en el centro de Lima, escenario tradicional de manifestaciones sindicales. En la plaza, que amaneció rodeada de policías, se realizó un simbólico juicio antiimperialista contra Bush. La sentencia fue la esperada: la condena a Bush por ser “el mayor violador de los derechos humanos en el mundo y el culpable de la crisis mundial”. Mientras se desarrollaba el juicio antiimperialista, seis jóvenes vestidos de naranja y con bolsas negras cubriéndoles la cabeza exigieron el cierre de Guantánamo y el enjuiciamiento de Bush por las violaciones a los derechos humanos en esa prisión militar. Durante la protesta, los gritos contra Bush se entremezclaron con las arengas en contra de Alan García. “Bush y García, son la misma porquería”, era una de las consignas más escuchadas.

Los presidentes y líderes de los 21 países que forman APEC debatirán sobre el libre comercio y la crisis económica en los salones del cuartel general del ejército, conocido como “El Pentagonito”, que en los años ochenta y noventa fue un centro clandestino de detenciones, torturas y ejecuciones. Por ese lugar, ubicado en el exclusivo barrio limeño de San Borja, pasaron muchos de los desaparecidos durante la guerra interna, que dejó 70 mil muertos. En El Pentagonito funcionó un horno crematorio para incinerar los cuerpos de los desaparecidos que fueron asesinados. Este lugar también fue el centro de operaciones del Grupo Colina, el escuadrón de la muerte del gobierno de Fujimori, por cuyos crímenes el ex dictador está siendo juzgado. Pero la tenebrosa historia de El Pentagonito no es la única sombra de la guerra sucia que sobrevuela la reunión presidencial de APEC. El presidente del comité organizador de APEC es el vicepresidente de la República, Luis Giampietri, un vicealmirante retirado convertido en uno de los principales símbolos de la guerra sucia. En julio de 1986, durante el primer gobierno de Alan García, Giampietri encabezó el asalto militar a la isla penal El Frontón, frente a las costas de Lima, para reprimir un motín de los presos del grupo armado maoísta Sendero Luminoso. La operación militar terminó con más de cien prisioneros muertos y apenas una veintena de sobrevivientes. La mayoría de los presos fueron ejecutados luego de rendirse.

Acosado por protestas sociales en todo el país, que en las últimas tres semanas han dejado cuatro muertos, García está haciendo todo lo posible por utilizar la cumbre de APEC como una muestra de apoyo internacional a su gestión. Con aire triunfalista anunció el miércoles último, acompañado por el presidente chino Ju Hintao, que fue el primero en llegar al país, que ya estaba todo listo para la firma de un Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Perú y China. Pero el anuncio desató, ese mismo día, la protesta en las calles de los pequeños productores textiles.

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