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El mundo|Viernes, 18 de octubre de 2002

Terror indonesio, y ahora filipino

Después del atentado a la discoteca de Bali, en el que murieron 189 personas, ayer fue el turno de la vecina Filipinas, con 6 muertos.

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Una víctima seriamente herida recibe auxilio.
Por John Aglionby *
Desde el Sudeste de Asia

Dos bombas estallaron ayer en centros comerciales atestados en la sureña ciudad filipina de Zamboanga, matando a seis personas e hiriendo a 143. Nadie ha asumido responsabilidad por los ataques, pero un portavoz militar culpó a una fracción de Abu Sayyaf, conocido grupo terrorista basado en la región que se especializa en secuestros y atentados con bomba. Este atentado viene a la zaga del ataque con bomba en la isla indonesia de Bali, que dejó 189 muertos el sábado por la noche.
La policía dijo que las bombas de Zamboanga, que estaban hechas de TNT, eran similares a un dispositivo que estalló en la ciudad el 2 de octubre, matando a cuatro personas, incluyendo un soldado norteamericano. Unas 260 tropas están en el sur de las Filipinas continuando ejercicios de entrenamiento iniciados este año para mejorar la capacidad del ejército filipino para combatir organizaciones como Abu Sayyaf. El reforzamiento de la capacidad militar comenzó inmediatamente después de los atentados del 11 de septiembre, porque se pensaba que Filipinas era uno de los más seguros blancos próximos del terror.
La primera bomba de ayer estalló en el mostrador de bolsos del popular centro comercial Shopo Rama exactamente antes del mediodía. “El suelo tembló y estalló el pandemónium –dijo Ofelia Fernández, que estaba en la calle de enfrente en ese momento–. Gente bañada en sangre salió del humo gritando y corriendo en todas direcciones.” Policías, bomberos y socorristas se precipitaron a la escena de los hechos para asistir a las víctimas y acordonar el área. La televisión local mostró personas desconcertadas, gravemente heridas y cubiertas en sangre, escapando del lugar. Unos 20 minutos después, mientras las fuerzas de seguridad empezaban a sellar el área, la segunda bomba estalló en el comercio Shoppers Central, a una cuadra de distancia. Los heridos fueron trasladados de urgencia a varios hospitales de la ciudad, que vieron su capacidad rápidamente saturada. Los seis muertos de las dos explosiones incluyen a tres mujeres y un niño. De los heridos, se informó que 20 están en condición crítica.
La policía halló luego al menos siete paquetes más, dos de los cuales resultaron ser bombas. Se las desactivó. Todos los comercios en el centro de la ciudad fueron cerrados, las calles fueron bloqueadas y muchas escuelas de la ciudad enviaron a casa a los niños. El teniente general Narciso Abaya, comandante de las Fuerzas Armadas para el sur de Filipinas, que había asumido el cargo sólo horas antes de la primera explosión, prometió encontrar a los culpables. “Llegaremos al fondo de esto –declaró mientras comandaba personalmente las tropas para aislar la zona–. Condenamos este acto terrorista. Los terroristas pueden golpear en el momento más inesperado y por todo el tiempo que puedan hacerlo para infligir la mayor cantidad de bajas a víctimas desamparadas para propagar el miedo.”
Un portavoz del ejército, el teniente coronel Danilo Servando, dijo que las autoridades no estaban seguras de quién puso las bombas, pero pensaban que Abu Sayyaf, que se encuentra vinculado con Al-Qaida, probablemente era responsable. “Estamos mirando al grupo (del comandante general de Abu Sayyaf) Khaddaffy Janjalani como primariamente responsable por el incidente –declaró–. Las bombas recuperadas fueron similares a las empleadas en la explosión de Malagutay (el 2 de octubre).”
María Clara Lobregat, alcaldesa de Zamboanga, estuvo de acuerdo en que los culpables más probables eran extremistas musulmanes. Cuando se le preguntó si pensaba que estaban involucrados, respondió: “Es lo más probable. Son los únicos que harían esto. Ante lo que hicieron estos terroristas, no cabe más que llorar”.
Anoche, la policía había interrogado al menos a 16 personas, incluyendo a dos turcos y un malayo, que podían estar en conexión con las bombas. Los investigadores declinaron decir si eran todos sospechosos y los tres extranjeros fueron liberados.

* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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