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El mundo|Jueves, 15 de enero de 2009
POR LOS ABUSOS SOBRESEYERON AL PRINCIPAL SOSPECHOSO DEL 11/9

Confirman torturas en Guantánamo

La máxima autoridad a cargo de decidir si se debe llevar a juicio a los detenidos sospechosos de terrorismo dijo que no presentará cargos contra el veinteavo pasajero de los vuelos terroristas porque confesó bajo tortura.

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Manifestantes piden el cierre de Guantánamo durante una marcha en Washington D. C.

Estados Unidos torturó a un ciudadano de Arabia Saudita en la prisión de la base naval de Guantánamo, Cuba, por su presunta participación en los ataques del 11 de septiembre de 2001. Susan Crawford, máxima responsable de la administración Bush para decidir si se debe llevar a juicio a los detenidos sospechosos de terrorismo, admitió el empleo de la tortura en los interrogatorios en una entrevista con The Washington Post. “Torturamos a Qahtani. Sin duda alguna, su caso cumple con todos los requisitos para llamarlo de ese modo”, señaló Crawford.

A Mohammed Al Qahtani se le negó el acceso a Estados Unidos un mes antes de los atentados a las Torres Gemelas por un problema con su visa. Qahtani trató de entrar al país en Orlando, Florida. Allí, en el estacionamiento del aeropuerto, lo esperaba Mohammed Atta, líder de los terroristas. Según la investigación, el torturado estaba destinado a ser el quinto secuestrador en el vuelo 93 de United Airlines, el único que fue secuestrado por cuatro fundamentalistas en vez de cinco. Poco tiempo después fue capturado en las montañas de Afganistán y trasladado a Guantánamo por la CIA en enero de 2002. Allí fue interrogado 20 horas al día durante más de ocho semanas entre noviembre de 2002 y enero 2003, bajo la sospecha de que había participado en la planificación de los ataques terroristas de Nueva York.

En la isla, el saudí fue puesto a disposición de militares norteamericanos expertos en interrogatorios. “Al Qahtani fue desnudado, se lo amenazó con un perro y se lo obligó a ponerse ropa interior femenina para forzarlo a comportarse como un animal adiestrado para el circo”, reveló Crawford. Según los informes, Al Qahtani, de 30 años, fue sometido a un aislamiento sostenido, privación del sueño y prolongada exposición al frío. “Cuando se piensa en tortura, se piensa en un horrendo acto físico hecho a un individuo. Esto no fue ningún acto en particular; esto fue una combinación de cosas que tenían un impacto médico en él, que dañaron su salud”, precisó Crawford en la entrevista. “Fue abusivo, fuera de lugar y coercitivo. Por todo ello me decidí a llamarlo tortura”, insistió.

“Mi cliente sufre de pérdida de la memoria, paranoia y falta de concentración. Lo único que quiere es volver a Arabia Saudita, casarse y formar una familia”, indicó Gitanjali Gutiérrez, abogado civil de Qahtani. Sin embargo, la funcionaria norteamericana aclara un punto: “Todas las técnicas que usaron estaban autorizadas, pero la manera en que las aplicaron fue demasiado agresiva y persistente”. En varias ocasiones, según consta en registros militares, el detenido estuvo al borde de la muerte.

“Cuando me enteré, me enojé muchísimo. Sentí vergüenza de mi país. Pensé que al tolerar cosas como éstas ya no íbamos a poder decir nada si norteamericanos eran torturados en cualquier parte del mundo. Perdimos toda autoridad moral”, dijo Crawford, precisando que, debido a lo constatado, no es posible enjuiciar al sospechoso ya que su testimonio fue obtenido bajo tortura, por lo que tuvo que desestimar los cargos de crímenes de guerra que pesaban contra él. A pesar de ello, según su opinión, no caben dudas acerca de la culpabilidad del sospechoso. “De haber podido, seguro hubiese sido uno de los pilotos suicida”, sentenció. Fiscales militares, por su parte, discrepan con la jueza y ya adelantaron que apelarán la medida argumentando que obtuvieron las mismas confesiones en interrogatorios posteriores donde no se habrían utilizado métodos de este tipo. Crawford salió al cruce y dijo que no les dará cabida.

Consultados en numerosas ocasiones por el Congreso y la prensa de su país, el presidente George W. Bush y el vicepresidente Dick Cheney siempre negaron la tortura en los interrogatorios. “Estados Unidos no tortura. Va contra nuestras leyes y nuestros valores”, declaró Bush en septiembre 2006, cuando se hicieron públicos los vuelos secretos de la CIA para trasladar detenidos hasta la prisión situada en el Caribe.

Esta semana Obama anunció que una de sus primeras medidas luego de asumir el cargo será ordenar el cierre de la prisión norteamericana.

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