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El mundo|Jueves, 29 de enero de 2009
EL FORO SOCIAL MUNDIAL DENUNCIO LA TALA INDISCRIMINADA DE ESPECIES DE ARBOLES EN PELIGRO

Amazonia reclama atención de los políticos

Entre los males que azotan a este enorme territorio natural está el grillagem: los grandes dueños de tierras que anexaron por su cuenta enormes porciones de territorio a sus dominios y que muestran títulos falsos.

Por Sandra Russo
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Un desfiile convocó a miles de personas en Belém, con motivo del Foro Social.

Desde Belém do Pará

Uno debería estar en más de cinco lugares al mismo tiempo para tener una idea completa de lo que está pasando en esta ciudad. Los paneles y los debates son simultáneos y se llevan a cabo en distintas sedes. Eso obliga a elegir un eje, y el de ayer fue indudable: entre los temas más importantes de esta edición del Foro Social Mundial (FSM), la Amazonia, el pulmón del planeta, reclama la atención de líderes que incluso vienen de ámbitos diferentes al ambientalismo. Leonardo Boff, por ejemplo, es una de las principales personalidades que se alistan ahora en la defensa del medio ambiente, “porque de ella depende la preservación de la vida, del agua, del aire. Estamos tratando a la tierra como los torturadores tratan a sus víctimas”.

El sociólogo Cándido Grzibowsky, uno de los miembros del Comité impulsor del Foro desde el 2001, es otra de las voces autorizadas a reclamar para la Amazonia un nuevo patrón de desarrollo, que sea compatible con la sustentabilidad y la solidaridad. A pesar del carácter de “reserva” que tiene gran parte del territorio amazónico, día a día se llevan a cabo violaciones contra la naturaleza y los pueblos que viven en contacto con ella. Es más: el problema de la Amazonia es elevado aquí a la gran disyuntiva que el sector más vulnerable del mundo tiene por delante, toda vez que sus recursos ya son disputados por los países centrales. Los mismos países que han impuesto un modelo de desarrollo que no es viable.

Grzibowsky es director de Ibase, una de las organizaciones más importantes de la sociedad civil brasileña. En una mesa de presentación del FSM ante los periodistas acreditados, el sociólogo dijo: “Nosotros surgimos contra la globalización neoliberal que ahora se está derritiendo. Hace nueve años nos decían ingenuos por asegurar que otro mundo es posible. Pero los cambios y esta coyuntura mundial demuestran que estábamos en lo cierto. La crisis financiera y ambiental revela que la no sustentabilidad de la economía real da la razón a la necesidad urgente de cambiar el mundo”. Otro miembro fundador, Oded Grajew, se refirió a la lógica de pensamiento que debe acompañar ese cambio. “Queremos crear conciencia sobre la enfermedad que hoy contamina el mundo con las ideas de competencia y consumo sin límites. Tenemos que desintoxicarnos de esas ideas.”

Ante ese auditorio de periodistas, Grajew aludió elípticamente a cierto tipo de cobertura que está teniendo el FSM, con fotos del Campamento de Estudiantes bañándose aparentemente desnudos. “Es muy importante cubrir los romances o diversiones en el Campamento de los jóvenes –ironizó–, pero aquí se van a realizar miles de debates con gente de las más alta capacitación en las áreas de salud, educación, economía, medio ambiente. Aquí tienen gente con historia de vida y mucho contenido. Por lo tanto, les pido que dispensen algunos minutos para conocer esos contenidos”, dijo.

El día de la apertura, más de mil quinientos participantes prestaron sus cuerpos para formar una bandera humana que rezaba “SOS Amazonia” en el campus de la Universidad Federal y Rural de la Amazonia. Cada año, a pesar de la legislación existente, entre 11.000 y 24.000 kilómetros cuadrados son devastados por corporaciones multinacionales. Si ese ritmo continúa constante, los científicos advierten que la región entera, que es fundamental para la estabilidad climática del planeta, entrará en una crisis ecológica sin precedentes dentro de pocos años. Ese proceso liberaría cantidades masivas de carbono en la atmósfera, provocando desastres todavía no conocidos al menos por la civilización a la que pertenecemos.

Entre los males que azotan a la Amazonia está no sólo la tala indiscriminada de especies que corren peligro. También está el grillagem, esto es: grandes dueños de tierras que anexaron por su cuenta enormes porciones de territorio a sus dominios, y que muestran títulos falsos. Grillagem viene de grillo, y según la leyenda en los primeros casos detectados hace ya tiempo, los falsos títulos habían sido “envejecidos” gracias a una sustancia sepia que liberan los grillos. Otra peste, conocida también más al sur, es el monocultivo de soja, cuya rentabilidad les quita espacio a otros cultivos que corren peligro de extinción.

La Amazonia es un enorme territorio compartido por nueve países. Sólo en la parte brasileña viven allí 21 millones de personas. Un documento del FSM indica que “en torno del destino de la Amazonia se libra una de las batallas más importantes entre países pobres y los países del sur. Una guerra en la que se decidirán los costos de la crisis ambiental y las consecuencias catastróficas del clima mundial. Los Estados más poderosos, que tienen patrones de producción insustentables, que disponen de enormes recursos financieros, tecnológicos y militares en nombre del bien común, no abandonarán la pretensión de controlar la Amazonia. Intentan reproducir, a costa de nuestros países, los actuales modelos no sustentables de existencia y las prácticas de quinientos años de expropiación de las riquezas y los recursos energéticos de los países de América del Sur”.

Ya no son sólo los ambientalistas, que desde hace años son punta de lanza en estos temas. La protección de la naturaleza es más que nunca una cuestión política, en la que se juega el futuro del planeta.

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