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El mundo|Miércoles, 27 de mayo de 2009
La jueza progresista Sonia Sotomayor no alteraría el equilibrio del tribunal

Obama pone a una hispana en la Corte

Sotomayor es una jueza federal de apelaciones, con ideas de avanzada. Su confirmación en el Senado no está en duda, salvo que cometa un grave error o se destape un escándalo.

Por Rupert Cornwell *
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“Mi corazón rebosa de gratitud”, señaló la nominada.

Desde Washington

Sonia Sotomayor está a un paso de convertirse en el primer miembro hispano de la Corte Suprema norteamericana. Ayer el presidente Barack Obama puso fin al suspenso y nominó a la jueza para el máximo tribunal del país. El anuncio se ganó el aplauso de los demócratas y alcanzó para que los republicanos prometieran que no boicotearán las audiencias en el Senado en donde, aunque son minoría, pueden retrasar el proceso de confirmación.

En términos prácticos, Sotomayor, una jueza federal de apelaciones que creció en un barrio pobre en el Bronx, será una progresista que reemplaza a otro progresista, el saliente juez David Souter. Se sumará a Ruth Bader Ginsburg como la segunda mujer en el tribunal de nueve miembros y, con sus 54 años, inyectará juventud y energía a la facción progresista, cuyo miembro más antiguo es John Paul Stevens, con 89 años.

“Mi corazón está rebosante de gratitud”, señaló Sotomayor al aceptar la nominación en la Casa Blanca. “Este es el gran honor de mi vida”, agregó. Obama sonrió a su lado y la elogió de pies a cabeza. Dijo que se trata de una mujer con un intelecto supremo y con un conocimiento exhaustivo de la ley. Al final de su presentación, el mandatario aseguró que Sotomayor es una jueza que durante sus años en los tribunales demostró conocer y respetar los límites del rol de la Justicia.

Ese último reconocimiento fue un guiño del presidente a los republicanos, quienes suelen denunciar a los jueces progresistas por intentar legislar desde el estrado. Pero el esfuerzo de Obama fue recibido con escepticismo entre algunos grupos conservadores. “Una abierta activista progresista del mundo jurídico que piensa que su agenda política es más importante que lo que dice la ley”, fue el veredicto de Wendy Long, de la Red de Confirmación Judicial, una ONG conservadora.

A pesar de cuestionamientos como ése, la confirmación de Sotomayor en el Senado no está en duda, excepto que la jueza cometa un error imperdonable o explote un escándalo. La última nominación a la Corte Suprema que fracasó en el Capitolio fue la que hizo George Bush en octubre de 2005 con la consejera de la Casa Blanca, Harriet Miers. Su nombre no cayó por la oposición demócrata, sino como resultado de las objeciones de muchos miembros de su propio partido, que argumentaban que la funcionaria simplemente no estaba capacitada para el cargo.

Ese tipo de crítica es poco probable que surja con Sotomayor, una jurista con vasta experiencia y que fue nombrada como juez federal de Nueva York por el primer presidente Bush en 1991 y luego ascendió a jueza de apelaciones en 1997, gracias a la nominación de Bill Clinton. Dos años antes había ganado sus 15 minutos de fama nacional cuando falló contra los dueños de los equipos de baseball y a favor del sindicato de los jugadores. Su decisión puso fin a una huelga nacional, histórica por haber tenido que cancelar, por primera y única vez, la Serie Mundial, en 1994. No es casualidad que Sotomayor sea una ávida fanática de baseball.

Los republicanos pueden no estar encantados con la llegada de un progresista al máximo tribunal del país. Pero lo cierto es que la jueza no cambiará el balance ideológico entre los cuatro jueces abiertamente conservadores, liderados por John Roberts, y los cuatro que generalmente adoptan las posturas más abiertas. En el medio está el juez Anthony Kennedy, el actual voto oscilante de la Corte quien, sin embargo, tiende a agruparse más con los conservadores.

Además de tener poco margen para bloquear la confirmación en el Senado, los republicanos tendrían que pagar un alto costo político frente al electorado. Sotomayor es la primera jueza de origen hispano con posibilidad de llegar a la Corte Suprema y bloquear su ascenso podría significar terminar de alinear a la primera minoría étnica del país y una de las comunidades que más rápidamente crece, los hispanos. En las últimas elecciones presidenciales, esta heterogénea comunidad votó en masa a Obama y ayudó a los demócratas a ganarse una amplia mayoría en el Congreso.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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