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El mundo|Martes, 2 de junio de 2009
Histórica asunción de la ex guerrilla FMLN, reconvertida en partido político en El Salvador

Funes promete disminuir las desigualdades

El flamante mandatario anunció como primera medida doméstica un plan anticrisis para crear y preservar puestos de trabajo. Y en materia de política exterior subrayó que se restablecen las relaciones diplomáticas, comerciales y culturales con Cuba.

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Mauricio Funes (der.) juró como presidente de la histórica ex guerrilla Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN)

Temprano en la mañana de ayer, más de cuatro mil invitados y diecisiete mandatarios de todo el mundo presenciaron en El Salvador lo que nunca antes había ocurrido en la historia de ese país: la asunción de un gobierno de izquierda. Entre gritos de “Sí, se pudo” Mauricio Funes, de 49 años de edad, juró como presidente de la mano de la histórica ex guerrilla y hoy partido oficialista Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN). “Queremos la reconstrucción social, económica e institucional de El Salvador. Ello significa crear un modelo de desarrollo nacional que rescate lo mejor que tenemos, disminuya las desigualdades internas y promueva el rescate de la gran deuda social al tiempo que acelere nuestro desarrollo económico”, sintetizó Funes al estrenar su cargo.

Sin perder un minuto, el hombre que a partir de ayer asumió la responsabilidad de redistribuir la riqueza en una de las naciones más pobres de Centroamérica anunció el lanzamiento de un plan global anticrisis con el objetivo de crear y preservar puestos de trabajo.

Para lograr estos objetivos, Funes anunció un conjunto de medidas que buscarán crear unos 100 mil puestos de trabajo en los próximos 18 meses, principalmente a partir de una fuerte inversión pública. “Y todo esto lo haremos con el doble objetivo de estabilizar la economía y minimizar las consecuencias sociales de la crisis”, aclaró.

Según el flamante presidente salvadoreño, el plan buscará también mantener los empleos existentes, proteger a los sectores más vulnerables de los efectos negativos de la crisis, impulsar políticas de Estado de protección social y establecer un sistema de protección universal para todos sus compatriotas. Consciente de los desafíos en el horizonte, Funes reafirmó su determinación a cumplir con sus objetivos. “Tenemos una tarea gigantesca por delante, pero no nos intimida. No tenemos el derecho de equivocarnos”, remató desafiante. “Haremos una revolución pacífica y democrática”, lanzó entre ovaciones.

En un discurso con fuerte contenido social, el ex periodista de la cadena de noticias CNN que desbancó del poder al partido de derecha Arena, luego de más de dos décadas, prometió dedicar sus mejores esfuerzos por mejorar la calidad de vida de los salvadoreños más pobres, que constituyen casi el 40 por ciento de la población en un país de 5,8 millones de habitantes. “En este nuevo proyecto de nación quiero servir a todos, pero en especial a la población más desfavorecida, mediante el éxito de un gobierno que será sensato y honrado”, adelantó. “Y para ello convocaré a un diálogo nacional para definir una estrategia que incluya un acuerdo sobre el empleo y la política social”, explicó.

Al referirse a la crítica situación económica actual de su país, Funes arremetió, sin dudarlo, contra la herencia recibida. “El escenario es tal que debemos hablar sin rodeos de un deterioro inaceptable de las finanzas públicas en un cuadro de economía dolarizada. La responsabilidad de esta situación no es del pueblo salvadoreño, sino de la elite dirigente que estuvo hasta hoy en el poder”, acusó. “El estado de la administración pública está lejos de ser satisfactorio”, estimó. Y fue más lejos. “Ello se debe a que fue manejada por gente complaciente con la corrupción y el crimen organizado.” Más ovaciones.

Luego fue el turno de la política exterior y, en ese momento, bajo la mirada atenta de la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, Mauricio Funes anunció la apertura inmediata de las relaciones diplomáticas, comerciales y culturales con Cuba, cerrando así el círculo regional, ya que El Salvador era hasta ayer el único país latinoamericano que aún no había restablecido sus vínculos con La Habana, rotos tras una resolución de la OEA a instancias de Estados Unidos a comienzos de los años sesenta.

Antes de cerrar su discurso, el mandatario salvadoreño dedicó unas palabras a los presidentes de Brasil y de Estados Unidos, a quienes se refirió como sus modelos a seguir. “Cuando mis adversarios, distorsionando hechos y manchando la honra de las personas, intentaron falsamente descalificarnos durante la campaña, a mí y a mi querido partido, el FMLN, fuimos a buscar los ejemplos vigorosos de Obama y de Lula, como prueba de que líderes renovadores, en lugar de ser una amenaza, significan un camino nuevo y seguro para sus pueblos”, enfatizó Funes. Y agregó: “Obama, yo decía, probó que es posible reinventar la esperanza. Y Lula, a su turno, demostró que se puede hacer un gobierno popular, democrático, con economía fuerte y distribución justa de la riqueza”.

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