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El mundo|Jueves, 4 de junio de 2009
En un audio atribuido a Bin Laden, el líder de Al Qaida fustigó al presidente de EE.UU.

Obama busca revivir el proceso de paz

El mandatario estuvo en Arabia Saudita con el objetivo de reconstruir la imagen de Estados Unidos en el mundo musulmán. Expectativa en Medio Oriente por el discurso que dará hoy en la Universidad de El Cairo.

Por Rupert Cornwell *
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Obama conversó con el rey Abdulá, de Arabia Saudita, y dijo que le pidió consejo.

Desde Washington

Al comenzar su segunda visita a Medio Oriente, el presidente Barack Obama buscó ayer la ayuda de Arabia Saudita para lograr dos objetivos clave: reconstruir la imagen de Estados Unidos en el mundo musulmán y revivir el proceso de paz palestino-iraelí. Era “muy importante venir al lugar donde comenzó el Islam a buscar consejo de Su Majestad y discutir los temas que confrontamos aquí en Medio Oriente”, dijo Obama antes de la conversación con el rey Abdulá en su chacra cerca de Riad.

Su visita a Arabia Saudita, el mayor exportador de petróleo y un vital aliado de Estados Unidos en la región, fue en la víspera del muy aclamado discurso de El Cairo, la pieza central de su viaje, en el que tratará, en palabras del vocero de la Casa Blanca, Robert Gibbs, de reestablecer las relaciones de Estados Unidos con el mundo islámico.

La magnitud de su tarea –pero también la oportunidad que llama a este joven y altamente popular presidente de Estados Unidos– fue subestimada por un sondeo hecho en los países árabes y musulmanes y dado a conocer en Washington, mostrando que el 78 por ciento de aquellos encuestados tenían una impresión desfavorable de Estados Unidos. Aunque los funcionarios norteamericanos enfatizaron que Obama no develará medidas nuevas en su discurso en el salón del domo de la Universidad de El Cairo, el hecho tomó una colosal significación simbólica, a punto tal que el liderazgo de Al Qaida, el más duro enemigo de Estados Unidos en el mundo islámico, se ha sentido obligado a condenarlo, aun antes de que sucediera.

“Los árabes no deben ser engañados”, habría declarado Osama bin Laden en un mensaje de audio que la cadena de televisión Al Jazeera le atribuye. El presidente de Estados Unidos, dijo, “había sembrado las semillas del odio y la venganza” al “pagarle” a Pakistán para que actuara contra los militantes islámicos en el Valle de Seat y forzando a “millones” de musulmanes a huir como refugiados. El presidente Asif Ali Zardari había “traicionado” a su país “para implementar una conspiración estadounidense, judía e india” contra Paquistán, habría dicho Bin Laden en el mensaje, cuya autenticidad no pudo ser confirmada.

Un día antes, Ayman al Zawahir, el vice de Bin Laden, había lanzado una advertencia similar, llamando a Obama criminal y aconsejando a los musulmanes no dejarse engañar por sus suaves palabras. Pero para muchos especialistas de Medio Oriente, esta explosión de dos declaraciones es una advertencia que esconde un elogio, una señal de los temores de Al Qaida de que este presidente, cuyo padre fue un musulmán y que pasó parte de su infancia en Indonesia, pudiera transformar actitudes, borrando los recuerdos del despreciado George W Bush.

Los funcionarios de la Casa Blanca, sin embargo, minimizaban el potencial impacto de la ocasión, diciendo que tal discurso solo no podría solucionar de un golpe los complicados problemas de la región –sobre muchos de los cuales Arabia Saudita, el corazón cultural y religioso del Islam sunnita, puede tener un propósito vital–. “Confío en que trabajando juntos, Estados Unidos y Arabia Saudita pueden lograr progresos en una serie de temas de mutuo interés”, dijo Obama refiriéndose a los problemas que van desde el conflicto israelo-palestino a incluir a Irán en la lucha contra el talibán y Al Qaida en Pakistán y Afganistán y al precio del petróleo.

Sobre el primero, Obama se enfrenta a una dura tarea, mientras trata de convencer a un Israel resistente y a países árabes escépticos de que hagan concesiones que podrían poner nuevamente en marcha el proceso de paz. El mes pasado fracasó tratando de convencer a Benjamin Netanyahu, el primer ministro de Israel de línea dura, a que se comprometiera a una solución de dos estados o que detuviera el crecimiento de los asentamientos.

Con movimientos que fracasan en ambos frentes, los gobiernos árabes señalaron esta semana que no se puede esperar que vayan más allá del ofrecimiento existente, que data de 2002: que Israel normalice las relaciones con el mundo árabe a cambio de un Estado palestino dentro de las fronteras anteriores a 1975 y el regreso de por los menos algunos refugiados palestinos. Un tema relacionado es Irán. La Casa Blanca cree que puede manejar la gran preocupación entre los vecinos árabes respecto de Teherán (por la creciente influencia de esta última en la región y su búsqueda de armas nucleares), para acelerar el progreso en el frente israelo-palestino.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Traducción: Celita Doyhambéhère.

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