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El mundo|Miércoles, 1 de julio de 2009
Viajará mañana a Tegucigalpa junto al representante de la OEA y la presidenta argentina

Zelaya vuelve acompañado a pesar de la amenaza

El presidente destituido denunció a los golpistas ante Naciones Unidas. En Honduras tiene pedido de captura. José Miguel Insulza (OEA), Miguel D’Escoto (ONU) y Cristina Fernández participarán de la operación retorno. Rafael Correa se sumaría.

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Manuel Zelaya ratificó ante el pleno de la Asamblea General de la ONU su determinación de volver.

El cerco internacional contra el gobierno de facto instalado en Honduras que derrocó al presidente electo Manuel Zelaya se cerró ayer aún más luego de que el depuesto mandatario denunciara a los golpistas ante la ONU. Acto seguido, la Asamblea General del organismo adoptó una resolución por la que exigió la restitución inmediata de Zelaya en tanto presidente legítimo, el Banco Mundial (BM) anunció la suspensión de un crédito de 270 millones de dólares y la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) solicitó enviar una misión para verificar la vigencia de los derechos humanos. Además, la iniciativa de Zelaya de volver a su país para retomar su cargo prevista para mañana sigue en pie y todo está listo para el desembarco, a pesar de la amenaza de detención. “La dictadura de Honduras tiene las horas contadas”, vaticinó desde Quito el presidente ecuatoriano Rafael Correa, que al cierre de esta edición evaluaba sumarse al vuelo que llevará a Zelaya de vuelta a Tegucigalpa y para el cual ya se alistaron José Miguel Insulza, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Miguel D’Escoto, presidente de la Asamblea General de la ONU, y la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner.

Anoche seguían afinando los detalles de la operación retorno de Zelaya, quiénes irán, por dónde entrarán, qué garantías de seguridad podían conseguir del gobierno de facto hondureño. A última hora, el gobierno venezolano de Hugo Chávez difundió un comunicado en el que advertía que el operativo podía terminar mal. “Ya hay que considerar que una agresión contra la delegación que va a Honduras abriría otro tipo de puerta. Entonces habría que plantear, por ejemplo, la intervención militar de Naciones Unidas”, adelantó el mandatario venezolano.

Durante todo el día el frente diplomático avanzó en la presión contra la dictadura hondureña. La principal estrategia fue la de retirar los embajadores de la capital. Los primeros en hacerlo habían sido los países que integran la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA) el lunes, pero ayer se sumaron México, Chile, El Salvador y Brasil. El pequeño país centroamericano incluso suspendió todo el comercio bilateral durante, en principio, 48 horas. Por su parte, Miguel Angel Moratinos, canciller español, hizo lo propio desde Madrid e instó a todos sus pares de la Unión Europea (UE) a que llamaran de vuelta a sus embajadores de forma urgente como gesto de firmeza.

Washington, sin embargo, marcó la diferencia y anunció que por ahora mantendrá a su representante. “Creemos que es importante tener un representante sobre el terreno en la búsqueda de una solución a la crisis desatada”, justificó Robert Gibbs, vocero de la Casa Blanca. A pesar de esta negativa, Estados Unidos se convirtió ayer en el epicentro de la movida internacional contra los golpistas.

Y es que fue justamente desde la ciudad de Nueva York desde donde Zelaya ratificó ante el pleno de la Asamblea General de la ONU su determinación de volver mañana a Honduras para retomar su cargo y negociar con aquellos que lo subieron en pijama a un avión y lo enviaron a Costa Rica.

Para cumplir con su objetivo, según el mandatario, no sólo contará con el acompañamiento de Insulza, D’Escoto y Fernández de Kirchner, sino que además tendría el apoyo de Washington. “Regresaré para dialogar. Estados Unidos está ofreciendo apoyo para mi retorno y por eso, creo que al verme llegar, las fuerzas armadas se van a rectificar y van a decir: ¡estamos a sus órdenes, señor presidente constitucional!”, señaló el hondureño.

Asimismo, y a pesar de precisar que no piensa buscar una reelección luego de la finalización de su mandato el próximo 27 de enero, Zelaya remarcó que insistirá con la consulta electoral que tenía prevista el pasado domingo con vistas a una posible reforma electoral, hecho que finalmente determinó su derrocamiento. “Con la participación ciudadana no se negocia. Voy a insistir, no pueden negarle al pueblo el lugar que éste merece”, explicó, e insistió con su mensaje de conciliación. “Soy un hombre de fe y no tengan dudas de que yo puedo perdonar. Pero la historia, las naciones y los pueblos no olvidarán esto”, advirtió.

Pero además de Nueva York, Washington también sirvió ayer de plataforma antigolpista. Allí, al cierre de esta edición, la OEA sesionaba de forma extraordinaria, con la presencia de Zelaya, para decidir qué medidas tomará el organismo contra el régimen de facto hondureño. Insulza insistió con la estrategia de aislamiento. “Sin reconocimiento legal, sin recursos, sin ser admitido en ningún organismo internacional, la dictadura no es capaz de sostenerse”, razonó el chileno.

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