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El mundo|Jueves, 2 de julio de 2009
La dictadura de Honduras se niega a restituir al mandatario y cada vez está más aislada

La OEA pospone tres días la vuelta de Zelaya

Los países del hemisferio y el propio presidente depuesto decidieron darle 72 horas al gobierno de facto para normalizar la situación política de Honduras. Si no lo hace, podrían suspenderlo de la OEA y cortarle toda la ayuda multilateral.

Por María Laura Carpineta
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Insulza (der.) fue muy claro: la organización no reconoce al gobierno de facto y no va a negociar con él.

La OEA puso a la dictadura hondureña contra las cuerdas: entregan el poder al presidente legítimo Manuel Zelaya en 72 horas o se convierten en un paria en la región. “El plazo se cumple el sábado, ni un día más”, advirtió ayer el secretario general de la Organización de Estados Americanos, José Miguel Insulza, tras una maratónica sesión en Washington. Después de discutir y negociar durante toda la madrugada, los países del hemisferio y el propio Zelaya decidieron postergar su vuelta a Tegucigalpa y darle tres días al gobierno de facto para normalizar la situación política del país. Si no lo hace, podrían suspender al país de la OEA y cortarle toda la ayuda multilateral. A pesar del tono del ultimátum, la respuesta llegó rápido. “No estamos dispuestos a restituirlo porque Zelaya cometió delitos. La Corte Suprema de Justicia ya tiene la orden de captura y en el momento en que ingrese al país será trasladado a las cárceles”, aseguró el presidente de facto, Roberto Micheletti.

Enfundada en una actitud optimista, la cara visible de la dictadura hondureña le restó importancia al creciente aislamiento internacional. “Tenemos la fortaleza y la fe en Dios de que, poco a poco, vamos a ir logrando el objetivo de que el mundo entero reconozca que teníamos que tomar esta decisión por la legalidad”, señaló el hombre de traje y corbata, secundado por un paredón de generales. Convencido de ello, envió ayer a su canciller de facto a Washington, pero la OEA no lo quiso recibir. Insulza había sido muy claro, la organización no reconoce al gobierno de facto y, por lo tanto, no va a negociar con él.

El revés se sintió como un cachetazo en el palacio presidencial hondureño, por estos días rodeado de militares y vallas. Al caer la tarde, Micheletti le devolvió la gentileza al secretario general. “No podemos negociar nada con la OEA. Las cosas se van arreglando”, aseguró, ya no tan sonriente.

Pero las cosas no se están arreglando para los zelayistas. Juan Barahona, un dirigente de Bloque Popular, una federación de organizaciones sociales que acompañó hasta el último día al gobierno legítimo, denunció en conversación telefónica con este diario que el Congreso estaba por declarar el estado de sitio. “Si lo aprueban, nuestra situación será mucho más difícil: nos perseguirán, reprimirán y encarcelarán con mucha más fuerza”, advirtió Barahona, sin disimular su temor. Según relató, ayer a las ocho de la mañana comenzaron la resistencia pacífica, como había pedido Zelaya desde Nueva York. “Miles de personas recorrimos casi todo el centro de Tegucigalpa, evitando chocar con los policías, que están por todos lados. Fuimos a la Casa de Gobierno, a la sede de la OEA y al centro comercial”, relató. Antes de desmovilizarse, convocaron una nueva movilización para las 8 de hoy frente al Congreso Nacional. Horas más tarde el régimen efectivamente declaró el estado de sitio.

Barahona y el resto de los organizadores apostaban ayer a que miles de campesinos, indígenas, mineros y pescadores llegarán esta madrugada desde las distintas regiones del país. “Los militares tienen retenes en las rutas, pero muchos lograron evadirlos a pie, metiéndose en el monte”, señaló el dirigente social. Lo cierto es que, a pesar de sus esfuerzos, la oposición democrática está acéfala. El gabinete de Zelaya y sus principales aliados están sumergidos en la clandestinidad. De la mayoría no se sabe nada desde el domingo, cuando un comando militar secuestró al presidente Zelaya y lo sacó del país. Página/12 habló por teléfono con el ministro de Turismo, Ricardo Martínez, quien decidió quedarse en el país para darle la bienvenida a Zelaya cuando vuelva. “Toda mi familia se fue a Costa Rica, pero hay momentos en que uno tiene que demostrar su lealtad y poner el cuerpo”, aseguró el ministro. Desde el domingo no sabe nada de sus compañeros de gabinete y por eso publicó un video en YouTube para contactarlos.

Ayer a la tarde Zelaya intentó dar un mensaje a través de una radio local, pero la dictadura cortó la señal. “Lo que sucede en el interior del país es un misterio, pero sabemos que los militares están reprimiendo protestas y bloqueos de rutas”, contó. “Aún no vivimos una represión desenfrenada como vivió la Argentina en los setenta, pero el clima de miedo y de censura ya está instalado”, agregó Martínez. Para él, el país volvió a los oscuros y violentos años ’80. “Independientemente de lo que pase en los próximos días, los militares volvieron a ser los poderosos. Retrocedimos a la época en que gobernaban los militares a través de testaferros políticos”, advirtió el ministro.

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