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El mundo|Miércoles, 8 de julio de 2009
El presidente Hu Jintao interrumpió su estadía en Europa y regresó a Beijing

Crece la tensión étnica en China

Mientras la violencia entre uigures musulmanes y han chinos continuaba, las autoridades anunciaron un toque de queda en la capital regional Urumqi. Las mujeres uigures marcharon.

Por Andrew Buncombe *
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Mujeres uigures protestaron por las detenciones de sus maridos.

Grupos rivales que portaban cuchillas y palos tomaron las calles de Urumqi ayer, llevando más caos a la capital de la región Xinjiang de China, donde muchas personas han muerto en choques étnicos. Por momentos, el personal de seguridad, superado en número, parecía incapaz de controlar la creciente violencia. Mientras grupos de uigures atacaban a gente cerca de la estación de ferrocarril, una banda de hasta 1000 chinos de la etnia han buscaba venganza marchando por las calles hacia el barrio musulmán. Eventualmente fueron repelidos por la policía con gases lacrimógenos. Ayer, el presidente chino, Hu Jintao, dejó la reunión en la cumbre del G-8 y volvió a su país.

Sin un final de los choques a la vista, otros grupos –mayormente formados por mujeres uigures– también tomaron las calles para quejarse por la captura de hombres en su comunidad. Los grupos de mujeres dijeron que la policía había entrado a su comunidad el lunes a la tarde buscando a sus maridos e hijos. Cualquiera que tuviera cortaduras u otras heridas que sugiriera que habían estado involucrados en las calles era detenido.

“A mi marido lo detuvieron a punta de pistola”, dijo una mujer que dijo llamarse Aynir a Associated Press. “Golpeaban a la gente, las desnudaban. Mi marido estaba asustado, así que cerró la puerta con llave, pero la policía la tiró abajo y se lo llevó.”

El último brote de violencia –el peor en la región desde hace décadas– estalló a pesar de los cientos de policías y paramilitares que tomaron posición alrededor de la ciudad y que arrestaron a 1400 personas que se decía que estuvieron involucradas en los choques el domingo, que dejaron 156 muertos y cientos de heridos.

Anoche, mientras la violencia continuaba, las autoridades anunciaron un toque de queda en la ciudad y apelaron a la calma. Anteriormente, en el día, el patrón del partido de la ciudad pudo verse cantando slogans con la multitud han. Li Zhi, trepado sobre un vehículo de la policía, comenzó a golpear sus puños, alentando a la multitud.

Xinjiang no es ajeno a los choques étnicos. La tensión creció mientras Beijing alentó activamente la migración de la etnia han a la región que una vez fue autónoma, una política que también adoptó en Tíbet. Los uigures ahora conforman sólo la mitad de la población. Como con los tibetanos, los musulmanes uigures se quejan ahora de que sus costumbres y su cultura están siendo erosionadas. También se quejan de que las autoridades restringen su libertad religiosa.

La actual violencia se gatilló después de una manifestación pacífica, organizada por los uigures en respuesta al choque mortal étnico en una fábrica en China oriental que se salió de control. Los informes sugieren que los grupos uigures cayeron sobre grupos de han e incendiaron sus negocios y sus automóviles. Esa es la historia contada por los grupos armados de la etnia han que tomaron las calles de Urumqi. Muchos llevaban palas y maderos. “Esos musulmanes mataron a tanta de nuestra gente. No podemos dejar que eso suceda”, dijo un hombre en la multitud, armado con un largo palo de madera.

En otros lados, la etnia han miraba aterrorizada cómo grupos de uigures portando ladrillos y cuchillos comenzaron a atacar a los dueños de los negocios y a los paseantes cerca de la estación de trenes al sur de la ciudad. “Usaban cualquier cosa como armas, ladrillos, palos y cuchillos de cocina”, dijo un hombre que dijo llamarse Ma, un empleado en un restorán de comida al paso. “Cuando los manifestantes veían a alguien en la calle, le preguntaban ¿sos uigur? Si guardaban silencio o no podían contestar en el lenguaje uigur, les pegaban o mataban.”

Beijing culpó por la violencia que sacudió a la ciudad a Rebiya Kadeer, una líder exiliada uigur que vive actualmente en Estados Unidos. Ella negó cualquier compromiso, pero en la capital de China, un vocero del Ministerio de Exteriores, Qin Gang, ayer nuevamente la culpó por lo que está sucediendo. “Usar la fuerza, lanzar rumores y distorsionar los hechos es lo que hacen los cobardes porque tienen miedo de ver la estabilidad social y la solidaridad étnica en Xinjiang”, dijo. “Ella ha cometido crímenes que hacen peligrar la seguridad nacional.”

En un esfuerzo por controlar las noticias de lo que está sucediendo, Beijing disminuyó los servicios de celulares, redes y servicios de Internet. Al mismo tiempo, los medios controlados por el Estado publicaron imágenes gráficas de los disturbios. Se han enfocado mayormente en las víctimas de la violencia de la etnia han.

Wu’er Kaixi, un uigur y uno de los más conocidos disidentes de la masacre de la plaza Tiananmen hace veinte años, dijo que no había habido mejoras en los derechos humanos del país. “Durante un largo tiempo, los uigures fueron discriminados y suprimidos en China. Tanto que casi estamos colonizados”, dijo en Taiwan.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Páginal12.

Traducción: Celita Doyhambéhère.

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