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El mundo|Domingo, 12 de julio de 2009
BARACK OBAMA CERRO AYER SU HISTORICA PRIMERA VISITA AL AFRICA SUBSAHARIANA EN GHANA

“Estoy muy orgulloso de su democracia”

El tema del viaje fue que los africanos tomen la responsabilidad de combatir la corrupción y la violencia, con Ghana como ejemplo de una democracia en construcción. Una emotiva visita a un centro esclavista del siglo XVII. El enojo de los sudaneses por hablar de genocidio.

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Obama habló en el castillo esclavista de la Costa del Cabo. Miles de personas lo esperaron en las calles para verlo.

Barack Obama cerró ayer una visita de 24 horas a Ghana, el primer país de Africa en independizarse, donde fue recibido como un africano. Por la lluvia del viernes a la noche, cuando aterrizó llegado de Roma, Obama fue recibido con bailes y tambores pero sin las ceremonias entusiastas que le habían preparado. Fue ayer por la mañana, entonces, que el ceremonial y el entusiasmo se notaron. Obama, acompañado por su mujer Michelle y sus hijas, cruzó Accra, la capital, en medio de una multitud que lo vivaba y fue recibido en el palacio presidencial por una guardia en uniformes de gala y una salva de 21 cañonazos.

Un tema de la visita fue el elogio constante del norteamericano a los logros políticos de sus anfitriones. Como símbolo, en el palacio lo esperaban el presidente Johan Atta-Mills y sus dos predecesores en el cargo, John Kufuor y Jerry Rawlings. Reunir ex presidentes es casi imposible en Africa: sólo Ghana y Sudáfrica vieron alguna vez eso del pase de poder de un partido a otro por medio del voto.

“Estoy muy orgulloso de su desarrollo democrático, continúen por esta vía”, dijo Obama al terminar la entrevista con los africanos. “Ustedes tienen una democracia que funciona, un crecimiento económico significativo y un presidente que es serio cuando lucha contra la corrupción.” El norteamericano eligió Ghana por varias razones simbólicas. Fue la primera colonia en independizarse, en 1957, y cuando se arrió la bandera británica estaba Martin Luther King presente, cerca del primer presidente local, el doctor Nkrumah, hoy un mito continental. Ghana vivió años de violencia en los ochenta y noventa, pero los superó y logró una estabilidad todavía rara de ver en la región.

Por la tarde, los Obama visitaron el Hospital General de Accra, que se especializa en paludismo y en supervivencia materno-infantil, y es financiado con donaciones norteamericanas. Cientos de personas lo esperaban al salir del palacio con carteles que lo declaraban un verdadero hijo de Africa. Más tarde, los Obama con sus hijas visitaron un lugar de inmenso simbolismo, la vieja base de los esclavistas europeos en la Costa del Cabo, a 160 kilómetros de la capital, fundada por tratantes suecos y luego ocupada sucesivamente por holandeses y británicos. Michelle Obama es descendiente de esclavos y su marido –hijo de un inmigrante keniano y de una norteamericana blanca– remarcó muchas veces ese origen. “Esta es una experiencia emocionante”, dijo el presidente ayer. “Este es un lugar de profunda tristeza, es donde el recorrido de gran parte de la experiencia afroamericana empezó. Simbólicamente, poder volver aquí con mi familia y ver este fuerte a través del cual empezó la diáspora, pero también poder volver para celebrar con el pueblo de Ghana el progreso extraordinario que hemos hecho (...) abolir la esclavitud y finalmente lograr los derechos civiles para todos, creo que es fuente de esperanza.”

Mientras Obama realizaba estas visitas a un punto de origen de tantos afroamericanos, Sudán reaccionaba a sus palabras pronunciadas por la mañana sobre el “genocidio en curso” en ese país. “Es un paso atrás. Esto no ayuda, no es constructivo”, dijo Alí Sadiq, portavoz oficial de la diplomacia sudanesa, tras el discurso de Obama.

Las palabras de Obama fueron en rigor dirigidas a que los africanos tomaran la responsabilidad por lo que pasa en el continente (ver aparte) y la referencia a Sudán fue tangencial: “Cuando se tiene un genocidio en curso en Darfur o terroristas en Somalia, no sólo se trata de problemas africanos; son desafíos lanzados a la seguridad internacional que reclaman una respuesta internacional”.

El vocero sudanés dijo que “desearíamos que el presidente consulte a su enviado especial sobre el tema”. Este enviado es Scott Gration, nombrado por Obama; el 17 de junio declinó en Washington calificar el estado actual del conflicto en Darfur como un genocidio. “Lo que vemos ahora son los vestigios de un genocidio” dijo entonces, porque “la violencia ya no está coordinada” como entre 2003 y 2006. En ese período murieron al menos 300.000 civiles en el conflicto entre el norte y el sur de Sudán.

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