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El mundo|Jueves, 23 de julio de 2009
El gobierno legítimo de Honduras llamó a una reunión urgente de la OEA para subir la presión

Los golpistas no aceptan el plan de Arias

El mediador lanzó sobre la mesa una nueva propuesta que volvió a tener como puntos centrales la reinstitución de Manuel Zelaya en el cargo de presidente y la composición de un gobierno de unidad nacional, pero no tuvo eco en Micheletti.

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Arias, Premio Nobel de la Paz y mediador en Honduras.

No hay acuerdo sobre Honduras. El mediador y presidente de Costa Rica, Oscar Arias, lanzó sobre la mesa una nueva propuesta que volvió a tener como puntos centrales la reinstitución de Manuel Zelaya en el cargo de presidente a partir de pasado mañana y la composición de un gobierno de unidad nacional. Arias avisó que hasta ahí llegaba su rol como mediador y que, si las partes querían, podían recurrir a cualquier otra instancia que quisieran.

“El acuerdo prácticamente ha fracasado”, señaló Zelaya desde Managua. Rixxi Moncada, su ministra y delegada de la comitiva en San José, explicó que el problema fue que no se avanzó nada durante la prórroga de 72 horas solicitada por Arias. Según ella, los siete puntos originales presentados en San José el sábado pasado ya habían sido aceptados por ellos, pero no por los golpistas. El eje de la disputa, según la delegada, permaneció invariable: la restitución de Zelaya.

Ante el rechazo al acuerdo del gobierno de facto, Moncada instó a la comunidad internacional a que tome medidas de fuerza contra el gobierno de facto. “Solicitamos a Oscar Arias que en su calidad de presidente del Sistema de Integración Centroamericano (SICA) les pida a la OEA y al Consejo de Seguridad de la ONU que adopten las medidas coercitivas necesarias para someter al régimen golpista al cumplimiento del derecho internacional”, declaró.

La comitiva del gobierno de Roberto Micheletti, a su turno, se limitó a declarar que recibía la propuesta y que la transmitiría de inmediato a Tegucigalpa, con la esperanza de ganar más tiempo con las negociaciones. “Esperamos tener una respuesta pronto y no poner una lápida a la mediación”, señaló Mauricio Villeda, representante del dictador. Sin embargo, dejó muy poco margen para un acuerdo. “Zelaya no puede ser restituido”, cortó en seco desde la capital del país centroamericano Carlos López, canciller de facto.

El “Acuerdo de San José”, como denominó Arias a su propuesta, recogió los mismos siete puntos originales de la semana pasada. Entre éstos, la conformación de un gobierno de unidad nacional, el compromiso por parte de Zelaya de no intentar modificar la Constitución, la declaración de una amnistía para los delitos políticos, el adelantamiento un mes de las elecciones de noviembre pero no de la entrega de poder, la conformación de una comisión de verificación para garantizar el cumplimiento de los acuerdos y el traspaso del control de las fuerzas armadas al Tribunal Supremo Electoral (TSE) para garantizar la transparencia de los comicios.

Lo novedoso de esta segunda propuesta fue que se agregaron dos nuevos ítem a la lista. En primer lugar, se le pidió a la comunidad internacional que normalice sus relaciones con Honduras en caso de firmar el acuerdo; y, además, se incluyó un punto solicitado por los golpistas: la conformación de una Comisión de la Verdad para investigar los hechos que condujeron al golpe de Estado, es decir, investigar si Zelaya o sus oponentes cometieron o no actos ilegales que hubieran podido provocar el golpe de Estado.

Las horas previas a la presentación de la nueva propuesta no permitían entrever ningún desenlace seguro. Tanto desde la residencia presidencial en Tegucigalpa como desde el domicilio particular de Arias en San José se emitieron varias declaraciones y posteriores desmentidas. Temprano por la mañana, la delegación del gobierno de facto anunció que no iba a Costa Rica puesto que la Corte Suprema había emitido una declaración en la que se dejaba en claro que Zelaya no podía ser restituido en la presidencia de la República. “Eso es una barrera para ir”, había dicho el canciller de facto Carlos López, con lo que los pronósticos optimistas parecieron derrumbarse. “El tema del retorno del señor Zelaya se escapa de las manos del Poder Ejecutivo. Es una cuestión de separación de poderes. No se pueden evitar los procesos judiciales en su contra”, había dejado en claro.

Sin embargo, un par de horas después, la expectativa cambió y, con ruidos de acuerdo de fondo, López anunció, serio, que viajaban al país vecino. Según dejó trascender el propio jefe de la diplomacia golpista, la apuesta se doblaba y el misterio también, ya que esta vez viajaban con un documento de trabajo redactado en Washington. “El texto que le enviamos al mediador Arias está inspirado en las líneas maestras propuestas por un senador de los Estados Unidos que ha seguido con mucho interés la situación política de Honduras.” No dijo más, no identificó al senador. Lo único que aclaró fue que el mandatario costarricense había “recibido la propuesta y la había refundido con sus siete principios”. Eso habría sido lo que Arias presentó ayer como última instancia de su mediación.

Todo quedó como al principio. Los golpistas quedaron a merced de una creciente presión internacional y Zelaya, enfrentado con las mismas instituciones con las que lidió durante su gobierno: el Congreso, la Justicia y el Ejército, además del empresariado y de su propia formación, el Partido Liberal, que en su amplia mayoría le dio la espalda.

“Tendría muy poco margen de maniobra para gobernar, quizá tan sólo intentar agitar los movimientos sociales en contra de esas instituciones”, estimó el analista político Juan Ramón Martínez.

“Lo van a traer de vuelta, se van a ir todos de vacaciones tras la misión cumplida y van a dejar una bomba de relojería”, advirtió, escéptico, un diplomático con misión en Tegucigalpa. “Por eso es imprescindible que cedan en algo las dos partes”, agregó el funcionario.

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