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El mundo|Viernes, 24 de julio de 2009
LOS CONGRESISTAS DEMOCRATAS ADMITEN QUE LA LEY DE SALUD SE TRATARA DESPUES DEL RECESO

Al freezer con la reforma de Obama

La noticia fue un golpe para el presidente, quien había insistido en que ambas cámaras del Congreso deberían tener sus propias versiones de la ley antes del fin de la semana que viene. Pero Obama no se rinde y hace campaña en Ohio.

Por David Usborne *
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Obama defiende su plan de salud en un foro ciudadano en Shaker Heights, Ohio.

Desde Cleveland, Ohio

Enfrentándose a la prueba más dura de su joven presidencia, Barack Obama voló al centro de Estados Unidos para vender directamente sus ambiciosos planes de reformas sanitarias al público estadounidense, que puede ser escéptico sobre su sabiduría y funcionalidad, mientras los republicanos y algunos demócratas conservadores están en el Capitolio. Obama estaba ayer en la tribuna en Cleveland, Ohio, tratando de recordar a los votantes que su compromiso para mejorar el sistema sanitario del país era uno de los motivos por los cuales lo pusieron en la Casa Blanca. Pero aun mientras se dirigía a los estadounidenses comunes, allá en Washington el liderazgo de su propio partido en el Senado declaró que no podría concretar sus propuestas hasta después del largo mes de receso.

Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Diputados, insiste en que la ley será aprobada antes de fin de año. Pero la noticia fue un golpe para Obama, quien había insistido en que ambos partidos del Congreso deberían tener sus propias versiones de la ley de reforma del sistema de salud antes del fin de la semana que viene. Ahora la esperanza de aprobar las reformas tendrá que esperar hasta septiembre y la tarea de convencer al país para que lo apoye es más difícil que nunca.

El día de campaña de Obama comenzó antes de que se conociera la noticia de la decisión del Congreso, en la famosa Cleveland Clinic. La clínica fue elegida para una visita, por su reputación por el control de costos y el cuidado ejemplar. Obama fue luego a una escuela secundaria en el próspero suburbio de Shaker Heights para atender una reunión tipo foro sobre cuidado de salud. Antes de responder a las preguntas de los estudiantes y otros miembros invitados del público, les dijo: “Nunca hemos estado tan cerca de lograr calidad y atención médica accesible para todos los estadounidenses. Pero, al mismo tiempo, están aquellos que buscan demorar y derrotar la reforma”.

Durante una conferencia de prensa en horario central el miércoles a la noche, Obama había reconocido que con la pelea bipartidaria que se había desatado en el Capitolio, los estadounidenses comunes podían haber perdido de vista los beneficios de su reforma. “Se sienten ansiosos, en parte porque se han hecho tan cínicos sobre lo que puede lograr el gobierno”, dijo el presidente. “La actitud de la gente es: ‘Aunque no me gusta este tipo, por lo menos lo conozco. Me gusta más que el tipo que no conozco’.”

La aprobación del presidente cayó por debajo del umbral de 60 por ciento por primera vez esta semana, según una encuesta del Washington Post, y la reforma de salud parecía ser uno de los principales motivos. La aprobación con su manejo del tema cayó ocho puntos en tres meses a sólo el 49 por ciento, mientras que la desaprobación subió 15 puntos a un 44 por ciento.

La conferencia de prensa del miércoles –su cuarta desde que asumió hace seis meses– le dio a Obama la oportunidad de enfatizar a los votantes que él todavía considera la reforma de un sistema, que deja a unos 46 millones de estadounidenses sin ninguna cobertura de seguro, una absoluta prioridad. El plan, dijo, pondría “más dinero en los bolsillos de la gente” y mejoraría los niveles del sistema de salud. Añadió: “Si no reformamos el sistema de salud, sus cuotas y los costos de sus bolsillos seguirán subiendo. Si no actuamos, todos los días 14.000 estadounidenses seguirán perdiendo su seguro de salud”.

Pero también era un intento de volver al corral a varios demócratas conservadores en la Cámara de Diputados que estaban obstaculizando algunas disposiciones de la ley, que promete costar aproximadamente un billón de dólares en 10 años. Particularmente controversiales son los pedidos para imponer nuevos impuestos más duros a aquellos que ganan un millón o más al año para ayudar a pagar por la reforma y crear una opción de seguro público.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère

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