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Silvio Berlusconi está acostumbrado a que los detalles de su vida sexual sean recibidos con entusiasmo en el exterior. La revista francesa Le Nouvel Observateur publicó recientemente un artículo titulado “Sexo, poder y mentiras”, y el diario español El País se pasó los últimos meses publicando fotografías de los invitados desnudos de Il Cavaliere en su mansión de Cerdeña. Al interior de Italia, sin embargo, no ocurre lo mismo. Quizá debido a su propia influencia en los medios, las revelaciones sobre las orgías del primer ministro de 72 años no suelen recibir mucha atención.
Por eso, cuando el canal estatal de televisión italiana se rehusó a transmitir el trailer de una película que acusa a Berlusconi de haber frivolizado la cultura mediática al punto de saturarla con mujeres desnudas e imágenes chauvinistas, el director del film no pudo menos que tomarlo como una censura. El premier, dicho sea de paso, es dueño de tres canales de televisión.
El efecto fue el del tiro por la culata. La negativa de la cadena RAI a transmitir el documental llamado Videocracia no hizo más que disparar por los aires el interés por la cinta. Próximamente en exhibición en el Festival Internacional de Venecia, Videocracia ya se convirtió en uno de los estrenos más esperados. Según trascendió, la excusa que las autoridades de la RAI le habrían puesto al director del film, Erik Gandini, es que éste era “ofensivo” y “dañaba” la reputación de Berlusconi. De poco sirvió.
El trailer, en sí, muestra decenas de chicas semidesnudas seguidas de estadísticas sugiriendo que Italia se encuentra muy abajo en el ranking de libertad de prensa. De hecho, Mediaset, la compañía de Berlusconi que controla varios canales de TV, se negó también a darle aire a la cinta.
Desde entonces, los pedidos de las salas de cine a largo de todo Italia se multiplicaron, llegando a triplicar la cantidad inicial de copias solicitadas.
“La prohibición no hizo más que demostrar la tensión que existe en Italia alrededor de todo lo que se transmite por TV –opinó Gandini, el director del Festival de Venecia–. En Italia, Berlusconi controla los canales de aire más importantes. Lo que no pasa por la TV es como si no existiera.”
“Al principio la censura me asustó un poco, sobre todo la carta de estilo orwelliano que me enviaron. Pero al día siguiente recibí una explosión de pedidos por Internet. Las copias se dispararon y la gente comenzó a hacer circular las imágenes por Facebook a toda velocidad”, contó Gandini.
El director, que además realizó el documental sobre la cárcel estadounidense de Guantánamo Gitmo: Las nuevas reglas de la guerra, entrevistó a decenas de empleados de los medios de Berlusconi en el proceso de realización.
“Durante los últimos treinta años, Italia estuvo sometida muy fuertemente a la TV de Berlusconi y a su cultura: desnudos, sexo y trivialidad. Estas son cosas que se presentan como inofensivas, pero creo que en realidad es la base de una cultura muy peligrosa”, afirmó Gandini.
“La idea que intento desarrollar es que la personalidad de Berlusconi es amplificada y alabada a través de sus canales. Lo que vemos son sus gustos y sus puntos de vista. Un ejemplo, simple pero válido, es el siguiente: según me contó un camarógrafo de uno de sus canales, Berlusconi odia el color verde. Por ende, en ninguno de los cientos de programas de sus varios canales vamos a ver nunca ni un fondo ni una escenografía verde. Nada. No creo que Berlusconi sea el único responsable de lo que se ve en la TV, pero sí tiene mucho que ver”, estimó el realizador.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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