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El mundo|Sábado, 12 de septiembre de 2009
Nadie se atribuyó el ataque, que no causó víctimas

Dos cohetes libaneses caen en Israel

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Efectivos de la ONU en el lugar desde donde se disparó.

La tensión escaló ayer en la frontera entre Israel y el Líbano, en momentos en que Beirut se hunde en una crisis política. Dos cohetes Katiusha cayeron temprano en el norte israelí, sin causar víctimas ni destrozos. Fueron lanzados desde el pueblo libanés de Qlaile, a 15 kilómetros de la frontera, pero ningún grupo los reivindicó. No obstante, el ejército israelí responsabilizó automáticamente al débil gobierno libanés y disparó más de una docena de obuses hacia el sur libanés. Tampoco hubo víctimas.

La situación no pasó a mayores, pero el intercambio de fuego avivó los temores de un quiebre de la tregua acordada entre el gobierno israelí y el movimiento radical Hezbolá, después de la última ofensiva militar de las fuerzas comandadas desde Jerusalén, hace tres años. Por eso, desde las Naciones Unidas y Washington llamaron inmediatamente a la calma y la cautela. La misión de paz de la ONU que intenta controlar el sur libanés informó que encontró las dos plataformas de lanzamiento, pero no pudo identificar a los responsables.

Ante la escalada verbal y la creciente tensión en la frontera, el gobierno libanés se apuró a despegarse de los ataques contra el territorio israelí y advirtió sobre la coincidencia de la agresión y la parálisis política en Beirut. “Este incidente pretende provocar tensión y arrastrar al Líbano a una situación de crisis”, aseguró el primer ministro saliente, Fuad Siniora.

Apenas 24 horas antes del lanzamiento de los cohetes, el político libanés Saad Hariri había renunciado a formar gobierno. Tres meses después de las elecciones generales, el hijo del primer ministro asesinado Rafik Hariri abandonó las negociaciones para armar un gobierno de coalición nacional junto con Hezbolá, la organización política con vínculos con Siria e Irán que Israel califica como terrorista. Hariri, un líder cercano a las potencias occidentales, había presentado la lista de sus ministros, pero el partido radical y la fuerza política de los cristianos la vetó. “Parece ser que algunos no tenían la intención de ir hacia adelante o de salir de esta situación de inmovilismo, queriendo imponer condiciones extravagantes”, se quejó Hariri el jueves.

La renuncia pública del líder libanés creó una parálisis política, que difícilmente será sorteada. Las dos fuerzas opositoras, Hezbolá y la formación cristiana liderada por Michel Aoun, no tienen suficientes bancas para formar gobiernos propios y, como demostraron los anteriores gobiernos, un gabinete sólo con dirigentes prooccidentales no logra controlar a los grupos radicalizados del país.

En medio de esta incertidumbre cayeron los dos Katiushas e Israel recordó que, como en 2006, la represalia será contra el Líbano en general. Con la presión de la escalada en la frontera, los tres sectores políticos volvieron a negociar ayer y, según el diario prooccidental An Nahar, Hariri podría ser designado primer ministro, otra vez, el próximo jueves.

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