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El mundo|Martes, 27 de octubre de 2009
Tres naves estadounidenses derribadas en operaciones militares, catorce muertos

Llueven helicópteros en Afganistán

Se trató de la pérdida de vidas estadounidenses más numerosa en un solo día desde 2005. Un helicóptero se estrelló en el oeste del país cuando huía de un tiroteo y otros chocaron durante una misión nocturna. Abdullah patea el tablero.

Por Julius Cavendish *
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Fue una jornada desastrosa para la flota estadounidense de helicópteros en Afganistán

Desde Kabul

Catorce soldados y agentes antidrogas estadounidenses murieron ayer en dos incidentes con helicópteros en Afganistán, en el día más sangriento para la misión norteamericana en el país en cuatro años.

Por otra parte, el candidato a presidente afgano, Abdullah Abdullah, exigió la inmediata remoción del principal funcionario electoral del país como una precondición para tomar parte en la segunda vuelta programada para el mes que viene. El ultimátum, que también pedía la suspensión de tres ministros gubernamentales, es considerado altamente impracticable estando tan cerca de la fecha de elecciones. Podría servir como una salida honorable de la carrera presidencial.

Abdullah hablaba después de la caída de tres helicópteros estadounidenses en Afganistán, con la mayor pérdida de vidas en cuatro años. En el hecho más letal del día para Estados Unidos en Afganistán, un helicóptero se estrelló en el oeste del país cuando huía de un tiroteo y diez estadounidenses –siete soldados y tres agentes de la DEA– murieron en la caída. En otro incidente, dos helicópteros de combate estadounidenses chocaron durante una misión nocturna sobre la sureña provincia afgana de Helmand y cuatro soldados murieron y dos resultaron heridos.

Se trató de la pérdida de vidas estadounidense más numerosa en un solo día desde el 28 junio de 2005, cuando dieciséis soldados norteamericanos murieron al ser derribado su helicóptero. También se trató de las primeras víctimas de la Dirección Norteamericana de Lucha contra las Drogas (DEA) en Afganistán desde que comenzó sus actividades en el país –el mayor productor mundial de opio, del cual se extrae la heroína–, en 2005.

Un vocero de los talibán, Qari Yusuf Ahmedi, reivindicó el derribo de los tres aparatos y aseguró que en los ataques murieron 24 soldados estadounidenses. El ejército estadounidense informó también ayer de la muerte de otros dos soldados, ambas ocurridas en ataques enemigos.

Al menos cuarenta y seis militares estadounidenses murieron en Afganistán en lo que va de octubre. El corriente es el año más mortífero para las fuerzas extranjeras en Afganistán desde el inicio de la guerra para derrocar a los talibán, a fines de 2001.

El presidente estadounidense, Barack Obama, dijo ayer ante efectivos militares en una estación aérea naval en Florida, tras su último consejo de guerra en Afganistán, que no “precipitará” su decisión sobre si mandar decenas de miles de soldados adicionales a reforzar la ocupación, que ya lleva ocho años. La evaluación de Obama ocurre mientras en Afganistán las autoridades preparan a contrarreloj la segunda vuelta de los comicios presidenciales del próximo 7 de noviembre.

Durante los últimos seis días, los funcionarios electorales han estado corriendo para organizar una segunda vuelta después que el favorito, el presidente Hamid Karzai, aceptó a regañadientes una segunda vuelta la semana pasada. Pero un trato para compartir el poder entre los dos candidatos sería la solución más pragmática, dicen los analistas. Rodeado de compañeros de fórmula y asistentes de campaña, Abdullah dijo que sus condiciones eran “las exigencias más modestas que podíamos pedir. La gente de Afganistán no quiere pasar por lo mismo en pocos días. Estas son las condiciones mínimas para participar en la segunda vuelta”.

Azizullah Ludin, el presidente de la Comisión Electoral Independiente (CEI), es un ex asesor presidencial nombrado por Karzai. Su actitud para con el presidente ha dejado estupefacto a más de uno, especialmente cuando la CEI decidió romper sus propias reglas antifraude para aumentar el número de votantes de Karzai. Durante el fin de semana, The New York Times citó a Ludin como diciendo: “Tendremos otra elección, y tendremos el mismo resultado. Karzai ganará”. Ayer, Ludin negó airadamente haber hecho el comentario y dijo que no renunciaría.

Con la segunda vuelta fijada para el 7 de noviembre, hay poco tiempo para introducir los cambios que Abdullah quiere. En cambio, los analistas y los partidarios dicen que sus condiciones preparan el camino para una retirada de una votación que seguramente perderá. Su compañero de fórmula, Homayoun Shah Assefy, dijo: “¿Es mejor una elección arreglada y controversial que boicotear la elección? Creo que lo segundo”. Abdullah también quiere que los centros electorales “fantasmas” (que existían sobre papel, pero que eran muy peligrosos para visitar el día de elecciones) se cierren. Abdullah se negó a decir cómo reaccionaría si sus condiciones no se cumplían, pero estableció el 31 de octubre como fecha final para obtener una respuesta.

Mínimamente, sus exigencias intensificarán la presión sobre Karzai mientras los dos hombres discuten la composición del próximo gobierno.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Traducción: Celita Doyhambéhère.

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