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El mundo|Martes, 24 de noviembre de 2009
El presidente brasileño apoyó el plan nuclear de su invitado, siempre que se aplique a fines pacíficos

Lula respaldó el programa nuclear iraní

Lula da Silva se convirtió en uno de los pocos jefes de Estado capaces de recibir en menos de quince días a tres gobernantes –Peres, Abbas y ayer Ahmadinejad– indispensables para cualquier negociación de paz en el llamado polvorín

Por Darío Pignotti
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“Irán debe tener un rol decisivo en Medio Oriente”, señaló Lula en su encuentro con su par iraní.

Desde Brasilia

Brasil debutó en las grandes ligas diplomáticas. Es eso lo que se desprende, en una primera lectura, del encuentro celebrado ayer entre el mandatario iraní, Mahmud Ahmadinejad, y su anfitrión, Luiz Inácio Lula da Silva, quien días antes había recibido a los presidentes Shimon Peres, de Israel, y Mahmud Abbas, de la Autoridad Palestina. Tras la visita de Ahmadinejad, Lula se convirtió en uno de los pocos jefes de Estado capaces de acoger, en menos de quince días, a tres gobernantes indispensables –no los únicos– para cualquier negociación en Medio Oriente, una credencial que lo habilita como posible participante en una mesa de diálogo entre árabes e israelíes.

“Defendemos el derecho del pueblo palestino a tener un Estado viable y una vida digna, al lado de un Estado de Israel seguro y soberano”, declaró ayer el mandatario de Brasil, repitiendo el eje de los discursos que anteriormente había pronunciado ante Peres y Abbas. “Irán debe tener un papel decisivo en Medio Oriente, y será particularmente importante su contribución para lograr la unidad de los palestinos, sin la cual sus aspiraciones de libertad no podrán ser alcanzadas.”

Ser interlocutor de Teherán otorga a Brasilia una ventaja comparativa con la que cuentan pocos países y es fruto de una política de aproximación cautelosa iniciada hace años por la competente diplomacia brasileña, que en 2008 articuló la primera conversación de Lula y Ahmadinejad, en Ecuador, y en septiembre pasado la segunda, durante la Asamblea de las Naciones Unidas en Nueva York. Acaso la jugada más osada (para usar un término tan usual en boca de Lula) fue el apoyo que el brasileño dio a Ahmadinejad en junio pasado, luego de que estallaran las protestas sobre un presunto fraude en los comicios que le dieron la reelección. Ese gesto fue agradecido reiteradamente por Teherán en los últimos días.

El encuentro de ayer en Brasilia constituye un logro concreto de las tesis brasileñas a favor del diálogo con todas las partes del conflicto, contrapuestas a las de la antigua administración norteamericana que vetaba a Irán y el grupo radical palestino Hamas.

“Si Irán es un actor importante en toda esa discordia (Medio Oriente), es importante que alguien se siente con Irán, converse para que volvamos a una cierta normalidad” aseguró Lula da Silva, para quien el peor camino es “arrinconar” y “aislar” a Teherán.

Ahora bien: el persuasivo Lula, que ayer anunció sus futuros viajes, en 2010, a Irán, Israel y Autoridad Palestina, deberá aguzar su capacidad de convencimiento para lograr que Teherán persuada a sus aliados, los irreductibles comandantes de Hamas. Brasil ha mostrado algunas de las cartas que pretende jugar en el tablero palestino: dialogar con todos, lo que incluiría a Hamas, pero respaldar a la conducción de Al Fatah, especialmente al actual titular de la AP, Mahmud Abbas. El viernes pasado, en la cumbre con este último, Lula le dedicó expresiones muy elogiosas y resaltó su moderación.

Ayer, en su intervención ante Ahmadinejad, Lula eludió adjetivaciones y hasta se permitió establecer lo que pareció una comparación implícita con Irán, cuando dijo que Brasil es un país defensor de “los derechos humanos, de la libertad de elección de sus ciudadanos y repudia todo acto de intolerancia y violencia”.

El presidente brasileño fue claro, sin embargo, en su respaldo al programa nuclear iraní, siempre que éste se aplique a fines pacíficos. “Reconocemos el derecho de Irán a desarrollar su programa nuclear para fines pacíficos con pleno respeto de los acuerdos internacionales.” “Ese es el camino que Brasil viene siguiendo (uso pacífico de la energía nuclear), en obediencia a nuestra Constitución, que prohíbe la fabricación de armas nucleares.”

Ahmadinejad, a quien hoy esperan en Bolivia, segundo destino de su gira sudamericana que concluirá en Venezuela, repitió al menos tres veces su agradecimiento a “mi amigo” Lula da Silva.

Y es que si para Brasil la visita de Ahmadinejad muestra su ascendente influencia internacional, para Ahmadinejad aterrizar en Brasilia es un argumento para refutar a aquellos que definen a Irán como un Estado “paria” aislado de la comunidad internacional.

En todo caso, ahora resta saber cuáles serán los costos y de qué tamaño que Brasil deberá pagar por el atrevimiento de recibir a un dirigente que hasta hace algún tiempo había integrado el Eje del Mal.

Congresistas norteamericanos advirtieron a Lula que cometería un error recibiendo a Ahmadinejad, y la oposición brasileña catalogó el hecho como deplorable. José Serra, líder del Partido de la Socialdemocracia y el precandidato presidencial mejor colocado en los sondeos de opinión, recordó que el “ministro de Defensa iraní (Ahmed Vahivi) es requerido por Interpol debido al atentado al centro comunitario judío de Buenos Aires, que causó en 1994 la muerte de 85 personas”.

Los cuestionamientos de Serra fueron rebatidos por Valter Pomar, secretario de Relaciones Internacionales del Partido de los Trabajadores.

“La derecha no consigue hacer política sin crear monstruos a los que atribuye poderes e intenciones malignas”, declaró Pomar a ANSA.

“Hoy la derecha usa la técnica de la mentira como herramienta para desprestigiar a Irán”, señaló Pomar.

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