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El mundo|Lunes, 9 de diciembre de 2002

Un fardo de hojas y compacts para seguir jugando al gato y al ratón

A pesar del escepticismo con que Washington y Londres aceptaron la declaración de Bagdad de que no posee armas prohibidas, el análisis de las 12.000 páginas entregadas llevará mucho tiempo.

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Amir Al Saadi, consejero científico de Saddam Hussein, muestra uno de los documentos presentados.
Por Rory McCarthy, Oliver Burkeman y Ewen MacAskill*
Desde Bagdad, Nueva York y Londres

Irak fue al choque con Estados Unidos al negar que en los últimos diez años, por lo menos, tuviera armas biológicas, químicas o nucleares. El general Amir Al Saadi, consejero del presidente Saddam Hussein, admitió en una conferencia de prensa en Bagdad que Irak estuvo “cerca” de desarrollar una bomba nuclear pero que el programa fue abandonado hace tiempo. Además, el funcionario iraquí insistió con que no se han producido armas químicas o biológicas desde la Guerra del Golfo. Estados Unidos, que declara que Irak retiene armas prohibidas, va a rebatir los argumentos de Irak. La declaración de Bagdad llegó cuando los inspectores de armas de la ONU empezaron a examinar más de 12.000 páginas de documentación que entregó anteayer Irak por resolución de la ONU. El ruido de guerra continúa: ayer, el general norteamericano Tommy Franks dirigió en Qatar un ensayo virtual de ofensiva sobre Irak y el New York Times citó a una alta fuente militar diciendo que existen las condiciones para realizar operaciones en Irak.
Cualquier falla en entregar una declaración completa sobre sus supuestas armas de destrucción masiva sería la justificación para un ataque liderado por Estados Unidos. Su presidente, George Bush, pareció dispuesto a ser paciente en vez de hablar francamente de una guerra. “Vamos a juzgar la honestidad de la declaración sólo luego de haberla examinado cuidadosamente. Y eso va a tomar un tiempo”, dijo Bush. El grueso de la documentación, de cerca de 10.000 páginas, fue enviado a la sede en Nueva York de la Comisión de Monitoreo, Verificación e Inspección de la ONU (Cocovinu), que lleva a cabo la pesca de armas. El resto fue a parar a la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIAIEA), que lidera la búsqueda de armas nucleares en Viena.
El general Saadi es un científico de 64 años que estudió química en Gran Bretaña, es el funcionario más veterano del régimen y se encarga de negociar las inspecciones. En la conferencia de prensa dijo que esperaba que los documentos satisfagan a los inspectores y a Estados Unidos “porque es honesto, preciso y completo”. Dijo que allí hay nuevos elementos, desde 1998, cuando los inspectores se tuvieron que ir, hasta el presente. La mayoría de la información está relacionada con tecnología civil que puede tener un uso dual, civil y militar. Saadi sostuvo que la declaración insiste en que no ha habido un programa de armas biológicas desde 1991, un dato muy discutido por los inspectores de armas que estuvieron en Irak entre 1991 y 1998. La declaración dio “evidencia de primera clase” para apoyar la postura de Irak, que asegura haber destruido todo su stock de agentes químicos y biológicos. Y el general retó a que Estados Unidos y Gran Bretaña prueben lo contrario.
Cuando le preguntaron por el programa nuclear de Irak, Saadi dijo que el régimen estuvo cerca de crear una bomba pero que no completó su trabajo antes de la Guerra del Golfo. “No habíamos alcanzado el ensamblado final de la bomba ni su testeado”, dijo. “Que la AIAIEA juzgue qué tan cerca estuvimos.” También afirmó que la declaración empieza detallando los programas nucleares, químicos, biológicos y de misiles hasta la guerra. Describió los 900 sitios del país donde se opera con equipamiento de uso dual. Estos lugares incluyen hospitales, laboratorios, cervecerías, curtiembres y plantas de fertilizantes. Los capítulos sobre actividad nuclear hasta 1991, por ejemplo, tienen 2081 páginas y sólo 300 páginas desde el 11 de septiembre.
Rusia, uno de los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU más compasivos con Irak, declaró ayer que el hecho de que Bagdad haya entregado los documentos un día antes de la fecha estipulada por el Consejo demuestra que está cumpliendo con la resolución de desarme de la ONU. Pero Jack Straw, el secretario británico de Asuntos Exteriores, le dijo a la cadena de televisión BBC que, en el pasado, las revelaciones del presidente Saddam “han sido una sarta de mentiras” y que hay que ver si la declaración seguirá el mismo patrón. Estados Unidos criticó el lento accionar de los inspectores. Más inspectores llegaron ayer a Irak y otros lo harán mañana. Así, el equipo llegará a 70 miembros. Los inspectores se defienden diciendo que entraron a Irak más rápido de lo que estipulaba la resolución de la ONU. Y que la mayoría de ellos tuvo que dejar sus profesiones.

* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Milagros Belgrano.

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