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El mundo|Viernes, 5 de febrero de 2010
EL NUEVO EMBAJADOR DE EE.UU., SHANNON, SE REUNIO CON EL PRESIDENTE LULA

Haití, Irán y... los aviones Rafale

El listado de desencuentros entre Brasilia y Washington incluye la instalación de bases en Colombia, el golpe en Honduras, las disputas por el control de la seguridad en Haití y el acercamiento del sudamericano a Teherán.

Por Darío Pignotti
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Shannon fue testigo de la noticia –luego desmentida– de que Lula prefirió los aviones franceses.

Desde Brasilia

“Oh, my God!”. Acaso fue ésa la expresión del nuevo embajador norteamericano en Brasil, Thomas Shannon, cuando repasó ayer las portadas de la prensa local antes de presentar sus cartas credenciales al presidente Luiz Inácio Lula da Silva. En su principal título de tapa el influyente Folha de Sao Paulo informaba que Lula había optado por adquirir 36 aviones de guerra Rafale, franceses, desechando los F-18 Super Hornet, de fabricación norteamericana, un negocio de 6200 millones de dólares.

La noticia, firmada por una columnista bien informada sobre asuntos militares, fue desmentida poco antes de que Shannon arribara a la sede del gobierno, tal vez como un gesto de cortesía hacia el diplomático recién llegado (ver recuadro).

Ciertamente casi nadie pone en duda que Lula les bajó el pulgar a los cazabombarderos norteamericanos: después de décadas de vínculos militares con Washington (especialmente intensos durante la dictadura) Brasil resolvió soltar amarras al firmar un pacto estratégico de defensa con Francia, que asumió el compromiso de transferir tecnología con la cual Brasil podrá montar el mayor complejo industrial militar latinoamericano.

Shannon aceptó ayer que los 8 meses que demoró el Senado norteamericano en aprobar su nominación generaron una suerte de vacío diplomático y ahora su desafío será remontar el terreno perdido.

De todos modos Shannon dio pruebas de que piensa cobrar cara la derrota ante los franceses asegurando que sigue en pie la oferta del avión “Super Hornet, dado que es un buen producto y merece la atención del gobierno de Brasil”. Y prometió lo que nunca antes había propuesto Washington, realizar una transferencia de tecnología “sin precedentes...lo cual demuestra nuestra confianza en Brasil... Estamos dispuestos a dar pasos que no dimos antes”. El lobby norteamericano será reforzado en las próximas semanas cuando arribe a Río de Janeiro una flotilla de aviones F-18, a bordo del portaaviones Carl Vinson, de la Cuarta Flota. Si ninguna de esas presiones surte efecto la última carta podrá ser jugada por el propio Barack Obama, quien posiblemente visitará Brasilia este año, según dijeron fuentes del gobierno brasileño.

Lula y Shannon conversaron sobre Haití, cambio climático y el panorama regional. El diplomático propuso al mandatario restablecer la confianza percibida en la V Cumbre de las Américas de Trinidad y Tobago, en abril de 2009, deteriorada por una seguidilla de roces.

El listado de desencuentros entre Brasilia y Washington es extenso, incluye la instalación de tropas norteamericanas en Colombia, el golpe de Estado en Honduras, las disputas por el control de la seguridad en Haití y el acercamiento de Brasil e Irán.

Una portavoz del Palacio Itamaraty, Cancillería, dijo a la Agencia Ansa que Brasil valoró la “deferencia” de Washington, al enviar a Thomas Shannon, quien ostenta en su foja de servicios varios puestos destacados como el de secretario adjunto del Departamento de Estado para América latina.

Con menos de una semana en Brasilia, el diplomático de carrera Shannon demostró que será, de lejos, mucho más actuante que el saliente embajador Clifford Sobel, un empresario de bajísimo perfil, sin más méritos que el haber gozado de la amistad del republicano George W. Bush.

En tren de establecer comparaciones entre el nuevo y el anterior embajador se puede mencionar que cuando Sobel presentó sus credenciales a Lula, a fines de 2006, Brasil era un país distinto al actual.

La proyección internacional de Brasilia se agigantó y ahora la agenda con Washington incluye temas impensables años atrás como el proceso de paz en Medio Oriente y el desarrollo nuclear iraní.

Antes de desembarcar en Brasil Shannon aceptó que hay divergencias sobre Irán entre los gobiernos de Obama y Lula, quien defendió el derecho iraní a desarrollar su tecnología nuclear. “Brasil es un Estado soberano y, obviamente no precisa ningún permiso” para mantener relaciones con Irán, declaró ayer.

En el plano regional Brasil alcanzó una estatura política, económica y estratégica inédita, volcando en su favor, con creces, la balanza de poder sudamericana. Shannon probablemente se desempeñe no sólo como embajador en Brasilia sino como eventual jefe de la diplomacia norteamericana en América del Sur.

Ayer pudo percibirse algo de eso. Shannon obró como una suerte de embajador regional aconsejando al presidente Hugo Chávez sobre cómo tratar a la oposición y recomendando a los gobiernos latinoamericanos que reconozcan al presidente hondureño Porfirio Lobo.

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