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El mundo|Jueves, 18 de febrero de 2010
EL CONGRESO DEL PT DISPARA YA MISMO LA CAMPAÑA ELECTORAL EN BRASIL

Después del Carnaval llega Dilma

En Brasilia comienzan a sesionar los 1350 delegados del Partido de los Trabajadores de Lula para instalar desde ahora, oficialmente, la candidatura de la mano derecha del presidente como su sucesora para el 2011.

Por Martín Granovsky
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Dilma Rousseff, candidata presidencial del oficialismo brasileño.

Desde Brasilia

Hace falta mucho espíritu militante para cortar en seco la resaca del Carnaval, o dejar de sambar y concentrarse en una Brasilia sin escolas ni fondo de redoblantes. Desde hoy, 1350 delegados de todo Brasil se congregarán en el cuarto congreso del gobernante Partido de los Trabajadores y discutirán una táctica electoral que los documentos internos presentan sin vueltas. Dice uno: “La principal tarea delegada por el Congreso al Directorio Nacional del PT es elegir a la compañera Dilma presidenta de la República”.

Dilma es Dilma Rousseff, la actual jefa de la Casa Civil, una Jefatura de Gabinete con más funciones incluso que la Argentina. Por ella pasó el PAC, Programa de Aceleración del Crecimiento, el plan político que coordinó las políticas económicas y sociales y que se propone, por ejemplo, un programa de aumento de las jubilaciones de aquí al 2023.

Para el PT, la clave es polarizar. Por un lado, el bloque del Partido Socialdemócrata Brasileño, los tucanos de Fernando Henrique Cardoso que postulan a José Serra para el 3 de octubre, y los demos, como llaman en Brasil a los conservadores. Según el PT, es el bloque de poder que “quebró tres veces el país y desencantó a los brasileños”.

La fuerza de Luiz Inácio Lula da Silva se propone reforzar el bloque que hegemoniza y que incluye alianzas con el centrista Partido del Movimiento Democrático Brasileño. Quiere retener la presidencia y los cinco Estados que hoy gobierna la coalición. En los Estados, su aspiración es que las candidaturas sean unitarias.

La polarización es más explícita aún en quienes ya pusieron en marcha la campaña para galvanizar al PT y evitar que se produzcan fugas por izquierda. En su blog de www.cartamaior.com.br, el sociólogo Emir Sader propone discutir si las elecciones no son, en realidad, un plebiscito. Las respuestas de los últimos dos días indican que sí.

“Somos los que generamos once millones de empleos y disminuimos la pobreza”, dice el documento sujeto a la discusión del Congreso.

El perfil de alianza política y continuidad del crecimiento, el protagonismo brasileño en el mundo y una mayor justicia social es el menú que se ofrece ante la táctica del bloque conservador, que busca aprovechar la diferencia de carisma entre Lula y Dilma y, a la vez, como hizo al principio en Uruguay con José Mujica, subraya el pasado guerrillero de Rousseff en los años ’60. “Guerilheira, comunista e criminosa”, es la trilogía demonizante. Criminosa significa delincuencial.

El escollo con el que está tropezando la referencia a la criminalidad es la imagen de José Arruda, el ahora ex gobernador de Brasilia, del bloque demotucano, asomado a su celda de la Policía Federal y esperando que algún milagro lo libere del escándalo. Pero es difícil sobrevivir a filmaciones donde un grupo coimea y los coimeados guardan el dinero hasta en las medias. Aunque no figura en la táctica de campaña, una carta del PT es la confianza en los pronósticos según los cuales los vaivenes del juicio de Arruda serán constantes, y que pasado el Carnaval el tema levante el nivel de exposición pública. Con una ayuda: desde los escandaletes de 2005 y 2006 relacionados con figuras del PT, el segundo mandato de Lula, que concluye el 1° de enero de 2011, no estuvo atravesado por ninguna denuncia de corrupción contra dirigentes oficialistas.

Por los treinta años del PT, Lula filmó un corto publicitario. Camina junto a alcaldes, gobernadores y ministros junto a Rousseff y al final usa su sonrisa imbatible: “Yo soy PT, Dilma es PT, todos nosotros somos PT. Y vos, ¿sos PT?”. A su lado, una Dilma alegre llama a seguir los cambios “todos juntos”.

El programa propuesto por el PT para la aprobación en el Congreso hace hincapié en que al revés de Lula, que recibió una situación envenenada por el peso de la deuda pública en 2003, ahora quedará una “herencia bendita”. Y propone un plan basado en el crecimiento, mayores esfuerzos en el tendido de infraestructura y aumento de la coordinación para disminuir las desigualdades sociales y regionales.

Un ejemplo de la propuesta es la expansión del poderoso BNDES, el Banco Nacional de Desarrollo. Otro, que atañe al mundo, comenzando por la argentina, es “la internacionalización de las empresas brasileñas, respetando las leyes nacionales”. En el texto la “preservación de la estabilidad económica” está relacionada con “la productividad sistémica”, una forma de aludir a la coordinación entre desarrollo, justicia e infraestructura.

Un punto clave es la aspiración a que aumente la industria de derivados de los hidrocarburos, para salir de lo que el PT llama “la maldición del petróleo”. No es, sin embargo, una política petrolera: el nuevo presidente del PT que asumirá esta semana es Jorge Dutra, un geólogo que perteneció al gremio de mineros de la Central Unica de Trabajadores y con Lula fue directivo y presidente de Petrobras, la empresa nacional de petróleo que el gobierno considera su estandarte para el desarrollo económico.

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