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El mundo|Domingo, 21 de febrero de 2010
DESESPERADO POR SUS PROBLEMAS FISCALES, ESTRELLO SU AVIONETA EN LA OFICINA RECAUDADORA

Contra la tiranía del sistema impositivo

Joseph Stack no era un terrorista, sino un ciudadano común y corriente con un resentimiento sobredimensionado y una pequeña avioneta. Los eventos previos a su muerte, el jueves pasado, fueron cuidadosamente planeados y ejecutados.

Por Rupert Cornwell *
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Restos de la avioneta de Stak incrustados en el edificio de la Dirección de Impuestos.

Fue, por supuesto, pura coincidencia. El mismo día que el presidente Barack Obama creaba una comisión especial para enfrentar la crisis del déficit norteamericano, un hombre que creía que el sistema impositivo del país lo había llevado a la ruina estrelló su avioneta en el edificio de Austin, Texas, en donde tiene sus oficinas el IRS, el equivalente norteamericano a la AFIP.

Joseph Stack no era un terrorista, sino un ciudadano común y corriente con un resentimiento sobredimensionado y una pequeña avioneta. Milagrosamente, dado el nivel de daños que causó, sólo una persona parece haber muerto aparte de él; otros dos terminaron en el hospital. Según los relatos difundidos después del ataque, Stack parecía un individuo relajado y un músico amateur con muchos amigos, que a pesar de su historial de problemas con la IRS, nunca había dado demasiadas señales de desesperación, como lo hace un suicida.

No obstante, los eventos previos a su muerte, el jueves pasado, fueron cuidadosamente planeados y ejecutados. Primero incendió su casa en los suburbios de Austin, después manejó hasta el aeropuerto local para buscar su avioneta Piper. Eran las 9.40 de la mañana. Menos de 20 minutos después la estrelló contra un edificio de siete pisos donde la IRS tiene sus oficinas.

En la carta de 3200 palabras que dejó en su casa, Stack explicó cómo había sido procesado y victimizado por las autoridades del sistema impositivo, que, según Stack, está hecho para perjudicar a la gente común como él. Era una batalla que no podía ganar. “Violencia –escribió– no sólo es la respuesta, es la única respuesta.” Al final, la despedida shockeó a más de uno en Estados Unidos. “Bueno, señor Gran Hermano, señor IRS, intentemos algo diferente. Tomen mi carne y duerman tranquilos.”

El cobrador de impuestos nunca es una figura muy querida, y menos aún en Estados Unidos, con su férreo individualismo y su expandida suspicacia sobre el “Estado sobreexpandido”. Cada año, cerca de 200 amenazas y quejas por ataques son presentadas por los trabajadores del IRS. No ayuda tampoco que el sistema funcione a base del miedo, miedo a enfrentar una de las auditorías azarosas, como lo hacen 1 de cada 120 contribuyentes cada año. La respuesta de Stack fue extrema y no tiene ninguna justificación, pero su carta les dio en el clavo a algunos temas que mucha gente comparte, especialmente en estos tiempos de dificultades económicas.

Stack se quejó del tiránico e imcomprensible código impositivo, pero también de la corrupta dirigencia política que solamente se cuida a sí misma y a sus amigos. Los bancos y las automotrices consiguieron salvatajes financieros, por ejemplo. “Cuando fue tiempo de que su tren de codicia se derrumbara por el peso de su avaricia y su increíble estupidez, la fuerza de todo el Estado federal no tuvo problemas para llegar a su ayuda en apenas unos días, si no horas”, recordó. Mientras tanto, continuó, los ciudadanos comunes y corrientes siguen a la deriva.

¿Suena familiar? Debería. Esos son los sentimientos que expresan con casi la misma vehemencia los miembros del movimiento de los Tea Party. Es un movimiento antigobierno, antisalvatajes y, sobre todo, antiimpuestos. Lo que nos lleva de nuevo a la comisión para controlar la deuda pública de Obama. El presupuesto federal de este año supone un déficit que excederá el 1,3 billón, es decir, casi el 10 por ciento del PBI y, según las proyecciones, esa cifra no disminuirá mucho a lo largo de la década.

La propia comisión es una especie de segundo intento, ya que el Senado ya rechazó este mes una propuesta bipartidista en un comité de la Cámara baja para ordenar por ley la reducción del déficit presupuestario. La nueva versión de Obama puede hacer recomendaciones, pero nada más. Inclusive será difícil que la Comisión alcance propuestas consensuadas en medio de un año electoral, en el que las divisiones entre los dos partidos políticos parecen haber paralizado el proceso legislativo.

Hasta Obama lo reconoció. “El equipo está asumiendo una tarea imposible”, dijo al presentar la Comisión. Pero la alternativa es impensable: un país hundido en sus deudas, incapaz de asumir sus obligaciones básicas con sus ciudadanos y con una moneda depreciada por sus acreedores.

Alan Simpson, el ex senador por Wyoming que será el codirector republicano de la Comisión, lo explicó mejor. “Si no hacemos algo, este país se va al tacho”, aseguró. Ahora, continuó el ex senador, se les miente a los norteamericanos sobre la seriedad del asunto. Los responsables son tanto los republicanos como los demócratas. Los primeros sostienen que una jugosa reducción de impuestos es la respuesta a cada problema económico, y los segundos insisten en que Estados Unidos puede sobrevivir sin los recortes presupuestarios en sus amados programas sociales, como Medicare y la seguridad social.

Puertas adentro, sin embargo, los dos partidos saben lo que debe hacerse para bajar de nuevo el déficit al dos o tres por ciento anual, un nivel sustentable a largo plazo: una combinación de recortes a la asistencia social y algún tipo de aumento de impuestos. La muerte de Joseph Stack fue un extremismo individual, pero como demostrarán las elecciones legislativas de noviembre próximo, la bronca está en el aire.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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