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El mundo|Domingo, 28 de febrero de 2010
EL JEFE DE GABINETE RAHM EMANUEL CAMINA EN LA CUERDA FLOJA

Obama se despega de la “mafia de Chicago”

Por Rupert Cornwell *
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Emanuel, el poder detrás del trono.

Todos sabemos quién es el hombre más poderoso en Washington, y por extensión, del mundo. ¿Pero quién es el segundo más poderoso? Algunos notan la veneración que le fue dedicada al ex presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, mientras muchos destacan el rol crucial jugado por su sucesor Ben Bernanke en el salvataje de los Estados Unidos de un colapso financiero. Otros, sin embargo, abogan por el hombre que actualmente trabaja en la sala situada en la esquina oeste de la Casa Blanca, tan sólo a pocos pasos del Salón Oval. Este hombre es Rahm Emanuel, jefe de Gabinete de Barack Obama.

Hay grandes diferencias entre ambos trabajos. Greenspan fue presidente del Banco Central norteamericano por más de 18 años, sobreviviendo a la dirigencia de tres mandatarios, mientras que el reconfirmado Bernanke se encuentra actualmente desarrollando su segundo mandato.

Mientras ambos economistas operan principalmente en las sombras, Emanuel es el guardián del Salón Oval, el hombre que delinea la agenda del presidente y determina a quién ve y a quién no. Es el encargado de dirigir al personal de la oficina ejecutiva de la presidencia, estimada en unas 2000 personas, a la vez que comparte una estrecha relación personal con el Presidente, incluso sirviendo de fuente para la creación de políticas públicas.

A lo largo de la historia, los dirigentes presidenciales han recaído en estas figuras. La mayoría han sido extremadamente poderosos: una conocida broma en Washington de los años ’50 decía que un demócrata hablaba con un amigo sobre lo terrible que sería que Eisenhower muriese y asumiera en vez su vice, Richard Nixon. El amigo contestaba: “No tan terrible como si muriera Sherman Adams y Eisenhower se convirtiera en presidente”.

Lo mismo se podría haber dicho de Al Haig, ex jefe de Gabinete de la Casa Blanca, quien murió hace un par de días. Haig fue comandante supremo de la OTAN durante la Guerra Fría y un flamante secretario de Estado. Sin embargo, nunca fue más poderoso que cuando sirvió como jefe de Gabinete para la gestión de Richard Nixon, en el clímax del escandaloso caso Watergate.

Desde entonces, pocos jefes de Gabinete han sido tan visiblemente poderosos y controversiales como Rahm Emanuel. Fue el primero en ser citado por la nueva administración, para ser luego nombrado en el cargo por el mismísimo Barack Obama el 6 de noviembre de 2008, dos días después de la elección presidencial.

Inicialmente, la elección de Emanuel fue elogiada como un golpe maestro de la gestión demócrata. Considerado “un demoledor”, este joven político fue asesor senior de la administración Clinton, devino legislador por el distrito de Chicago y fue visto por muchos como el favorito para actuar como futuro portavoz de la Cámara baja. A diferencia de Obama, Emanuel es una criatura de Washington, que conoce a la perfección el funcionamiento de ambos extremos de la avenida Pennsylvania.

Los días pasaron y el brillo de Emanuel desapareció. Mucho antes de lo esperado, se está hablando de que sus días están contados, y de que no llegará al promedio de dos años de supervivencia al frente del gabinete.

Algunos jefes de Gabinete, tal como Andrew Card bajo la gestión de George W. Bush, renunciaron por agotamiento. Otros, como Mack McLarty, el primero de Bill Clinton, eran buenas personas, pero insuficientes para los requerimientos del cargo. En cambio, otros jefes estuvieron envueltos en fuertes escándalos, tal como Sherman Adams, que fue forzado a abandonar el cargo luego de aceptar regalos de un empresario bajo investigación federal, o como Bob Haldeman, predecesor de Haig, despedido durante el caso Watergate.

La partida de Emanuel no caerá dentro de ninguna de esas categorías. La suerte de un jefe de Gabinete corre a la par de la de su líder, y este caso no es una excepción. Mientras la gestión Obama encuentre dificultades, Emanuel también las tendrá.

Primero fueron las quejas que apuntaban a que el círculo de asesores de Obama era muy chico. La queja no es nueva. Haldeman y el asesor de Richard Nixon, John Erlichman, formaron una suerte de Muro de Berlín en la Casa Blanca, mientras que Jimmy Carter fue duramente criticado por depender en demasía de su propia “mafia de Georgia”. Hoy, la supuesta nueva responsable es la “mafia de Chicago”, liderada por Emanuel.

La semana pasada se vio el desgaste: un artículo de un respetado columnista del diario Washington Post sostuvo que Obama se salió del camino porque ignoró el consejo de su jefe de Gabinete en varias ocasiones. Cuando las peleas en la Casa Blanca se hacen públicas, invariablemente las cabezas ruedan. La pregunta es: ¿será la de Rahm Emanuel la próxima? Y si es así, ¿cuándo?

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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