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El mundo|Lunes, 29 de marzo de 2010
Tras once meses en manos de la guerrilla, fue liberado como gesto humanitario

Las FARC sueltan a un soldado rehén

Con la liberación del soldado José Daniel Calvo, terminó con éxito la primera parte del operativo humanitario, que sigue hoy con lo que sería el regreso del secuestrado más antiguo de Colombia, el también soldado Pablo Moncayo.

Por Katalina Vásquez Guzmán
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Calvo saluda a sus familiares en Villavicencio tras ser liberado por las FARC.

Desde Medellín

Pálido y cojeando, el soldado José Daniel Calvo se reencontró con su familia tras once meses de cautiverio. El militar fue liberado ayer por la guerrilla de las FARC gracias a un operativo humanitario que continúa hoy con la misión de traer de regreso al secuestrado más antiguo de Colombia, el también militar Pablo Emilio Moncayo. Esta sería la última liberación unilateral por parte del grupo rebelde, según anunció la líder de las liberaciones, la senadora opositora Piedad Córdoba.

Pasadas las once de la mañana, Calvo bajó del helicóptero Cougar brasileño que lo sacó de la selva con la ayuda de un bastón; la Cruz Roja Internacional, la ONG Colombianos por la Paz y el gobierno de Brasil, como en liberaciones anteriores, facilitaron los helicópteros y pilotos con la aprobación de todas las partes. La cooperación de las fuerzas militares colombianas, una de las condiciones de la guerrilla para la entrega, se hizo esperar hasta el fin de semana. La libertad de Calvo se esperaba para mediados de marzo, pero debido a la continuidad de los operativos militares fue aplazada.

Aunque se dijo que estaba en estado grave de salud, el soldado no tuvo que usar la silla de ruedas y la camilla que lo esperaban. Sí se notó que anda mal de una rodilla, producto de los impactos de bala recibidos en el enfrentamiento en que resultó herido y convertido en prisionero de guerra. La palidez denunciaba los múltiples mareos y vómitos que pasó en el vuelo de la selva a Villavicencio, donde fue recibido por un grupo de oficiales del ejército colombiano que le proporcionaron un nuevo uniforme, una afeitada y un corte de cabello para lograr el look castrense con el que apareció, hacia el mediodía, ante el centenar de periodistas locales e internacional que lo esperaba.

Por 36 horas, el ejército y la fuerza aérea colombiana suspendieron sus acciones en el Meta (Oriente), donde el militar fue dejado en libertad. En la red social Twitter, la senadora denunció el sobrevuelo de naves, minutos después de partir del aeropuerto Vanguardia, en la ciudad de Villavicencio, a las 9. Por eso, temprano en la mañana, se temió el eventual fracaso de la misión. Sin embargo, la aeronave pudo llegar sin contratiempo a las coordenadas que la guerrilla marxista le entregó a la senadora Córdoba. Más tarde, el comisionado de paz, Frank Pearl, explicó que hubo “un cumplimiento total de los protocolos de seguridad”, y que, según los radares de la fuerza aérea, algunos vuelos comerciales sobrevolaron la zona de las liberaciones, entre ellos uno que venía desde Santiago de Chile, otro que viajaba hasta Río de Janeiro y uno más que tenía como destino Miami.

Una alejada población de los Llanos Orientales fue el escenario para la liberación: Santa Lucía, en el municipio de Puerto Rico, Meta. Hasta allí llegó la comisión de quince personas para recibir al soldado Calvo, el más joven de los retenidos de la guerrilla con 23 años, quien ingresó al ejército para cumplir con su servicio militar obligatorio. Los campesinos del caserío salieron a la espera del helicóptero y, rodeados de unos treinta guerrilleros, asistieron al momento en que Josué Daniel Calvo volvió a ser libre.

Los rebeldes se entrevistaron con un delegado de Iglesia Católica, monseñor Leonardo Gómez Serna, quien viajó en la comisión y les entregó una propuesta de paz. “El deseo de Colombia de que no haya más guerra, que se acaben las armas y el enfrentamiento y que busquemos caminos de concertación”, afirmó en conferencia de prensa al regresar de la misión. “Sólo la salida política es la que le va a dar al país la paz”, agregó el sacerdote, sumando adeptos a la ya renombrada propuesta de un intercambio humanitario que busca canjear un grupo de 21 militares y policías que continúa en poder de las FARC a cambio de unos quinientos guerrilleros presos en las cárceles colombianas. Ver la pobreza de Santa Lucía le recordó al cura que para conseguir la paz es necesario, primero, superar la exclusión y marginalidad que viven millones de colombianos, según declaró a los medios.

Los rostros y vestidos de los familiares del recién liberado también eran humildes ya en Villavicencio. Con la ayuda del comisionado de paz, el padre de Josué Daniel leyó los nombres de otros secuestrados que anhelan la suerte de su hijo. Emocionado, tartamudeando y llorando, el campesino habló por su primogénito, ya que éste se negó a dar declaraciones. El hombre declaró que con la llegada de su hijo “regresó la alegría al hogar”, y afirmó que “el secuestro es una cosa muy atroz que no tiene sentido”. De poncho (ruana) para secarse el sudor característico de los Llanos Orientales, el hombre narró que desde niño Josué fue abandonado por su madre, y que hoy es un desplazado más. Los grupos ilegales lo expulsaron de su tierra en el campo y ahora busca refugio en la ciudad de Popayán (Sur). Su drama conmovió al centenar de personas que, con claves y remeras blancas, se reunieron en Villavicencio para acompañar la misión. Aún encadenado, apareció entre ellos el profesor Gustavo Moncayo, padre del sargento que hoy sería dejado en libertad en la misma zona fronteriza con Venezuela. Pablo Emilio Moncayo cumplió doce años y tres meses en cautiverio, y su padre ha recorrido el país encadenado para llamar la atención al drama de los secuestrados en Colombia.

Piedad Córdoba aclaró que no trajo pruebas de supervivencia de ninguno de los secuestrados, pero sí algunas cartas. También llevaba un pájaro de la selva que una niña le regaló y ella, a su vez, le entregó al ex secuestrado Alan Jara. Córdoba anunció que la guerrilla tiene los restos mortales del mayor Julián Ernesto Guevara, pero que no será mañana cuando los devuelvan.

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