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El mundo|Jueves, 29 de abril de 2010
Human Rights Watch denunció la existencia de una prisión secreta en Irak, donde se tortura

“Peor que la cárcel de Abu Ghraib”

La organización de derechos humanos con sede en Nueva York denunció abusos, violaciones y torturas a presos. Las autoridades iraquíes cerraron la prisión la semana pasada y sus 431 detenidos fueron transferidos a la capital iraquí.

Por Kim Sengupta *
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“El horror que descubrimos sugiere que la tortura era la norma en Muthanna.”

Human Rights Watch denunció la existencia de una prisión secreta iraquí peor que Abu Ghraib. En ella los detenidos sufrieron abusos horrendos y al menos uno de ellos murió por causa de las heridas producidas por las torturas. Los prisioneros eran principalmente sunnitas e incluían algunos extranjeros, como un británico en silla de ruedas. Algunos de los que fueron liberados le contaron a la organización de derechos humanos con sede en Nueva York que durante su detención fueron violados, torturados con picanas eléctricas y sofocados.

Todo eso sucedió en la cárcel secreta, aledaña al aeródromo de Muthanna, al oeste de Bagdad. Su población había crecido exponencialmente tras los arrestos masivos que realizaron las fuerzas de seguridad en los últimos dos años contra todos los sospechosos de participar en la insurgencia. Presionados por el gobierno norteamericano, tras conocerse la denuncia original publicada en Los Angeles Times, las autoridades iraquíes se apuraron a cerrar la prisión la semana pasada y sus 431 detenidos fueron trasferidos a la capital iraquí.

A diferencia del escándalo de Abu Ghraib, esta vez las denuncias alcanzan directamente al primer ministro Nuri al Maliki. La mayoría de los detenidos sunnitas en Muthanna provenían de la provincia de Nineveh, donde Maliki, líder del partido chiíta, había sido acusado de dirigir una campaña de venganza contra todas las personas que habían estado asociadas al régimen de Saddam Hussein. La prisión estaba bajo el control del Comando de Operaciones de Bagdad, una fuerza que responde directamente al primer ministro.

Las revelaciones además llegan en un momento de especial tensión para el gobierno iraquí. El primer ministro aún está intentando sobreponerse del resultado de las últimas elecciones y la oposición no logra formar gobierno (ver recuadro). Como si no fuera suficiente, la violencia parece haber vuelto a explotar en el país, con atentados diarios en la capital y en el interior. Human Rights Watch pudo conversar con 300 detenidos que fueron transferidos al centro de detención de Bagdad, al-Rusafa, tras el cierre de la cárcel secreta. La mayoría relató detalles escalofriantes de las sesiones de tortura.

Un ex oficial del ejército iraquí, de 68 años, que vivía en Inglaterra y tenía doble ciudadanía, había sido arrestado mientras visitaba Irak para buscar a su hijo, desaparecido hace un tiempo. Cuando los diplomáticos británicos en Bagdad visitaron al detenido, él denunció haber sido golpeado, sodomizado y contó que los guardias le aplicaron la picana eléctrica varias veces en los genitales.

“Me aplicaron electricidad en el pene y me sodomizaron con un palo”, relató el hombre a la ONG estadounidense. “Me forzaron a firmar una confesión, pero no me dejaron leerla”, aseguró.

A otro prisionero, de 24 años, lo golpearon y lo patearon tan fuerte que sus piernas todavía muestran heridas graves. También perdió todos los dientes del frente. Después de ser sodomizado con el palo de una escoba y una pistola, contó, empezó a mojar su cama todas las noches.

Un estudiante de 21 años, que había sido detenido en Mosul en diciembre pasado, relató cómo le taparon los ojos, lo esposaron y lo desnudaron, para que luego otro de los prisioneros lo violara. Los guardias reían a carcajadas mientras él gritaba de dolor.

Un informe interno de la embajada estadounidense sobre esa cárcel agregó otro testimonio: “Un prisionero contó que lo habían violado, todos los días, de forma cotidiana. Otro mostró su ropa interior, que estaba totalmente bañada en sangre”.

Joe Stork, el director de Human Rights Watch para Medio Oriente, descartó que las violaciones fueran casos aislados. “El horror que descubrimos sugiere que la tortura era la norma en Mutha-nna. Lo que pasó es un ejemplo de los horrendos abusos que los líderes iraquíes dicen querer dejar atrás. Todos los responsables, desde el gobierno hasta los guardias, tienen que ser investigados y condenados”, reclamó.

La estrategia militar estadounidense de retirada se basa en una relativa estabilización de la situación del país, en otras palabras, que baje el número de atentados, enfrentamientos y muertos. Wa-shington está intentando negociar un acuerdo entre el primer ministro Maliki y su rival Iyad Allawi, quien en la última elección ganó por un pequeño margen y dirige los esfuerzos por construir una alianza no sectaria.

Diplomáticos estadounidenses advirtieron ayer que las recientes denuncias sobre abusos en las cárceles podrían avivar aún más la resistencia dentro de grupos sunnitas. Esta parte de la población no sólo es uno de los objetivos predilectos de las fuerzas de seguridad, controladas por los chiítas, sino que además perdieron a dos de sus candidatos a diputados antes de los comicios. Según la Justicia Electoral, quedaron descalificados por sus antiguos vínculos con el Partido Baas, del ejecutado Saddam Hussein.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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