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El mundo|Jueves, 29 de abril de 2010
Los periódicos británicos apuestan por sus favoritos en la campaña electoral

Las elecciones desde las rotativas

Los encargados de la campaña conservadora se habían reunido a comienzos de la semana pasada con los principales diarios afines para contrarrestar la “Cleggmanía” electoral, que amenaza con romper el clásico bipartidismo británico.

Por Marcelo Justo
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El conservador David Cameron, favorito del grupo Murdoch para suceder a Brown en las elecciones parlamentarias del 6 de mayo.

Desde Londres

En las elecciones del Reino Unido del 6 de mayo la cosa está clara. Lejos de ocultar sus preferencias bajo la máscara de la neutralidad, la prensa declara abiertamente su apoyo. El grupo Murdoch apuesta al conservador David Cameron, el tabloide Daily Mirror se mantiene fiel a sus raíces laboristas mientras que The Independent se juega por la nueva estrella del firmamento político, el liberal-demócrata Nick Clegg. En algunos casos la decisión no sorprende. El Daily Mail, el Daily Express y el Daily Telegraph están tan a la derecha del espectro político que un voto suyo que no fuera por los conservadores sería noticia. En cambio, hay mucha expectativa por ver mañana a quién apoya el semanario The Economist y por quién se inclinará la semana próxima el Financial Times. En esta definición de posiciones, el diario que está más a la izquierda de los grandes medios, el The Guardian, ha pedido a sus lectores en su primera plana que le sugieran sus propias preferencias antes de declarar públicamente por quién votará.

Esta participación abierta de la prensa en la campaña llevó a alguno de los encontronazos más sonados. En medio de la Cleggmanía que ganó el país la semana pasada, el The Independent tituló “Ruppert Murdoch no decide esta elección. Usted la decide”. Ese mismo día el hijo de Murdoch, James, y una alta directiva del grupo, Rebekah Brooks, irrumpieron en el diario y tuvieron un fuerte altercado verbal con su editor, Simon Kelner. “What the fuck are you playing at?”, le dijo James Murdoch acusándolo de ensuciar la reputación de su padre. Kelner no había elegido ese titular al azar. En 1992 uno de los diarios del grupo Murdoch, el The Sun, se había adjudicado la victoria del conservador John Major sobre el laborista Neil Kinnock, favorito hasta último momento. En medio de una fuerte depresión económica, el tabloide había publicado en la portada el día anterior a los comicios la foto de una bombita encendida y un epígrafe que decía, “el último que salga que apague la luz”. Esto fue suficiente para convencer a muchos analistas y al mismo Grupo Murdoch del poder del diario más leído del Reino Unido.

Este partidismo es diferente en los tabloides y la llamada prensa seria. En los primeros se trata de propaganda desembozada. En los segundos se mantiene la clásica y discutible distinción entre opinión (editoriales) y hechos (reportería) y se intenta guardar un equilibrio informativo en base a cierta proporción más o menos igualitaria de la cobertura que se da a los distintos partidos y posiciones. Aún así, la semana pasada el jefe de campaña de los liberal-demócratas Danny Alexander denunció que los conservadores estaban orquestando una campaña sucia contra Clegg en respuesta a su inesperado crecimiento en las encuestas. Según Alexander los encargados de la campaña conservadora se habían reunido a principios de la semana pasada con los principales diarios afines para contrarrestar la “Cleggmanía” electoral que amenaza con romper el clásico bipartidismo británico. Tres días después de esta presunta reunión, los titulares de cuatro diarios conservadores lanzaron una andanada de ataques contra Clegg que iban desde la hipérbole más absurda (Clegg nazi, decía el Daily Mail) a análisis aparentemente sesudos sobre los peligros del europeísmo del político.

Uno de los enigmas es el impacto real que tienen los diarios a la hora del voto. La mayoría de los estudios académicos se muestran escépticos al respecto. Según estos estudios, la mayoría de la gente lee el diario que coincide con su ideología: su voto está decidido de antemano. Sin embargo, en esta elección se nota un creciente debilitamiento de la fidelidad partidaria y un aumento del número de indecisos. A esto se añade un segundo enigma: el impacto de la nueva tecnología en el decisivo grupo del voto flotante. Según The Economist, el impacto de Twitter, YouTube y otros canales comunicativos modernos, tan importantes en la elección de Barack Obama en 2008, no han sido decisivos por el momento en esta campaña. El voto no es obligatorio en el Reino Unido y las encuestas marcan que a más edad, más tendencia a votar. Esto le ha dado un poder especial a las franjas de mayor edad que se informan fundamentalmente con TV y prensa escrita. Casi la mitad de los que vieron el primer debate televisivo de los tres principales candidatos el 15 de abril tenían 55 años para arriba. Casi la mitad de los lectores del Daily Telegraph o el Daily Mail tienen de 65 para arriba. Por el momento los medios tradicionales tienen más peso.

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