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El ministro de Trabajo de Nicolás Sarkozy, Eric Woerth, está cada vez más complicado. Ayer, un día después de ser liberado, el administrador de la fortuna del imperio L’Oréal acusó al funcionario de presionar para que su mujer entrara a la empresa de cosméticos como contadora. “Lo vi dos o tres veces a comienzos de 2007 porque me pidió que viera a su mujer y que tratara de asesorarla acerca de su carrera”, le contó Patrice de Maistre al diario Le Monde. Según el administrador del patrimonio de Liliane Bettencourt, después de las reuniones recomendó a la esposa del entonces ministro de Presupuesto de Sarkozy para un puesto. “Se trataba de una nota que tuve que llevar al señor y a la señora Bettencourt, para hablarles del ingreso de Florence Woerth en mi equipo, una iniciativa sensible debido a que su marido era ministro”, explicó en la entrevista.
Según el diario parisino, la policía encontró entre los papeles de Maistre un currículum de Florence Woerth, fechado 31 de agosto de 2007, con una pequeña nota al pie de la página que decía: “Retribución unos 200 mil euros (...) Estoy obligado a hablar de ello con LB. Vi al marido, 120 mil euros”. La mujer del hoy ministro de Trabajo fue contratada para esa época con un sueldo de 140 mil euros anuales (más de 180 mil dólares) y un bono de 60 mil euros (más de 77 mil dólares). Su trabajo era ayudar a De Maistre a administrar una de las sociedades del imperio, Clyméne. Pero las revelaciones sobre las buenas relaciones entre la familia Bettencourt y el gobierno de turno hicieron que las acusaciones de conflicto de intereses crecieran hasta un punto insostenible este año. En junio pasado, Florence Woerth renunció a la empresa.
Públicamente todo comenzó en diciembre de 2007 cuando Françoise Bettencourt Meyers, la única hija de 57 años de Liliane Schueller y del difunto André Bettencourt, presentó una demanda contra el fotógrafo François Marie Banier, un protegido de su madre. Lo acusó de aprovecharse de su madre de 87 años para sacarle cientos de millones de euros en donaciones. Banier, de 63 años, a quien la revista Paris Match presenta como “el dandy que provocó un escándalo de Estado”, debía ser juzgado este mes por abuso de debilidad, pero pocas semanas antes salieron a la luz elementos que pusieron en evidencia las ramificaciones políticas de la disputa familiar.
Furioso por los “amigos” que abusaban de la generosidad de la señora de la casa, el mayordomo de Liliane Bettencourt había grabado conversaciones entre ésta y sus asesores, entre ellos Patrice de Maistre. El resultado fue mucho más que el presunto “abuso de debilidad” del reconocido fotógrafo. El jueves, Banier, De Maistre, uno de los abogados de la familia Bettencourt, Fabrice Goguel, y el gerente de la isla de Arros (en el archipiélago de Seychelles), Carlos Vejarano, fueron detenidos por la policía francesa por el contenido de esas grabaciones. En ellas se hablaba de fraude al fisco francés a través de cuentas en Suiza y con propiedades off shore, como la isla manejada por Vejarano, y también de la estrecha relación que mantenían el Palacio del Elíseo y el imperio Bettencourt.
El viernes, después de 36 horas de sucesivos interrogatorios, la policía liberó a los cuatro sospechosos, pero prometió que las investigaciones recién empiezan. Porque desde que se conocieron las grabaciones de la intimidad de los Bettencourt comenzaron a hablar otras personas del entorno o cercanas a la familia, que agregaron nuevas denuncias. La que mayor impacto causó, en Francia y en el mundo, fue la que realizó una ex contadora del imperio L’Oréal a un medio electrónico parisino. La ex empleada acusó a la heredera de la tercera fortuna más importante del país de entregar 150 mil euros (cerca de 194 mil dólares) a la campaña presidencial de Sarkozy, cuando el límite legal para las personas fijas es cuatro mil euros (poco más de 5100 dólares).
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