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El mundo|Miércoles, 25 de agosto de 2010
El presidente de Brasil atacó al monopolio mediático sin mencionar a Globo

Lula lanzó el canal sindical

Por Darío Pignotti
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El debate de los medios se coló en la campaña de Rousseff.

Desde Brasilia

Otra libertad de expresión es posible, más allá de los límites dictados por el grupo de medios Globo. Palabras más, palabras menos, fue con ese discurso que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva inauguró el primer canal sindical de Brasil, con señal por aire y cable, cuyos estudios funcionan desde el lunes en Sao Bernardo do Campo, la ciudad del cordón industrial paulista donde germinó el Partido de los Trabajadores.

“No sería justo que en un país como el nuestro, con una democracia cada vez más sólida y madura, que un sindicato o los movimientos sociales continúen impedidos de ejercer su libertad usando sus propias emisoras de TV”, sentenció el mandatario y ex tornero mecánico Lula.

“Queremos informar al pueblo con más imparcialidad que como está siendo informado, el único juez de la prensa es el público... el brasileño está cada vez más consciente y sabe distinguir muy bien lo que es información y lo que es distorsión de los hechos, lo que es buen periodismo del malo.”

Ninguna mención explícita a Globo. Era innecesario hacerla siendo que todos los presentes supieron descifrar el discurso del mandatario durante un acto ante cinco ministros y la plana mayor de la televisión pública, una señal de que el gobierno concedió una especial importancia política al estreno de la Televisión de los Trabajadores (TVT).

Desde fines del año pasado, cuando intervino en la Conferencia Nacional de Democratización de la Comunicación, con decenas de medios públicos, universidades y sindicatos, Lula machaca en un mismo punto: la necesidad de reformar el régimen heredado desde 1964 cuando la naciente dictadura militar y la familia Marinho formaron el latifundio informativo Globo.

De la conferencia surgieron recomendaciones que el gobierno prometió tomar como inspiración de una futura ley de radiodifusión, tales como el “control social” y no comercial de la comunicación, y un nuevo modelo de concesión de licencias televisivas, dos premisas que erizan los nervios de los herederos de Roberto Marinho.

Restando poco más de un mes de las elecciones presidenciales en las que la candidata petista Dilma Rousseff se perfila como favorita –ayer la encuestadora Sensus proyectó una victoria en primera vuelta con el 55 por ciento–, el debate sobre los medios se coló en la campaña electoral.

En un evento organizado por la Asociación Nacional de Periódicos, del que hacen parte los principales medios gráficos, diario O Globo incluido, el candidato opositor, José Serra, del Partido de la Socialdemocracia, recitó el vademecum de la libertad de expresión corporativa: los medios privados son sus guardianes y los estatales, como la Empresa Brasil de Comunicación, sólo sirven como agitadores del gobierno.

La réplica del gobierno fue en un tono tajante y cargada de dinamita.

“La prensa en Brasil es libre. La prensa investiga –y deja investigar– lo que quiere. Publica –y deja publicar– lo que desea”, lanzó Franklin Martins, quien además de ser el ministro de Comunicación Social, conoce como pocos sobre las censuras y desinformaciones lanzadas por Globo, pues durante más de una década fue uno de los principales columnistas políticos.

Los chispazos entre el gobierno y el multimedio, que ha dedicado incontables editoriales para denostar la “mordaza” urdida por el Planalto contra la prensa libre, en proporción inversa al retroceso de la derecha política en las encuestas. En rigor, según una tesis que ha ganado cuerpo entre investigadores de la comunicación como Venicio Lima, de la Universidad de Brasilia, Globo es “el” partido de la derecha, por actuar como el más sistemático opositor al gobierno, y censor de toda información originada en los movimientos sociales.

Martins, quien además se perfila como uno de los ministros de Lula que continuarán en el gobierno si Rousseff lo sucede en el Planalto, celebró la creación de la televisora sindical como un paso hacia la materialización de un nuevo concepto de libertad de expresión, el que la entiende como un derecho de todos los ciudadanos.

Con la TVT “los receptores tomando la iniciativa, ya no tenemos como en el pasado una masa pasiva, esto es una revolución, esto es bueno para nosotros, los periodistas, pero principalmente para la población”, sostuvo Martins en Sao Bernardo do Campo.

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