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El mundo|Jueves, 4 de noviembre de 2010
El presidente de EE.UU. dijo que estaba dispuesto a escuchar ideas del Partido Republicano para salir adelante

Para Obama, es la frustración con la economía

El Partido Demócrata perdió la Cámara baja de forma histórica, pero pudo mantener el control del Senado. Distintos diputados opositores electos anteanoche anunciaron que buscarán derogar la reforma de salud y reducir el gasto público.

Por Ernesto Semán
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Desde Nueva York

El día de ayer comenzó con una versión empeorada de la misma lógica que llevó a Barack Obama a la derrota de las elecciones del martes. El presidente dio una conferencia de prensa en la que dijo que el resultado era la consecuencia de la frustración ante la crisis y estaba dispuesto a escuchar ideas del Partido Republicano para salir adelante. Los líderes victoriosos de la oposición anunciaron que pensaban abrir un debate para derogar la reforma de salud que Obama logró aprobar a principios de este año y que es hasta hoy la mayor contribución de su gobierno.

“No están de ánimo para negociar nada”, dijo Mark Meckler, uno de los fundadores del Tea Party, en relación con los nuevos diputados del movimiento de extrema derecha que juraron entrar al Congreso para cambiarlo de cuajo. Además de derogar la reforma de salud, distintos diputados electos ayer anunciaron planes para reducir el gasto público, reformar el sistema impositivo y extender la exención impositiva implementada por el gobierno de George Bush que vence en diciembre.

No era de esperar otra cosa. El ascenso del Tea Party es el dato más relevante de la elección y sus principales referentes empezaban ayer mismo a imaginar un ascenso al poder en el 2012. Para el gran público, la figura más conocida de esa cosecha es Sarah Palin, la ex gobernadora de Alaska que recorrió el país apoyando a candidatos de extrema derecha, dejando tendida una red de lealtades políticas que desde hoy puede estar a su servicio.

Los presidentes no suelen lucirse en la conferencia de prensa posterior a una derrota formidable, y Obama no fue la excepción. En la Casa Blanca, al mediodía y mientras todavía se contaban los votos, el mandatario dijo que los votantes estaban “frustrados” por la economía y trazó una línea histórica de su ascenso político. “Mi relación con la gente es algo que se construyó despacio, llegó a un punto increíblemente alto, y luego durante los dos últimos años, mientras pasábamos por tiempos muy difíciles, se sacudió un poco y se hizo más ríspida”, dijo. Agregó que la agenda política seguirá siendo la misma, pero que buscará medios distintos y también niveles de entendimiento con los republicanos en el Congreso, algo que ya hizo con pésimos resultados cuando tenía el control total del Parlamento y que ahora estará forzado a repetir.

Puede que nada de esto llegue a pasar, pero ilumina bien las causas de la derrota y la debilidad de la estrategia presidencial, aun mientras se cuentan los votos y se decide el resultado en algunos distritos muy disputados. Con el tsunami de votos republicanos que se anunciaba durante las últimas semanas, el resultado puede ser leído de varias formas. Una de las que no, que es una victoria del gobierno. El Partido Demócrata perdió la Cámara baja de forma histórica: la oposición necesitaba ganar 39 diputados para quedarse con el control y va camino a obtener más de 60, una de las cosechas más grandes de la historia. Unos 38 de esos nuevos diputados son miembros del Tea Party. Y el nuevo presidente de la Cámara baja será el conservador John Boehner, que reemplazará en el cargo a la demócrata Nancy Pelosi, una de las personas más cercanas a Obama durante estos dos años.

La gran mayoría eran victorias esperadas, incluyendo algunas bancas de distritos que ya son desde hace años fuertemente republicanos y otros que llegaron al Congreso en la ola ascendente de las elecciones del 2006 y 2008. Midiendo estrictamente el voto popular, la ventaja republicana en el total nacional para diputados estaría cercana al 7 por ciento, menos de la mitad del 15 que pronosticaba Gallup.

En los senadores, las noticias para el gobierno son mucho menores. Cuentan con una mayoría de 52 y es probable que llegue a 53 cuando se terminen de contar los votos en el estado de Washington. Las derrotas sufridas en algunos distritos, como Pennsylvania e Illinois, son de menos de un dos por ciento de diferencia. De nuevo, para un partido que podía perder el control total de la cámara, una mayoría propia de 53 le permitiría incluso controlar los intentos republicanos por cooptar senadores oficialistas.

El resultado de la elección de gobernadores también fue más o menos como estaba previsto. El Partido Republicano tiene el control de 29 estados y es probable que obtenga alguno más. Pese a haber perdido en California, el estado más grande del país, el Partido Republicano se anotó victorias claves en estados como Ohio, un lugar más que importante para la elección presidencial.

Los cambios en el electorado en parte explican los resultados y alumbran los cambios ocurridos desde la elección del 2008 que consagró presidente a Obama por una abrumadora mayoría. Una síntesis de los datos de las encuestas a boca de urna publicados por CBS es que el mapa demográfico del electorado se volvió más tradicional, algo más blanco y de mayor edad. Los votantes jóvenes de menos de 30 años (claves en el ascenso de Obama) pasaron del 18 al 11 por ciento del electorado. Los negros del 13 al 10 y los hispanos, del 9 al 8. Los votantes mayores de 65 años pasaron de ser el 16 por ciento del total en el 2008 al 23 por ciento el martes último.

En un artículo salido a pocas horas del final de los comicios, el analista Ed Kilgore sostenía que estas fluctuaciones son normales en las elecciones legislativas y que el contraste mayor con la elección del 2008 se debe sobre todo al inusual alineamiento demográfico y generacional que produjo la llegada de Obama. En todo caso, el resultado sí expresa las dificultades del presidente para mantener viva esa coalición, algo que deberá revisar para continuar con su programa de reformas y para aspirar a la reelección en el 2012.

Lo que dijo ayer no parecía muy alentador en ese sentido: “Tenemos que encontrar un terreno común” con los republicanos, sostuvo, “para poder avanzar frente a algunos desafíos particularmente difíciles”, para mencionar luego a la energía y la educación como áreas de potencial acuerdo bipartidario. Las respuestas a la invitación fueron múltiples y ninguna positiva. Por ejemplo, Colin Hanna, presidente de Let Freedom Ring, uno de los grupos de apoyo al Tea Party: “Uno no puede pensar en que tengamos ya una agenda positiva sobre todos los temas, pero al menos podemos parar un montón de malas acciones, y eso ya es un paso adelante”. Obama va a necesitar mucho más que voluntad bipartidaria para remontar la cuesta de la derrota del martes.

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