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El mundo|Miércoles, 10 de noviembre de 2010
George Bush recorre Estados Unidos de costa a costa para promocionar sus memorias

“Mucha gente creía que no sabía leer”

El libro con las memorias de Bush, Puntos de decisión, amenaza con convertirse en best seller. El ex presidente salió en gira tras el triunfo electoral del Tea Party, pero asegura que dejó la política.

Por David Usborne *
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El ex presidente norteamericano George Bush escribe libros y también los firma.

Atravesó los dos kilómetros y medio desde su hogar al norte de Dallas para firmar copias de su libro de memorias, Puntos de decisión (Decision Points) en una sucursal de la librería Borders. ¿Se le permitió volver a su casa después y terminar su desayuno? Difícil. No habrá descanso para George W. Bush en los próximos días. No es exactamente una gira política –regresar a la política no está en sus planes futuros, dice–, pero no hay posibilidad de evitar las responsabilidades promocionales que recaen en cada autor, aun si es un ex presidente.

Crown Books, el editor, ordenó una primera edición de 1,5 millón de copias. Comenzando el lunes por la noche, y durante 24 horas, los estadounidenses pudieron tener un vistazo de su ex líder conversando con NBC en su hogar de niño en Texas, recorriendo su rancho con Fox News, y mostrándole a Oprah Winfrey el hogar de la familia Bush en Kennebunkport, Maine.

Toda esta actividad es un poco estresante, ya que el ex mandatario ha estado semioculto desde que le entregó las llaves de la Casa Blanca a Barack Obama. Hay muchas reuniones planeadas para firmar libros de costa a costa, así como entrevistas en vivo que comenzaron ayer con un encuentro con el rey de los presentadores radiales, el conservador Rush Limbaush.

Queda por ver cuán atractivo puede ser Bush mientras llena las ondas radiales en los muchos días por venir. La mayoría de los críticos están de acuerdo en que el libro en sí mismo, que tiene menos de 500 páginas, contiene poco que sorprenda al público. “Competente, legible y chato”, fue el titular de la crítica de The Washington Post. Los momentos de su vida y la presidencia que consiguen una particular atención incluyen su abandono del alcohol, los ataques del 11/9, las invasiones de Afganistán e Irak, el desastre del huracán Katrina y el colapso económico y la elección de 2008. Que el libro será un bestseller no cabe duda. Seis presidentes (uno de ellos todavía en el poder) han logrado ser el Nº 1 en la lista de no ficción del New York Times. Jimmy Carter y Bill Clinton lo hicieron después de dejar la función; Dwight Eisenhower y Obama lo lograron antes de llegar al puesto más alto del país. Dos presidentes –Ronald Reagan y John F. Kennedy– también fueron Nº 1, ambos póstumamente.

Por otro lado, Richark Nixon escribió no menos de doce libros después de dejar su función vergonzosamente, pero nunca llegó a ser Nº 1. El hombre que lo reemplazó, Gerald Ford, era medio inútil como autor, aunque lo trató. Los escriben, por supuesto, para asegurarse de que pueden contar su historia antes de que historiadores menos amigables tengan una oportunidad.

Una primera señal del cariño que todavía despierta Bush es lo que se vio en Borders, en Dallas. Varios cientos de estadounidenses hacían cola frente al local ubicado en el centro comercial y muchos pasaron la noche ahí. “Muchas cosas pasaron durante su presidencia”, dijo Patti Woodward, que fue al negocio a las 6 de la mañana con la esperanza de poder entrar para obtener una copia firmada y poder darle la mano a Bush. Borders dijo que para las 11 de la mañana había vendido virtualmente todas las copias de Puntos de decisión que había ordenado para el evento. Bush personalmente firmó libros para 1300 clientes, y 500 ex libris para la gente que todavía estaba haciendo cola cuando se fue.

En una entrevista pregrabada con Winfrey, anoche, Bush declaró que “había acabado con la política” y defendió sus decisiones como presidente. “Mucha gente creía que no sabía leer, mucho menos escribir”, bromeó. Ante la pregunta de si lamentaba la decisión de invadir Irak, admitió sentirse “terrible” y “nauseoso” por haberse equivocado con el hecho de que Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva, pero culpó al dictador iraquí.

Dijo: “Saddam engañaba a todos. No quería que la gente supiera que no las tenía, lo que es extraño porque yo le aclaré que dejara entrar a los inspectores o lo sacaríamos del poder, y lamentablemente no me creyó. Yo creo que el mundo está mejor sin él”.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Páginal12.

Traducción: Celita Doyhambéhere.

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