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El mundo|Lunes, 31 de enero de 2011
El gobierno de Obama habló de “transición ordenada”, mientras en Egipto los manifestantes siguen inundando las calles

EE.UU. pide una transición ante la revuelta

Acorralado, Mubarak dijo en un mensaje televisado que le encargó a su premier promover la democracia mediante el diálogo. El Baradei apareció como la figura unificadora de la oposición. Aumenta el número de víctimas.

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Los manifestantes desafiaron el toque de queda y se reunieron en multitudinarias movilizaciones en todo el país.

Tras un fin de semana en el que los muertos alcanzaron a 125 y otros miles resultaron heridos, el presidente de Egipto, Hosni Mubarak, se siguió aferrando al poder. A través de la televisión, y en horas de la madrugada, exigió a su flamante primer ministro, Ahmed Shafiq, que promueva la democracia mediante el diálogo con la oposición y que implemente nuevas medidas económicas para que el pueblo recupere la confianza en el país. Durante la tarde, el Ejecutivo agregó tres horas al toque de queda en los puntos del país más agitados. Sin embargo, los manifestantes lo desafiaron y se reunieron en multitudinarias y extensas manifestaciones.

El conflicto traspasó las fronteras y la comunidad internacional se expresó al respecto. Washington, el principal aliado de Mubarak en Occidente, sugirió al mandatario que empiece a pensar en el cambio de gobierno. “Egipto debe iniciar un proceso de transición ordenado hacia una democracia real”, expresó la secretaria de Estado del país norteamericano, Hillary Clinton. Por su parte, Obama entabló conversaciones telefónicas sobre el conflicto con líderes políticos de otros países, entre ellos, el primer ministro británico, David Cameron; su par israelí, Benjamin Netanyahu; el jefe del gobierno turco, Recep Tayyip Erdogan; y con el rey Abdulá de Arabia Saudita. En las llamadas, el mandatario reiteró “su objetivo de oponerse a la violencia y llamar a la contención, de apoyar los derechos universales, incluido el derecho de expresión, asamblea y reunión pacíficas”.

Ayer, el recién llegado opositor El Baradei lideró a la multitud que se congregó en la plaza Tahrir, en el centro de El Cairo: “No hay marcha atrás, Egipto”, exclamó. Además, el Premio Nobel criticó la postura de Estados Unidos: “El gobierno estadounidense no puede pedir al pueblo egipcio que crea que un dictador que está en el poder desde hace 30 años será quien instaurará la democracia”, dijo. Como titular de la Asamblea Nacional por el Cambio, conformada por distintos movimientos opositores, El Baradei mantuvo reuniones con el grupo opositor ilegal y más fuerte al oficialismo egipcio, los Hermanos Musulmanes, que abogan por un gobierno de unidad. Juntos comenzarán a delinear la conformación de un frente común que pueda brindar una alternativa al vacío presidencial que dejaría Mubarak, en caso de abandonar el cargo. Los referentes de la oposición plantearon como probabilidad entablar diálogos con responsables militares del país. Saad Katatni, de los Hermanos Musulmanes, explicó que la intención es formar un gobierno de transición y fijar la fecha de elecciones libres.

Las manifestaciones en reclamo de la renuncia de Mubarak y su flamante vicepresidente Omar Suleimán no cesaron en las calles egipcias. Por primera vez desde que comenzaron las protestas el pasado martes, varios magistrados y clérigos de la institución religiosa Al Azhar, la más importante en el mundo sunnita, se unieron a los manifestantes en el centro de El Cairo. Incluso los funerales de los muertos en la represión del último viernes se convirtieron en protestas simultáneas contra el gobierno, pese al toque de queda que prima en la capital, Suez y Alejandría desde el martes y que, a partir de hoy, comenzará tres horas antes.

Mubarak, en tanto, se reunió con la cúpula militar egipcia durante las primeras horas de ayer. La televisión estatal mostró las imágenes del presidente, acompañado por su nuevo vicepresidente, Omar Suleimán; el ministro saliente de Defensa, general Husein Tantaui; y los responsables de las fuerzas, pero no dio detalles del encuentro. Además abordó uno de los dos aviones del ejército que sobrevolaron rasantes la plaza Tahrir. La interrupción de la transmisión de la cadena de noticias Al Jazeera fue otra de las decisiones del gobierno egipcio durante la última jornada (ver recuadro).

Tras una ausencia de 48 horas luego de la represión del viernes, el gobierno ordenó a la policía que vuelva a patrullar las calles. Subordinadas al ejército, las brigadas antimotines sólo cuidarán que no haya enfrentamientos entre manifestantes e intentarán frenar el avance de saqueos, extendidos en la mayoría de las ciudades del país. El gobierno había decidido reemplazar a la fuerza de seguridad estatal por el ejército en las tareas de patrullaje durante las últimas dos jornadas, luego de los hechos que acabaron con más de cien muertos. A partir de hoy regresa a cumplir órdenes de los militares, quienes seguirán controlando por completo la plaza central. Los militares habían sido bien recibidos por la población, que en paralelo conformó grupos de ciudadanos armados con palos, cadenas, bates de béisbol o navajas para vigilar las calles por la noche. Pese a ello, grandes centros comerciales sufrieron graves daños por el vandalismo y los saqueos de ayer. En el sur de la capital, casi todos los negocios fueron destruidos por completo.

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