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El mundo|Martes, 15 de febrero de 2011
El Consejo Supremo Militar advirtió que las protestas estaban “dañando” la seguridad y la economía

Llamó el ejército a terminar con las huelgas

Dos altos militares se reunieron con jóvenes activistas, incluido el ejecutivo de Google, Wael Ghonim. Las reformas constitucionales estarían listas en diez días y serían puestas a consulta vía referéndum dentro de dos meses.

Por Donald Macintyre *
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Varios cientos de egipcios reclamaron en el centro de El Cairo por mejores condiciones laborales.

Desde El Cairo

Los militares egipcios intensificaron sus esfuerzos para intentar devolver la normalidad al país. Mientras se preocuparon por asegurarles rápidamente a los habitantes de Egipto la posibilidad de que se concrete una acelerada agenda de reformas políticas, les exigieron el cese de las huelgas, sobre todo a los manifestantes aún activos.

Tanto el ejército como el primer ministro, Ahmed Shafiq, emitieron mensajes al pueblo en los que aseguraron, por un lado, que las enmiendas a la Constitución serían diseñadas a tiempo como para ponerlas a disposición de un referéndum popular que se llevaría a cabo en dos meses. Mientras tanto darían comienzo a la reorganización del gabinete civil que integrará a la oposición política.

Sin embargo, el Consejo Supremo Militar en el poder advirtió públicamente, a través de la televisión estatal, que las manifestaciones y la ola de protestas por aumentos salariales y mejoras en las condiciones de trabajo estaban dañando la seguridad y la economía nacionales. En el mensaje añadieron: “Los egipcios nobles entenderán que esas medidas de fuerza, en este delicado momento de la historia del país, conllevan resultados negativos”.

La posibilidad de un referéndum salió a la luz a cuenta de una reunión que el domingo compartieron dos líderes militares con referentes de la juventud activista que formó parte del tronco central de las protestas, sucedidas durante más de dos semanas, entre fines de enero y principios de febrero, y que causaron la caída del ex presidente Hosni Mubarak, el viernes pasado.

Al cabo de ese encuentro, los activistas –incluido Wael Ghonim, el ejecutivo de Google que estuvo secuestrado por brigadas pro-Mubarak durante doce días por ser considerado uno de los agitadores de las revueltas– explicaron que las autoridades militares les indicaron que las reformas constitucionales estarían listas en diez días, mientras que serían puestas a prueba en una consulta popular dentro de dos meses.

Ghonim y otro organizador de las manifestaciones, Amr Salama, fueron dos de los siete activistas que formaron parte de la reunión con los generales. Previo a aclarar que las declaraciones sobre el encuentro corrían por su propia cuenta, opinaron en sus cuentas de Facebook: “Todos sentimos el sincero deseo de preservar las victorias de la revolución y el respeto sin precedentes por el derecho de la juventud a expresar sus puntos de vista”.

Cabe recordar que, el domingo, la cúpula gubernamental de transición disolvió las dos cámaras del Parlamento y suspendió la Constitución, con vistas a su posterior modificación. El partido adepto a Mubarak tenía mayoría en el cuerpo legislativo, control que obtuvo en las elecciones parlamentarias de noviembre y diciembre de 2010, ampliamente denunciadas como fraudulentas por la oposición.

No obstante, la regencia militar imprimió un tono significativamente más autoritario en el comunicado que emitió ayer, el quinto desde que adoptaron el monitoreo permanente del gobierno de Mubarak, en su último día al mando del país.

La intención es acallar rápidamente las huelgas y las manifestaciones de obreros que se expandieron por el país desde el 25 de enero pasado. Las medidas involucraron a fábricas e industrias nacionales y de capitales extranjeros, conductores de ambulancias, periodistas, trabajadores del transporte y la policía. Varias centenas de egipcios y egipcias reclamaron ayer en el centro de El Cairo por mejores condiciones laborales y mayor atención desde el espacio público.

Entretanto, la prensa local empezó a difundir informes sobre una ruidosa confrontación entre los dos hijos de Mubarak mientras el ahora ex presidente grababa su último discurso, la noche anterior a que abandonara su despacho. Aunque aún la información no fue confirmada, los medios sugirieron que fue Gamal Mubarak, quien había sido visto antes de la revuelta como el sucesor del ex mandatario, el que persuadió al anciano gobernante de que ignorara la presión del ejército para que abandonara el poder el jueves.

Según el diario oficialista Al Akhbar, Gamal integraba el círculo de asesores de su padre que lo presionaron para que ignore las demandas militares a las que, en su discurso del jueves, anunció que respondería. Un artículo en ese diario indica que Gamal y su hermano, Alaa Mubarak, protagonizaron una pelea a gritos que casi termina a golpes. En la discusión, Alaak acusó a su hermano de haber enterrado al país en la corrupción. “En vez de ayudar a que tu padre sea honrado al final de su vida, sólo contribuiste a dañar su imagen”, acusó a Gamal.

La importancia del documento periodístico, si es cierto, recae en que sugiere que Estados Unidos sabía del contenido original del discurso presidencial con el que los militares insistían, pero no tenían conocimiento de que Gamal Mubarak disuadió a su padre de leerlo públicamente.

Ese eje en los hechos ayudaría a comprender los optimistas elogios del presidente del país norteamericano, Barack Obama, a los manifestantes, inmediatamente después de que Mubarak destrozara, por un pequeño período de tiempo, las esperanzas de Washington de que había emprendido su camino hacia la salida.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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