Imprimir|Regresar a la nota
El mundo|Lunes, 21 de febrero de 2011
Primera protesta inspirada en las revueltas árabes

Los ecos de Egipto en Marruecos

La manifestación más grande tuvo lugar en la capital, Rabat, donde cerca de cinco mil personas pidieron que se ponga fin a la corrupción. A diferencia de lo que sucedió en El Cairo, los reclamos fueron modestos y menos radicales.

Por Omar Waraich *
/fotos/20110221/notas/na18fo01.jpg
“Queremos que el rey reine, no que gobierne”, dijo Rada Oulamine, un abogado de 40 años.

Miles de personas inundaron las calles de todas las ciudades de Marruecos ayer, con la esperanza de quitarle algo de poder a la monarquía gobernante, en lo que se convirtió en la primera gran protesta que se lleva a cabo en el país inspirada en los sucesos de Túnez y Egipto. Al frente de una fuerte movilización de casi mil personas en Casablanca, jóvenes eufóricos levantaban en el aire carteles con la cara de Mohammed Bouazizi, el vendedor tunecino de vegetales cuya inmolación prendió la mecha en el mundo árabe. Ellos admiraron su sacrificio, pero fueron extremadamente modestos en sus demandas.

Una gran manifestación tuvo lugar en Rabat, la capital del país, donde cerca de cinco mil manifestantes reclamaron frente al Parlamento. Algunas concentraciones más pequeñas tuvieron lugar en las ciudades de Marrakech y Tánger. Por momentos, el eco de esas multitudes se escuchaba similar al que lanzaron cientos de miles de egipcios en la Plaza Tahrir, de El Cairo. Pero en realidad fue muy diferente.

“El pueblo quiere poner fin a la corrupción”, bramaron los manifestantes, envueltos en banderas marroquíes, bajo una gentil garúa que cubría la plaza Mohammad V, en la ciudad de Casablanca. En Egipto lo único que ansiaban era el fin de un régimen.

Las referencias a la monarquía fueron también escasas. Algunos manifestantes sostuvieron carteles con denuncias al gobierno, pero rindiendo homenaje al rey, de 47 años, quien heredó el reino de su padre, Hassan II, hace 11 años. Aun los manifestantes más bravos no osaron faltarle el respeto a su nombre. “Primero fue Ben Alí, luego fue Mubarak... Nosotros sabemos quién será el sexto”, coreaban. Desde que asumió el trono, Mohammad VI se autocatalogó como “El rey de los pobres” y “El rey de las mujeres”.

“Queremos que el rey reine, no que gobierne”, dijo Rada Oulamine, un abogado de 40 años. “¿Por qué no podemos tener una monarquía constitucional como Inglaterra o España?”. Tal pregunta podía leerse en los reclamos de los miles de marroquíes que se concentraron en las calles. Mientras Marruecos tiene todos los signos de un régimen más liberal, con docenas de partidos políticos, uniones y organizaciones de la sociedad civil, el poder permanece estrictamente concentrado en las manos de la monarquía, aducen los manifestantes.

Un quinto del presupuesto general se gasta en la manutención de los palacios de la monarquía. Sus miembros, además, son dueños de una vasta cartera de negocios e intereses comerciales, incluidos el banco más grande del país y la compañía de telefonía celular. “Los conglomerados de negocios que posee el rey deberían ser devueltos al pueblo”, sostuvo Tarik Armili, un joven de 30 años. “Queremos de nuevo nuestro bienestar”, añadió.

La cifra oficial de desempleo en Marruecos es de un 10 por ciento, pero los marroquíes insisten en que es muchísimo mayor. Las críticas son posibles, pero están extremadamente circunscriptas. Los diarios evitan, por todos los medios, realizar menciones desfavorables sobre el rey y sus principales generales.

“Necesitamos justicia, salud y educación”, remarcó Oulamine. “No existe un sistema judicial independiente, el rey nombra a jueces que imponen el miedo. La vejez no cuenta con servicio de salud. No hay inversión en las escuelas. La mayoría del pueblo es analfabeto.”

Muchos de los marroquíes presentes en la plaza de Casablanca, la principal ciudad, estaban desilucionados y decepcionados con la asistencia a la concentración. “En el pueblo de Marruecos existe miedo”, comentó una maestra que se quedó en su casa y no asistió a las protestas. “Tengo simpatía por los manifestantes. Es que las cosas están muy mal aquí. Pero no quiero que haya ningún problema, enfrentamientos ni muerte en mi país”, concluyó.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.