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El mundo|Domingo, 10 de abril de 2011
JIM SWIRE, VOCERO DE LAS FAMILIAS DE LAS VICTIMAS DE LOCKERBIE

Los secretos del atentado

Swire cree que el principal responsable por el derribo del avión de Pan Am en 1988 es el gobierno iraní, que habría actuado con la ayuda de un grupo radical palestino, más “alguna participación” de los servicios de inteligencia libios.

Por Marcelo Justo
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El derribo del avión en Escocia dejó un saldo de 270 muertos, un agente libio fue condenado.

Desde Londres

¿Conoce o no Moussa Koussa la verdad sobre Lockerbie? Said el Khadafi, hijo del dictador libio, asegura que el ex canciller libio es un hombre enfermo que no tiene ningún secreto que revelar sobre el atentado contra el vuelo Panam 103 que dejó 270 muertos en la localidad escocesa el 21 de diciembre de 1988. Personaje clave del entorno de Khadafi en las últimas tres décadas, hombre crucial de su política exterior y su aparato represivo, la policía escocesa acaba de entrevistarlo en el lugar secreto donde se encuentra desde su sorpresiva deserción. Nadie más interesado en la información que la cabeza visible de los familiares de las víctimas británicas, el doctor Jim Swire, quien perdió a su hija de 23 años, Flora, en el atentado. Swire no tiene confianza en la policía escocesa y la versión oficial cristalizada en el juicio contra Abdelbaset Al-Megrahi y Lamin Khalifah Fhimah en el año 2000. Por eso ha solicitado permiso para hablar él mismo con Moussa Koussa.

–¿Qué información puede aportar Moussa Koussa?

–La primera pregunta es si Libia fue el principal protagonista del atentado. Hay suficientes datos para pensar que se trató de Irán con la ayuda de un grupo extremista palestino, el PFLP, y que, a lo sumo, el servicio secreto libio tuvo alguna participación instrumental, suministrando el semtex. La segunda pregunta es si Libia efectivamente estuvo involucrado en todo esto, ¿cuál era el motivo? Mi hipótesis es que Irán tenía un motivo mucho más fuerte. Seis meses antes, Estados Unidos había atacado un avión civil iraní causando la muerte de 290 personas.

–Usted descree de la investigación policial escocesa y de la versión oficial que surgió en el juicio. ¿Por qué?

–La policía escocesa formula una hipótesis de entrada y luego hace todo lo posible para que los hechos se ajusten a esa hipótesis, como me confesó un policía escocés de alto rango hoy retirado. Partieron de la hipótesis de que la bomba se puso en el equipaje de un vuelo que salió de Malta y en el que viajaba Al-Megrahi. De ahí en adelante no siguieron ninguna pista que condujera en otro sentido.

–¿Cuáles son los hilos sueltos?

–Hay muchos. Todo el caso contra Al-Megrahi se basa en la hipótesis de que él compró la ropa que aparecía en la maleta que contenía la bomba y que esta maleta había sido despachada en Malta. La ropa era de un negocio en Malta. El dueño del negocio era Tony Gauci, quien se convirtió en un testigo clave de la fiscalía, pero su testimonio fue contradictorio, se supo después que recibió un millón de dólares y en la fecha en que se compró la ropa, Al-Megrahi no estaba en Malta. Hubo además pistas que no se siguieron ni figuraron en el juicio, como el asalto que se produjo en la terminal de Heathrow la noche anterior al atentado. Está el testimonio de un empleado a cargo del embalaje de maletas en el vuelo Panam 103, quien dijo que al volver a su lugar de trabajo observó dos nuevas maletas y pensó que alguien autorizado las había colocado allí y se había olvidado de avisarle. Tampoco se indagó bien el arresto en Suecia de Abu Tael, un militante del PFLP que tenía la misma ropa del negocio de Gauci y que había estado allí en aquella época.

–Usted conoce personalmente a Moussa Koussa. Aún si le otorgaran permiso para entrevistarlo, ¿qué garantías tiene de que le dirá la verdad?

–Lo conocí en 1991, cuando yo quería convencer a Khadafi de que entregara a los dos acusados a la Justicia escocesa. Moussa Koussa era el encargado de decidir si yo podía verlo, si era peligroso. Era un personaje que aterrorizaba. No porque me fuera a torturar, sino por el grado de poder que manejaba. Era evidente cómo se movía, cómo atendía llamados en dos celulares, cómo todo parecía pasar por él. Si ahora se apega demasiado a la versión oficial nadie le va a creer. Si es sometido a un interrogatorio riguroso, creo que es posible que aparezca algo de la verdad.

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