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El mundo|Miércoles, 27 de abril de 2011
Ambos países coinciden en que se debe limitar la circulación de inmigrantes en la Unión Europea

Italia y Francia contra la inmigración africana

Berlusconi y Sarkozy tomaron la misma postura: piden que se revise el Código de Fronteras de Schengen que rige desde 2006. La ola migratoria que se desató en el Mediterráneo con las revueltas árabes reavivó el debate de la derecha.

Por Elena Llorente
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Berlusconi recibió a su colega francés Sarkozy. Ambos países están involucrados en los operativos militares en Libia.

Desde Roma

Lo que parecía que iba a ser una batalla entre dos leones enjaulados terminó siendo una educada reunión en la que hubo acuerdo sobre todos los puntos. Al menos así lo manifestaron en una rueda de prensa al concluir el vértice de ayer en Roma el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy.

Las conclusiones sorprendieron a algunos. Pero, en el fondo, no pocos se alegraron –incluso una parte de la oposición a Berlusconi–, porque pelear con la poderosa Francia nunca ha producido buenos resultados en Europa.

Dos temas arduamente debatidos a distancia por los dos jefes de Estado habían sido el motor de esta reunión: Libia, respecto del cual ambos países habían tenido posiciones casi enfrentadas desde el comienzo de la guerra civil, y los miles de inmigrantes que siguen llegando desde enero a las costas italianas, buena parte de ellos tunecinos que quieren irse a vivir a Francia y que Francia rechaza. Y sobre los dos puntos hubo acuerdo.

Los dos mandatarios coincidieron en que, dada la “emergencia migratoria” –se habla de unos 20 mil inmigrantes llegados a las costas italianas desde enero–, es necesario hacer una serie de reformas al Código de Fronteras de Schengen que rige desde 2006 y que permite la libre circulación dentro de la Unión Europea una vez que se ha entrado a uno de sus países miembros. En este sentido, escribieron un mensaje conjunto a Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo, y a José Manuel Barroso, presidente de la Comisión Europea, manifestando la necesidad de estas reformas. En una declaración conjunta, dijeron,además, que Italia y Francia trabajarán para comprometer también en este proyecto a los países del Norte de Africa y para que la lucha contra la inmigración ilegal sea un objetivo común. A la Unión Europea le pidieron también reformular sus relaciones con los países del Norte de Africa, entre otras cosas, reforzando las ayudas destinadas a esas naciones, aumentando los créditos y las financiaciones bilaterales y facilitando los intercambios económicos y comerciales entre las dos costas mediterráneas.

Pero más de uno quedó estupefacto de todas maneras con la actitud de Berlusconi que, después de haber sido bombardeado de acusaciones por parte de varios países europeos, Francia incluida, por los permisos de estadía y de circulación provisorios entregados a los inmigrantes, en la rueda de prensa fue más que condescendiente con su vecino. Francia “recibe cinco veces más inmigrantes que Italia”, acogiendo cada año a unos 50 mil, mientras Italia en promedio recibe 10 mil, dijo Berlusconi. “De este hecho somos conscientes y de parte nuestra no hay ninguna intención de acusar a Francia de incumplimiento de sus obligaciones”, añadió.

Por su parte, Sarkozy, a diferencia de lo que se había venido diciendo, enfatizó ante los periodistas que su gobierno quiere que “el tratado de Shengen siga vivo, pero para eso debe ser reformado”.

En cuanto a Libia, luego de que el lunes Italia anunciara que atacará bases militares estratégicas, siempre dentro de los límites de la resolución de la ONU, y que esta decisión generará diferencias dentro de la coalición de gobierno, Berlusconi se apuró a decir hoy que “Italia no bombardeará”, sino que sólo lanzará “misiles de precisión” sobre objetivos militares y que se “excluye completamente” la posibilidad de provocar daños a la población.

Italia y Francia dijeron además en la declaración que “Khadafi se debe ir” y que el único representante legítimo del pueblo libio es el Consejo Nacional de Transición de Benghazi –uno de cuyos representantes precisamente visitó la semana pasada Italia y Francia en busca de solidaridad– para quien pidió el apoyo de todos los países.

La declaración conjunta de los dos mandatarios hizo un llamado además a los empresarios del mundo petrolero a rechazar cualquier operación de comercialización o transporte de hidrocarburos que pueda ser ventajosa para Khadafi y a sus ataques contra civiles.

Al recibirlo en Villa Madama, la sede romana destinada a las reuniones internacionales, Berlusconi no perdió la oportunidad de bromear con los periodistas y el propio Sarkozy, con quien comparte las ideas del centroderecha europeo. En un cierto momento, le pidió a Sarkozy que mirara a los fotógrafos que estaban hacia la izquierda de la puerta de entrada y les dijo “ustedes tienen más dificultades porque están a la izquierda”, en tácita referencia a sus opositores políticos.

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