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El mundo|Sábado, 14 de mayo de 2011
Dos suicidas atacaron un centro de reclutamiento paramilitar en Charsadda, una ciudad del noroeste de Pakistán

Los talibán vengan a Bin Laden con ochenta muertos

Los explosivos estallaron justo en el momento en que los reclutas de la Comisaría Fronteriza se retiraban del establecimiento en el Fuerte Shabqadar. La televisión mostró calles regadas de sangre y decenas de vehículos retorcidos.

Por Omar Waraich *
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Un hombre herido, víctima del doble atentado suicida, es llevado al hospital en Peshawar. Hubo más de ochenta muertos.

Desde Islamabad

Los talibán en Pakistán respondieron con sangre al asesinato de Osama bin Laden ayer, con un atentado que dejó ochenta muertos. Dos suicidas atacaron un centro de reclutamiento paramilitar en uno de los atentados más sangrientos registrados en los últimos meses.

Estos detonaron sus explosivos justo en el momento en que los reclutas de la Comisaría Fronteriza –una fuerza policial muy mal equipada y entrenada– se retiraban del establecimiento en el Fuerte Shabqadar, en Charsadda, una ciudad del noroeste. Muchos temen que se trate del primero de una serie de bombardeos que sacudirán a Pakistán. Además, ocurre luego de un período de tregua sobre las instalaciones de seguridad.

Las imágenes de televisión mostraron calles regadas de sangre, vidrios astillados por doquier y decenas de vehículos retorcidos e incinerados. Los reclutas habían subido a los colectivos y se dirigían a sus casas luego de graduarse en el centro de entrenamiento, el día anterior.

Luego de un receso, debían tomar posiciones en el noroeste, algunos en áreas donde Pakistán intenta ganar territorio que había sido arrebatado a fuerzas de seguridad durante operaciones militares antitalibán.

“Este ataque demuestra que los talibán aún pueden golpear objetivos vulnerables de seguridad”, dijo Muhammad Amir Rana, director para el Instituto de Estudios para la Paz de Pakistán. Hace pocos meses, los militantes islámicos pusieron más énfasis en ataques sectarios, atacando mezquitas, procesiones y santuarios. Ahora podrían volver a sus objetivos habituales.

Un vocero del talibán paquistaní, Ahsanullah Ahsan, atribuyó los ataques a su organización. Dijo que el atentado fue para vengar la operación de los Navy Seals norteamericanos que eliminaron a Bin Laden. Los talibán paquistaníes tienen fuertes lazos con Al Qaida en Pakistán y una gran influencia de la célula terrorista con respecto a este tipo de ataques. “La Fuerza de Pakistán fracasó en su tarea de proteger el territorio”, desafió Ahsan. En días recientes, una potente mezcla de ira y vergüenza alimentó un fuego antinorteamericano en Pakistán.

El raid norteamericano que acabó con la vida de Bin Laden es visto por muchos como una humillante violación de la soberanía. El primer ministro, Yousuf Raza Gilani, advirtió acerca de complicaciones en la relación entre Islamabad y Washington por una creciente desconfianza entre ambos. El mandatario dijo que Estados Unidos deberá hacer méritos para ganarse la confianza de los 180 millones de personas que habitan el país islámico.

“Yo no soy un dictador. Soy una figura pública –afirmó Gilani–. Si (los aliados norteamericanos) tienen la opinión pública en su contra, yo no puedo estar de su lado. Tengo que hacerle caso a la opinión pública”, elaboró el presidente paquistaní.

Hasta ahora, Gilani ha protegido al poderoso ejército de Pakistán y al servicio de inteligencia (ISI) del escrutinio y la presión mundiales. “Somos todos del mismo bando”, reafirmó el presidente. Gilani agregó que la confianza se quebró entre la ISI y la CIA. “Tradicionalmente, la ISI trabajaba con la CIA –dijo el primer ministro–. Ahora vemos que no hay nivel de confianza alguno.” La ISI tiene fuertes críticas en el ámbito local por el papelón que significó el descubrimiento de que Bin Laden se encontraba viviendo a pocas cuadras de un edificio del Servicio de Inteligencia de Pakistán, en la ciudad de Abbottabad.

Horas antes de los ataques talibán, la cúpula militar se apersonó en el Parlamento para un informe a puertas cerradas, y se sometió a una serie de preguntas por parte de los parlamentarios. El jefe de la ISI, el comandante general Ahmed Shuja Pasha, admitió que había habido fallas en la inteligencia, pero nada diferente de aquellas del 11 de septiembre y de los bombardeos en Mumbai.

El comandante general Pasha se mostró resignado, pero no esbozó una respuesta, según los parlamentarios presentes. “Me presento ante el primer ministro para cualquier castigo pertinente y estoy dispuesto a comparecer personalmente ante cualquier comisión que corresponda”, dijo con un tono emotivo el comandante general, de acuerdo con los parlamentarios que hablaron bajo el anonimato con The Independent.

El comandante general Pasha también cuestionó las relaciones con Washington. “Estamos en un punto de nuestra historia en el que tenemos que decidir si nos quedamos con Estados Unidos o nos exponemos a las burlas de nuestras futuras generaciones”, graficaron dos parlamentarios.

El jefe de la ISI informó los detalles de su última reunión con el jefe de la CIA, Leon Panetta. El teniente general Pasha se quejó de que todos los acuerdos entre ambos países fueron implícitos y de que no existen documentos escritos que den cuenta de ellos. Pasha dijo haberle espetado a Panetta que “esto así no puede continuar”, de acuerdo con los parlamentarios.

Mientras tanto, en Washington, el portavoz del Departamento de Estado condenó el ataque. “Este es un atroz atentado. Lo único que hace es mostrar la amenaza existencial que esas organizaciones extremistas representan para Pakistán”, dijo Mark Toner.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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