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El mundo|Miércoles, 13 de julio de 2011
Mataron a Wali Karzai, el zar del sur de Afganistán

Asesinato de alto voltaje

El hermanastro del presidente afgano fue baleado por un guardaespaldas en Kandahar. El talibán se atribuyó el atentado y el presidente le rindió homenaje. Antes de morir, negó sus supuestos vínculos con el narcotráfico.

Por Kim Kengupta *
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Wali Karzai (der.), asesinado ayer, habla a la prensa en Kandahar en el 2009.

Ahmed Wali Karzai, hermanastro del presidente Hamid Karzai, considerado el hombre más poderoso del sur de Afganistán, fue asesinado ayer en su casa en la ciudad de Kandahar, según informaron. El autor material del ataque contra Ahmad Wali Karzai fue un guardaespaldas cuya identidad es Sardar Mahamed, quien esperó con “una carta en la mano” a que Karzai saliera del interior de la residencia para hacer las abluciones previas a la oración y después le disparó dos veces, una en la cabeza y otra en el pecho. El talibán se atribuyó el atentado contra el presidente del Consejo Provincial de la conflictiva provincia de Kandahar.

El presidente afgano confirmó la muerte de su hermano menor durante una conferencia de prensa conjunta con el jefe de Estado francés, Nicolas Sarkozy, quien realizaba ayer una visita no anunciada al país. “Esta es la vida de los afganos”, dijo Karzai con lágrimas en los ojos en el palacio presidencial de Kabul. “Cada uno de nosotros lo sufre y esperamos poder poner fin al sufrimiento de la gente en Afganistán”, destacó.

Una salva de misiles había sido disparada contra la casa de Ahmed Wali Karzai justo antes de que nos encontráramos en noviembre pasado, pero el hermano del presidente afgano estaba relajado. “Me han tratado de matar nueve veces ya, tienen que hacer algo mejor que esto”, dijo, señalando con su brazo el daño, que consistía en un agujero en la pared del balcón, escombros y nubes de polvo.

La conversación durante el almuerzo fue sobre la política afgana, la guerra, su hermano el presidente y fútbol. AWK, como se lo conoce, se animó particularmente sobre el estado caótico de su adorado Chelsea. Era, declaró, muy parecido a Kandahar, el turbulento lugar de nacimiento del talibán, antes de que comenzara a organizar la provincia. Su pedido, cuando nos despedimos, era una camisa firmada por John Terry, “un verdadero líder, un tipo duro”.

Karzai no siguió diciendo que se sentía igual al capitán del Chelsea, quien, a pesar de su propia accidentada historia, podría haber encontrado esa comparación difamatoria. Como shogun (jefe) del sur de Afganistán declaró entre bocados de kebab de cordero. “Las historias sobre mí son muy hirientes. He sido acusado de tantas cosas que he comenzado a olvidarlas. Lo único de lo que no me han acusado hasta ahora es de prostitución.”

Había pocas personas en Afganistán más controvertidas que Ahmed Wali Karzai. Sus enemigos, y eran muchos, afirmaban que dirigía la región como un jefe de la mafia, tomando contratos internacionales altamente lucrativos e intimidando a los funcionarios con su poder amenazador, mientras permanecía intocable por sus lazos de sangre con el gobernante del país.

En la mitad de la comida, Karzai corrió a lavarse sus manos y buscar un documento que, según él, lo absolvía de todos los cargos. Era una carta de la DEA (la agencia antinarcóticos estadounidense) donde se reconocía que no era actualmente sujeto de una investigación de drogas. Karzai sacudió el pedazo de papel: “Esto lo hará público la semana que viene el presidente en Kabul. Luego, quizás, estas historias pararán”.

Para Occidente, AWK seguía siendo un misterio. En la base militar de Kandahar, el mayor general Nick Carterm, entonces el comandante británico de las fuerzas de la OTAN en el área, reflexionó: “Me dice que preferiría mucho más estar viendo cómo Chelsea gana sus partidos que gastar su tiempo en arreglar disputas en su hogar en Kandahar”.

Su vice, el brigadier general estadounidense, Frederick “Ben” Hodges, añadió: “No quiero sonar como un apologista, pero AWK tiene algunas cosas buenas. El asunto es mantener el foco en él y ver qué sucede. Uno no debería subestimarlo. Tiene seguidores y es un personaje bastante complejo”.

Los ancianos pashtun iban en rebaño a la casa fortificada de Karzai en la ciudad de Kandahar para que laudara en las disputas o para rendirle homenaje. Los corredores y los salones estaban llenos de hombres en túnicas sueltas y largas barbas. Un jefe del clan Popolzai, Sayyid Naimtallah, estaba enojado por el trato que Karzai había recibido de los aliados de la OTAN. “Lo necesitan para luchar contra el talibán, le dan dinero, y luego dicen esas cosas malas de él”, dijo. “Esta es la manera que tienen los extranjeros, usan al pueblo afgano. Pero tuvo una vida difícil, se las arregla con palabras justas.”

Era esta crianza la que hizo que el presidente Karzai y su hermano estuvieran emocionalmente cerca.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Traducción: Celita Doyhambéhère.

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