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El mundo|Viernes, 5 de agosto de 2011
LA CORTE BUSCARA DETERMINAR SI CHRISTINE LAGARDE COMETIO ABUSO DE PODER COMO MINISTRA DE ECONOMIA

Francia investiga a la jefa del FMI

La acusación apunta que Lagarde abusó de su estatuto de ministra cuando dio su acuerdo para que el Estado le pagara con fondos públicos una compensación de 280 millones de euros al empresario Bernard Tapie.

Por Eduardo Febbro
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El Fondo Monetario Internacional le brindó su apoyo total a su actual jefa, Christine Lagarde.

Desde París

A la clase política francesa la persigue el escándalo de sus prácticas nebulosas. Después de la renuncia a la dirección del Fondo Monetario Internacional (FMI) del economista francés Dominique Strauss-Kahn, envuelto en un caso de agresión sexual en Nueva York, su reemplazante a la cabeza del organismo multilateral de crédito, Christine Lagarde, ex ministra francesa de Economía, ha visto a la Justicia de su país llegar a orillas de su recién estrenado sillón. La Corte de Justicia de la República, ente encargado de juzgar a las personas con fuero, decidió abrir una investigación sobre la directora del FMI a raíz del papel que desempeñó cuando era titular de la cartera de Economía en un controvertido arbitraje por un caso que oponía al empresario y ex ministro de la ciudad Bernard Tapie y el banco Crédit Lyonnais. Los cargos que la Corte de Justicia de la República le imputan a Christine Lagarde son mucho más graves que la investigación inicial solicitada por la Fiscalía, es decir, abuso de poder. La Corte investigará hechos más serios: complicidad en el desvío de fondos públicos y falsificación. El trabajo será realizado por tres jueces de la Corte y podría durar varios años. Los cargos que pesan sobre ella pueden costarle 10 años de cárcel y 150.000 euros de multa.

La acusación apunta que Lagarde abusó de su estatuto de ministra de Economía cuando dio su acuerdo para que el Estado le pagara con fondos públicos una compensación de 280 millones de euros a Bernard Tapie. Este empresario, ex ministro socialista, especializado en comprar empresas en bancarrota, seductor y truculento, encarcelado por sus negocios truchos y por arreglar partidos de fútbol, conoció el paraíso y el infierno y luego la restauración. El paraíso cuando fue el emblema de los empresarios de los ’80 y un aliado circunstancial de la izquierda francesa hasta que, en 2007, optó por defender las banderas de la derecha de Sarkozy. El infierno cuando sus negocios empañados se descubrieron así como las ayuditas extradeportivas que ponía bajo la mesa para ganar partidos de fútbol en la época en que era dirigente del Club Olympique de Marseille. Su caída fue estrepitosa, conoció la cárcel y una vez que salió encarnó muy bien los valores de la época: de corrupto pasó a protagonizar una serie de televisión donde hacía de policía y después asumió la dirección de un programa periodístico. ¡Toda una proeza! El premio final se lo dio el Estado cuando, en la controversia que lo oponía al banco Crédit Lyonnais, recuperó 280 millones de dólares. Tapie había llevado ante la Justicia al banco acusándolo de fraude por la venta, en 1993, de participaciones de la empresa Adidas, de la cual Tapie era uno de los propietarios.

El empresario perdió el juicio inicial ante el banco –en esa época el Crédit Lyonnais pertenecía al Estado– y por ello presentó un recurso. Pero Lagarde se introdujo en el medio e impuso un arbitraje privado, que falló a favor de Bernard Tapie. El procedimiento es común en diferendos de este tipo, pero la Justicia considera que en este marco concreto no “es apto” porque estaban en juego los intereses del Estado. Los magistrados ponen en tela de juicio tres aspectos de la intervención de la ministra: el primero, que haya aceptado el arbitraje cuando el Estado era una de las partes: el segundo, que no presentó ningún recurso cuando el tribunal de arbitrajes le acordó los 280 millones a Tapie: por último, que hiciera caso omiso de la proximidad de uno de los tres magistrados del tribunal de arbitraje con el abogado de Bernard Tapie.

La implicación de la Corte de Justicia de la República responde a la acción emprendida por un grupo de parlamentarios socialistas. El diputado socialista Jean-Marc Aynault reiteró ayer que “el Estado recurrió a un procedimiento nada habitual, o sea, a un tribunal privado, para terminar haciéndole un enorme regalo financiero al señor Tapie”. El abogado de Christine Lagarde, Yves Repiquet, estimó que la investigación en curso no era “en nada incompatible” con “la función de directora gerente del FMI” –fue nombrada el pasado 28 de junio–. Desde luego, la institución que tanto ahorcó a los pueblos del mundo le aportó su apoyo total a Lagarde. Varios dirigentes socialistas expresaron ayer su temor de que este nuevo episodio debilite al FMI en momentos en que la situación económica mundial es un camino de arenas movedizas. François Hollande, ex primer secretario del PS y actual candidato a la presidencia de los socialistas para las elecciones del año que viene, estimó que la inclusión de la Corte tenía dos consecuencias: “remite a la responsabilidad del Jefe del Estado en la decisión tomada en beneficio de Bernard Tapie y debilita la posición de Christine Lagarde al frente del FMI”.

El sistema político francés está cercado por escándalos sin fin. Los últimos cuatro son: el que atañe a Lagarde; el que condujo a la renuncia del secretario de Estado de Función Pública, Georges Tron, acusado por dos colaboradoras de acoso sexual; el que armó el ex ministro de Educación Luc Ferry –también filósofo– cuando denunció en la televisión actos de pedofilia cometidos en Marruecos por ex ministros socialistas, a quienes no nombró. Y, desde luego, la megacausa de Dominique Strauss-Kahn, a quien una empleada del Hotel Sofitel de Nueva York denunció por abuso sexual. Este escándalo rebotó en Francia con otra denuncia presentada por Tristane Banon, una periodista y escritora francesa que acusó al ex director del FMI de un intento de agresión sexual. Los hechos habrían ocurrido en 2003 pero recién los plasmó ahora en querella judicial. Esta, a su vez, envolvió a varios dirigentes socialistas, entre ellos el mismo François Hollande. Según Tristane Banon, Hollande estaba al corriente de lo ocurrido.

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