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El mundo|Viernes, 14 de marzo de 2003
WASHINGTON Y LONDRES PERSISTEN BLOQUEADOS EN NACIONES UNIDAS

Cuando la paz tiene nombre francés

Los esfuerzos angloamericanos por conseguir una segunda resolución contra Irak quedaron girando en el vacío después de un nuevo rechazo de Francia. Gran Bretaña dijo que este rechazo era “inaudito”, y la Casa Blanca, que Francia se ha “creado problemas”.

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Dominique de Villepin, canciller francés (der.), con Philippe Bas, secretario general del Elíseo.
No hay nada más que hablar, pero todavía se habla. A pesar de que Gran Bretaña sigue haciendo gestos para salir del papelón de su enmienda a la segunda resolución que autorice la guerra en Irak, ni las palomas de Francia ni los halcones de Washington están dispuestos a moverse de sus posiciones. Londres dijo que se podía bajar de la exigencia de que Saddam Hussein haga su “mea culpa” televisado. Pero Francia dejó en claro (como lo había hecho Rusia anteayer) que interpondrá su poder de veto a ésta y cualquier modificación que aparezca, a lo que Richard Perle, uno de los principales asesores del Pentágono, contestó que el presidente francés Jacques Chirac “cambió las reglas de juego”, porque en realidad “es amigo de Saddam Hussein”. Y el canciller británico Jack Straw dijo que la oposición de Francia a la propuesta británica –que fue secundada por Rusia y China– “es inaudita”.
El gobierno norteamericano lanzó tres versiones: que quizá no someta a votación ningún proyecto, que quizá lo someta así como está o que quizás deje un tiempo más a las inspecciones. La situación parece tan repetitiva y sin sentido que un diplomático mexicano que pidió el anonimato dice haberle respondido al embajador británico en la ONU, Jeremy Greenstock, luego de que éste le presentara las enmiendas a la segunda resolución: “¿Y usted quiere, además, que Saddam Hussein se tome un litro de ántrax frente a las cámaras?”. Pero Ari Fleischer, vocero de la Casa Blanca, no estaba ayer para bromas. “Francia rechazó el texto de la propuesta británica antes de que Irak lo hiciera. Si esto no es un veto irrazonable, ignoro qué lo es.” Ominosamente, agregó que con su actitud Francia se ha “creado problemas”. Y, en un acto que subraya la creciente hostilidad entre los dos países, la Cámara de Representantes de EE.UU. quitó de los menúes de sus cafeterías la expresión french fries (papas francesas, como se llama en EE.UU. a las papas fritas) por freedom fries (papas de la libertad).
Igual de irrelevantes que las gestiones británicas parecen a esta altura los signos de Saddam Hussein a favor o en contra del desarme, según el día y las circunstancias. Ayer, el régimen iraquí destruyó otros tres misiles Al Samud 2, siete ojivas y otros equipamientos y se disponía a entregar hoy a la ONU un informe sobre las cantidades del bacilo del ántrax que, según el régimen iraquí, destruyó en 1991.
Lo que también parece merecer un tiempo más, lo que equivale a su extinción, es el proyecto de segunda resolución que impulsan Estados Unidos, Gran Bretaña y España. A fines de la semana pasada, el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, había dicho que su país quería que sí o sí esta semana se votara el proyecto. Hasta ayer, ni siquiera había indicios de cuándo se iba a votar, aunque fuentes diplomáticas dicen que será la semana que viene. Francia y Rusia dijeron que utilizarán su veto para cualquier aprobación; ninguno de los pa íses “indecisos” en el Consejo de Seguridad (los que podrían llevar a los nueve votos necesarios para lograr mayoría en el organismo a favor de la guerra) cedió a la presión norteamericana y Gran Bretaña propuso para destrabar el asunto una enmienda que proponía seis exigencias a Saddam sin asegurar una gran extensión del plazo del ultimátum. Esto es lo que fue rechazado ayer.
“Creo que la aprobación de la segunda resolución está más lejos que nunca”, le habría dicho ayer el premier británico Tony Blair al líder de la oposición conservadora, Iain Duncan Smith. La diplomacia británica está atrapada entre la convicción de Francia y Rusia de oponerse a la guerra y la decisión del jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, de atacar Irak cuanto antes y a toda costa, con la sola consideración de los problemas logístico-militares, hasta el punto de decir que está dispuesto a iniciar la ofensiva sin el acuerdo de Londres.
Para el Pentágono todavía hay que completar ciertos despliegues: bombarderos furtivos B-2 partieron ayer hacia el Golfo Pérsico desde su base en Estados Unidos y entre 10 y 15 navíos equipados con misiles pertenecientes a la Flota del Mediterráneo recibieron órdenes de desplazarse al Mar Rojo, presuntamente para iniciar ataques desde allí aIrak. Los británicos están enviando unos 850 soldados de infantería más y queda por ver si el Parlamento turco aprobará el pedido que rechazó el 1º de marzo para que las tropas norteamericanas ingresen en su territorio para abrir el frente norte contra Irak. Rumsfeld está atado a los tiempos políticos del nuevo premier Recep Tayyip Erdogan, que no parece tener los votos seguros para presentar el pedido. Pero Rumsfeld y sus militares también pueden armar el frente norte con puentes aéreos o traslados desde el sur hacia el norte de Irak y prescindir de Turquía.

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