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El mundo|Martes, 6 de septiembre de 2011
Afirmó su vocero Musa Ibrahim a un canal de televisión

“Khadafi está en Libia y bien”

Con la eventual entrada a la ciudad desértica de Bani Walid, los rebeldes buscan doblegar a los leales al régimen y dar con el clan Khadafi. Desde Londres, Cameron aprobó investigar supuestas relaciones secretas con Libia en el pasado.

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Un niño pasa cerca de un tanque usado por los rebeldes para proteger la ruta entre Misrata y Bani Walid.

El coronel Muammar Khadafi está “en buen estado de salud y con buen ánimo en algún lugar de su tierra”, afirmó ayer su vocero, Musa Ibrahim. En declaraciones telefónicas al canal por satélite sirio Al Rai, Ibrahim subrayó que no podrán encontrar al que fuera líder del país hasta hace dos semanas. Las autoridades rebeldes libias han señalado en varias ocasiones que están “bastante seguras” de conocer el lugar en el que se esconde Khadafi, e insistieron en que su captura y muerte sólo es cuestión de tiempo. Desde Londres, el premier David Cameron respaldó que se abriera una investigación independiente tras las denuncias que hizo la prensa inglesa de antigua colaboración entre los servicios secretos británicos y norteamericanos con el régimen de Khadafi.

“Está en Libia. En una zona inalcanzable para estos grupos sediciosos. Tiene buen ánimo y goza de muy buena salud”, agregó Ibrahim, que fue la voz del régimen hasta que el pasado 20 de agosto las tropas rebeldes asaltaran y tomaran Trípoli. Ibrahim subrayó que también se encuentra en Libia el hijo más belicoso del coronel y su predilecto, Seif el Islam, quien “se mueve de un lugar a otro”. Algunos rumores apuntan a que Khadafi y Seif al Islam podrían hallarse junto a un puñado de sus fieles en la provincia de Bani Walid, al sur de Trípoli, asediada desde hace semanas por las fuerzas rebeldes. Otros los ubican en la ciudad de Sebha, más al sur de Bani Walid, e incluso en su localidad natal, Sirte, también rodeada, aunque los menos sugieren que se halla cerca de la frontera con Argelia, o que incluso habría cruzado a este país, como lo hizo parte de su familia. En una grabación sonora emitida el pasado 1o de septiembre por el mismo canal sirio, una voz atribuida a Khadafi prometió regresar y lanzar “una larga guerra de guerrillas” para controlar de nuevo el país.

La eventual entrada de las tropas rebeldes en la ciudad desértica de Bani Walid se cocina aún en bambalinas con dos ingredientes esenciales. El primero, evitar a toda costa un innecesario derramamiento de sangre; el segundo, no desperdiciar la oportunidad de dar con los Khadafi, incluyendo al hermano de Seif, Saadi. No existe garantía alguna de que los tres se hallen en esta zona de gran raigambre tribal, controlada por los clanes más afines a la familia Khadafi de la gran tribu libia de los Wafalla, pero los rumores son continuos.

Bani Walid no es Sirte sino peor, asegura uno de los comandantes de los combatientes de Misurata que se preparan para el asalto final para la conquista de la ciudad, un nodo estratégico al sudeste de Trípoli que evalúan atacar hoy. “En Sirte hay muchas familias que se alinean con nosotros, en cambio en Bani Walid está llena de soldados de Khadafi, en su mayor parte mercenarios, y la población no tiene fuerza suficiente para rebelarse. Y también es cierto que muchos libios todavía sostienen al rais”, comenta Ahmed Belhaj, vicecomandante del campo de Aleasar Kateba, unos 120 kilómetros al noroeste de Bani Walid.

Es un puesto de avanzada en medio de las dunas, como otros que cierran el cerco en torno de los últimos bastiones del régimen del coronel. En Aleasar Kateba acampan unos tres mil rebeldes, provenientes de Misurata pero también de Zlitan y Homs, ciudades costeras del norte del país.

“La batalla de Bani Walid es quizás una de las más importantes que hemos librado durante esta guerra de liberación, junto a la toma de Benghazi y Trípoli”, admitió un vocero militar rebelde en la capital. “Una vez que Khadafi haya sido capturado, todo habrá acabado. Libia será totalmente libre”, agrega.

Mientras políticos y oficiales trabajan en los pasillos, sobre el terreno los rebeldes acumulan, día tras día, más hombres y armas frente al extrarradio de Bani Walid, que según los pocos testimonios que llegan es prácticamente una ciudad fantasma. Aunque ha habido algunos tiroteos esporádicos, una calma cargada de tensión y rebosante optimismo recorre el frente e impregna el ánimo de los soldados. “Entraremos y encontraremos a esa rata escondida en un agujero como un animal. No tiene ninguna escapatoria”, afirmaba este domingo un partisano de una “Katiba” (milicia) procedente del oeste del país.

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