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El mundo|Viernes, 21 de marzo de 2003
LA HISTORIA DEL CORDOBES QUE PROTEGE A IRAK

“Ser escudo es señal de Dios”

Por Mercedes López San Miguel
El ex seminarista Sergio Sahara, un cordobés de 36 años, se encuentra en Bagdad como escudo humano desde hace una semana, según confirmó su familia a Página/12. Sergio y el fotógrafo Juan Ferrari son los dos argentinos que decidieron quedarse en la capital iraquí para proteger con sus cuerpos a recursos civiles iraquíes como centrales hidroeléctricas, refinerías y plantas, que puedan ser impactados por ataques norteamericanos. Los dos forman parte más de 100 activistas que llegaron de todo el mundo a Bagdad con un mismo sentido humanitario que nuclea la organización pacifista Human Shields (Escudos Humanos).
Antes seminarista y misionero en Africa, ahora escudo humano, Sergio Sahara tiene una vocación altruista. Según su hermano Pablo, el más cercano de los suyos en su devenir religioso, “ser escudo humano es una señal de Dios”, dijo a este diario. Pablo relató que la novedad de que Sergio está en Irak lo tomó de sorpresa y que recién anteayer le fue confirmada, pocas horas antes que venciera el ultimátum que puso fin a la paz en la región y el mundo entero. “Pidió la visa y allá se contactó con Human Shields.” Pablo habló dos veces con Sergio y lo notó tranquilo, aunque con un temor natural. Supo que su hermano iba a encargarse de salvaguardar una central eléctrica en el norte de Bagdad con otros dos escudos humanos y que se aloja, como sus pares, en el Hotel Palestine.
Según contó su hermano, el ex seminarista “se fue a vivir a diferentes países de Africa en 1999, en los países sobre todo de la parte occidental de ese continente”, durante vivió dos años y medio. “Desde chico soñó con ir a Africa y cumplió. Antes de partir nos dijo que quería intentarlo. Se adaptó rápidamente y allí se quedó”. Sergio estuvo en Amman, en Jordania, antes de Irak. Para no preocupar a su familia, Sergio dijo una “mentirita piadosa”, al llamar desde Irak diciendo que estaba en Marruecos. “Yo me imaginaba que él se iba a ir a Irak, algo me había comentado tiempo atrás”, recordó Pablo. El padre de ambos, Manuel Sahara, manifestó a Página/12 su desacuerdo de que su hijo esté de escudo humano, porque “yo no sería carne de cañón de los yanquis”, según dijo enfáticamente. Pero trató de entenderlo por su creencia: “Mi hijo cree que Dios lo ha enviado a hacer una obra de bien”. A la pregunto si recibió noticias de su hijo en las últimas horas, Manuel exclamó “¡imposible!, están en guerra”. Y se encomendó al destino: “espero que acabe pronto”.
Algunos de sus pares ya emprendieron la retirada. Es el caso de Rodrigo Doxandabarat y Francisco Ciavaglia, que también integran Human Shields pero que se volvieron a su habitual lugar de residencia. Pablo destacó que “Sergio me dijo que nadie lo había presionado. Fue decisión propia”, dijo con un tono entre orgulloso y esperanzado Pablo, que se aferra a una noticia que escuchó de que las fuerzas aliadas no atacarán las centrales eléctricas. Además, su hermano, quien cumplirá los 37 en abril “es grande y sabe lo que hace. Y está en las manos de Dios”, dijo.
Con la primera fase de bombardeos norteamericanos en la madrugada de ayer, el otro escudo humano argentino, Juan Ferrari comentó desde una de las primeras escenas bélicas que junto a 13 compañeros sobrevivieron a los ataques de misiles norteamericanos a una refinería cerca de Bagdad. “La mayoría de los jóvenes están bien. La refinería fue bombardeada”, informó Ferrari en declaraciones a radios de Capital. Ferrari dijo que la planta petrolera dejó de funcionar apenas iniciados los ataques y que estaba esperando qué pasaría después.

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